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Cotopaxi, bolívar y chimborazo son las 3 provincias con mayor incidencia de mano de obra infantil

En 2017 la meta de Ecuador es erradicar el trabajo infantil

En 2017 la meta de Ecuador es erradicar el trabajo infantil
03 de noviembre de 2015 - 00:00 - Redacción Sociedad

Son cerca de las 16:00 de la tarde  y en Villa María, una comunidad cercana al cantón Chillanes, de Bolívar, una niña de al menos 10 años arrea con una ramita a sus vacas. Detrás de ella la acompaña su madre. Esta  escena se repite con  frecuencia en las parroquias, cantones y ciudades de la zona centro y sur; y puede ser vista por personas que viajan hacia la Sierra centro.

El cuidado de animales es solo una de las diferentes actividades que  realizan los niños, cuyos padres son propietarios de una pequeña parcela o tienen un negocio familiar.

Los pequeños deberían estar estudiando o jugando, pero en su lugar son parte de las estadísticas de trabajo infantil que en 3 provincias del país (Cotopaxi, Bolívar y Chimborazo) llega al 20%. Esta problemática es motivo de agendas y políticas públicas a partir de los años 90, cuando se empieza a restringir y a erradicar de manera progresiva el trabajo a tempranas edades y en labores peligrosas o nocivas.

El estudio de la Unicef ‘Hacia un entendimiento integral de la problemática’ reseña que el trabajo infantil y su incidencia en Ecuador han descendido sustancialmente durante los últimos 14 años y que en 2017, en el marco del Plan Nacional del Buen Vivir, la meta es erradicarlo.  Según el informe, en la Sierra centro aún predomina la mano de obra infantil.

La agricultura es el sector donde mayormente se concentra el empleo en niños y adolescentes.

Para los funcionarios de Unicef en Ecuador, se considera que un menor de edad está en trabajo infantil bajo la siguiente clasificación:  niños y niñas entre 5 y 11 años que laboraron al menos una hora semanal o al menos 28 horas semanales en trabajo doméstico;  niños y niñas entre 12 y 14 años que trabajan al menos 14 horas semanales en actividades remuneradas.

Adicionalmente, se incluye como trabajo infantil a la población entre 15 y 17 años que dedica al menos 43 horas a actividades remuneradas o al trabajo doméstico.

Bolívar está segunda en la lista de incidencias del trabajo adolescente por provincia.

Ramiro Trujillo, alcalde de Chillanes, en Bolívar, estima que el 10% de los 5.000 menores de 18 años que viven el lugar trabajan.

“Hemos logrado erradicar el 100% de niños que se dedicaban a lustrar botas o a las ventas.  Pero en el campo el trabajo no lo vemos mal porque es parte de la identidad de los chillanenses y los jóvenes  ayudan a los padres. El acompañamiento que hacen nuestros hijos al trabajo no es obligatorio, en la mayoría de los casos no reciben un jornal. Aquí se trabaja a manera de minga”.  

Aclara que cuando el trabajo es del hogar, por cuenta propia, ellos enseñan a que los niños colaboren después de hacer sus tareas. “Ellos ayudan a cuidar los animalitos. Los niños son muy útiles y de base fundamental para el desarrollo de la familia y del cantón, en consecuencia, niños y niñas que trabajen en las calles ya no existen, pero en el campo sí nos ayudamos mutuamente”.

Para la psicóloga educativa Jenny Alvarado, cuando alguien se refiere al trabajo infantil como ayuda, no es más que disfrazar la palabra trabajo. “No es adecuado que laboren bajo ninguna circunstancia. Para los niños, un empleo fijo representa un monstruo, porque les dan responsabilidades que no están preparados para asumir. La etapa escolar toma un proceso de 18 años, ellos tienen que hacerlo en 9. Todo esto hace que no tengan tiempo para dedicar a las tareas y bajen sus notas”.

Alvarado asegura que un niño trabajador vive estresado, no duerme ni come bien. En muchas ocasiones desarrolla gastritis porque no se alimenta a tiempo. “Es una vida muy dura para los niños en una época cuando tienen que ser protegidos”.

Precisamente, el estudio de la Unicef también analizó la percepción de “felicidad” de los niños, niñas y adolescentes, para identificar diferencias entre quienes trabajan y quienes no lo hacen.

Se obtuvo una alta insatisfacción de ambos lados. El 11,8% de los niños y niñas entre 5 y 14 años y el 18% de los y las adolescentes entre 15 y 17 años admitió que sufre de agotamiento por el trabajo; y el 23% declaró tener problemas de salud.

En la Unidad Educativa de Chillanes, que alberga a 1.700 niños y adolescentes de diferentes comunidades, su rector, Joselo Monar, señala que algunos estudiantes trabajan durante el día y acuden a clases por la noche. San Juan, Tablastambas, Alagoto, Pacay, San Pedro, Acachi son algunos de los lugares donde se evidencia trabajo infantil, según el rector.

“Como en el campo no existe mucha mano de obra, los hijos son los que tienen que trabajar estas tierras”, agrega Monar. Él asegura que desde el departamento de Orientación trata de concienciar a los padres para que no obliguen a sus hijos a laborar, sino más bien que dediquen tiempo al estudio. (I)

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