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En busca del paraíso perdido (3)

En busca del paraíso perdido (3)
29 de noviembre de 2014 - 00:00

Ergo, que el núcleo de la filosofía medieval sea la fe y el dogma teológico no le quita relevancia dentro del pensamiento universal. Por el contrario, abre la discusión en torno al papel de la religión en la sociedad, cuyo prisma como vemos, es la historia misma.

Por otra parte, el nacimiento de la universidad en el siglo XIII ha sido sin duda el hito más importante que tuvo el medioevo. Esta magna institución del saber nace al calor de la escolástica y el auge de la filosofía tomista, y cuya aparición marca un antes y un después en la historia intelectual. Una entidad que es producto de esta edad donde ‘no hubo filosofía, ni pensamiento, ni pensadores’, como se afirmaba en líneas anteriores. Una época oscura que solo se la recuerda por la nobleza, la inquisición y la peste negra. El hueco de la historia universal. En ese hueco nace la universidad que salió del eje teocéntrico de la Iglesia Católica y la casta intelectual del clérigo y abrazó el fuego del pensamiento laico y científico de la modernidad para transformarse en lo que es hoy. Dios ya no hacía presencia en los claustros y era reemplazado paulatinamente por el hombre racional de la burguesía. Otra viga cardinal que sostiene el puente que une el medievalismo con la modernidad.

Aquí funciona la ‘pedagogía del sinsaber’ que toma cuerpo en los graves problemas de aprendizaje que tienen los más jóvenes al no encontrar vectores de enseñanza competentes que eviten este tipo de anomalías en el campo de la educación. Es justo indignarse, no cabe la menor duda, pero este tipo de percances no tiene por qué encender la alarma de la resignación y hacernos bajar los brazos. Nadie dijo que la lucha en el campo educativo sea un paseo en el parque. Es un proceso largo y arduo que tiene sus pros y sus contras, sus idas y vueltas, y cuyos resultados vemos con el paso del tiempo. Mientras tanto descansan impávidos en el horizonte de nuestras expectativas.

Esto no es un fenómeno del azar. Es el vivo retrato de una carrera universitaria en decadencia. Esto es, en efecto, el producto genuino de una mala formación, tanto pedagógica como disciplinar que atraviesan las universidades de la región y que obedece a una multiplicidad de factores, cuyo núcleo duro lo focalizamos en el bajo nivel académico de los docentes, la falta de autodeterminación intelectual de los estudiantes y en las políticas institucionales que nos conducen a este creciente deterioro.

Por otro lado, la crisis de los paradigmas historiográficos ha golpeado fuertemente los ámbitos de formación, licuando los contenidos y deteriorando el nivel tanto profesional como vocacional, haciendo que no se tome con rigor el saber histórico. El llamado ‘cambio de época’ ha generado un clima de ruptura y transición turbulentas entre un siglo y otro del que aún nos está costando salir. El derrotero del ‘fin de la historia’ y el pensamiento único produjeron un vacío ideológico y epistemológico en las últimas décadas que lesionaron los modos y percepciones que se tenía de la enseñanza disciplinar, y desarticulando el vínculo docente-estudiante. Un duro golpe cuyas secuelas siguen afectando al quehacer docente.

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