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La familia Uyaguari preserva el arte de la elaboración de guitarras

José Uyaguari lleva casi medio siglo elaborando guitarras, requintos, charangos y cuatros, entre otros instrumentos. Es uno de los pocos luthiers de la zona.
José Uyaguari lleva casi medio siglo elaborando guitarras, requintos, charangos y cuatros, entre otros instrumentos. Es uno de los pocos luthiers de la zona.
Foto: Diario El Tiempo
18 de julio de 2020 - 00:00 - Redacción El Tiempo

José Uyaguari enseña a su hijo Michael el oficio que heredó de su padre, Ángel Benigno, en su hogar ubicado en la “Cuna de las Guitarras”, como se conoce a la parroquia San Bartolomé, en el cantón Sígsig.

Su trabajo es reconocido a nivel nacional e internacional. Inclusive elaboró una guitarra para el artista español Enrique Bunbury, vocalista de la banda de rock en español Héroes del Silencio.

La fabricación de este instrumento musical es una actividad de identidad cultural en la parroquia San Bartolomé. Uno de sus reconocidos luthiers es José Homero Uyaguari Cumbe.

A 1a edad de 13 años empezó su formación en este arte. “Más fue por travieso”, recuerda José, quien veía a su padre y sus hermanos fabricar instrumentos de cuerda, como guitarras, requintos, charangos. Sin embargo, este oficio se volvió su sustento.

En su taller, día a día labora desde las 06:00 hasta las 18:00. Para conservar esta tradición familiar transmitió sus conocimientos a sus seis hijos. Actualmente trabaja con Michael, de 19 años, el último de sus 10 vástagos.

Desde pequeño, Michael ayudaba a su padre a lijar las maderas y en los acabados. Ahora que terminó el colegio labora en el taller. “Aún no me desenvuelvo solo para hacer una guitarra; he visto cómo trabajaban mis hermanos y no es difícil adaptarse”, dice Michael mientras lija el cuerpo de una guitarra.

Con nostalgia rememora las épocas de antaño, cuando las guitarras de San Bartolomé eran muy valoradas. Hasta que hace unos 20 años empezó la importación de estos instrumentos musicales, sobre todo de China, que se vendían a precios muy bajos.

“Cuando entraron esas guitarras decayó el oficio. Antes de eso trabajaba con mis seis hijos varones, había bastantes obritas que se vendían aquí y se enviaban a otras ciudades. En ese entonces elaboraba 30 guitarras al mes y no quedaba ni una para muestra”.

Producto de esta situación, sus hijos migraron a Estados Unidos. Y en San Bartolomé, los artesanos que se dedicaban a elaborar instrumentos musicales de cuerda optaron por otras actividades. Algunos se volcaron a la fabricación de muebles, otros se ocuparon en la albañilería y otros tantos migraron a otros países.

Persistencia
Pero José está decidido a seguir en su oficio “hasta la tumba”. Una sabiduría que, estima, es centenaria.

“Desde pequeño veía a mi padre cómo construía las guitarras, pero esto viene de mucho antes. Recuerdo que había compañeros artesanos de más de 80 años de edad que contaban que lo habían aprendido de sus padres y ellos, a su vez, de sus antecesores”, comenta el luthier.

Con maderas como capulí, nogal lojano y pino importado elabora los instrumentos de cuerda. También usa aliso, cedro, ciprés y nogal local, materia prima que resulta un tanto más económica. El nogal lo obtiene comprando a los propietarios de casas aledañas y lo manda a aserrar.

Con técnicas que ha perfeccionado en casi medio siglo dedicado a esta labor, hace guitarras, requintos, charangos y cuatros, un instrumento propio de la cultura y el folclor en países como Puerto Rico, Cuba, República Dominicana, Colombia y Venezuela.

En el período de confinamiento debido a la crisis sanitaria por el covid-19, que comenzó el pasado 17 de marzo, el luthier no detuvo su trabajo y aunque los clientes no han podido retirar sus pedidos, confía en que se están retomando las actividades.

Las guitarras de José se han exportado a Europa y algunos músicos han participado en festivales con ellas.

 Con especial cariño, recuerda que cuando le pidieron hacer una guitarra para el cantante español Enrique Bunbury, quien se presentó en Sígsig en 2009, la elaboró con madera palo de rosa y pino alemán. (I)

Instrumentos son hechos de forma manual
José Uyaguari recuerda que hace siete años un músico quiteño, al enterarse de la fama que él tenía, le solicitó una guitarra para participar en un festival de instrumentos acústicos en Cuba.

“Días después, a la medianoche, me llama por teléfono y me dice: ‘Maestro, quedé en segundo puesto con su instrumento’. Estaba muy contento”.

El armado de la guitarra es realizado totalmente a mano. Consta de varias partes, como el mango, que es hecho de madera dura y sobre el que se coloca una lámina llamada diapasón, en la que se empotran los trastes y las cejas.

También está la boca de la guitarra, en la que se aplica la técnica del taraceado o taracea, que consiste en las incrustaciones de pequeños fragmentos de madera.

Los clavijeros, que sirven para templar las cuerdas, los compra hechos o le envían sus hijos desde Estados Unidos.

José usa herramientas, como cepillo, formones, máquina para aserrar, limas, lija, entre otras.

La elaboración de una guitarra es un trabajo delicado y fino que requiere de 10 a 15 días. Su precio varía de acuerdo a los materiales utilizados y al tiempo invertido; generalmente se venden entre $ 80 y $ 200 las económicas.

Una guitarra más elaborada sobrepasa los $ 1.000, y algunas pueden llegar a costar hasta $ 20.000. (I)

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