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El vacío que nace después del grado de bachiller
Comenzamos nuestra jornada académica en la primaria. Luego la secundaria se torna algo más compleja. Pero ambas sirven para instruirnos y ser más cultos. Aunque muchas veces tengamos la sensación de que poco de lo que aprendimos nos sirve.
Crecer y aprender son parte de la vida, reconoce la psicóloga Sandra Ronquillo.
Ella asegura que de todo lo que aprendemos en la primaria y secundaria, poco es lo que utilizaremos en el diario vivir.
“Eso nos hace pensar que todas las horas realizando largas tareas de física, química o hasta literatura fueron en vano. Pero la realidad es diferente, porque todas ellas nos sirven de base para cualquier carrera que escojamos.
Pero es precisamente ese cambio de aulas el que nos hace replantear muchas cosas. Se pasa de la etapa alegre del colegio a un período en donde cada persona quiere sobresalir, tomando en cuenta que se alista para ejercer una carrera.
“Todo cambia en cuestión de meses. Las decisiones que tomamos ahora nos llevarán a caminos que marcarán nuestro futuro”, asegura Ronquillo.
Los amigos dejan de ser cómplices de las travesuras en clases y se convierten en futuros colegas.
Vemos la vida con otros ojos. Todas las cosas tienen otro significado porque tenemos otra percepción de quién queremos ser. De eso se trata la educación: de impulsar nuestros sueños, potenciar nuestras habilidades y -de cierta forma- ayudarnos a encontrar el camino que debemos seguir.
El psicólogo Bernardo Peña asegura que en esta nueva etapa estudiantil el ser humano experimenta nuevas cosas, proyecta su futuro.
“Una persona sin sueños es una persona muerta. Los sueños que cada uno de nosotros tenemos en nuestro interior nos ayudan a ser mejores, porque buscamos materializarlos. Si no tienes un proyecto de vida, no estás viviendo tu vida. Simplemente estás pasando los días”.
La oportunidad perfecta
Si ha dado en el clavo con la carrera que eligió es importante que tenga en cuenta las oportunidades que se le presenten. Es importante -dice Peña - salir de nuestra zona de confort. Que aceptemos retos nuevos y desafiemos a nuestros miedos.
“Lo primero es hacer bien nuestro trabajo en clase. Nuestras tareas o proyectos son nuestra primera carta de presentación de cómo somos a nivel profesional. La calidad del producto que presentamos es la calidad de profesional que somos”.
Peña también sugiere que un buen estudiante para ser buen profesional no debe hacer trabajos de calidad. “Debemos dejar de lado esa palabra tan tradicional entre los ecuatorianos: Más o menos”.
La socióloga Martha Rizzo dice que estamos viviendo tiempos de una sociedad individualista, con el ego demasiado alto. Asegura también que es necesaria una política de Estado en donde el joven tenga derecho al acceso cultural. A una disciplina artística, deportiva, o cualquier actividad que le agrade.
Eso le ayudará a tener un pensamiento crítico, a conocerse mejor a sí mismo y descubrir lo que realmente le apasiona.
Para Peña el éxito de los hijos depende mucho de que los padres inculquen un espíritu soñador, triunfador y emprendedor. Que formen hijos que quieran dejar su huella en el mundo.
Otra alternativa para orientar a los hijos es apoyarlos en todo lo que desean aprender. Así lo menciona la psicóloga Lorena Cuadrado, quien considera que los padres deben ser asesores de sus hijos y no imponerles nada, sino simplemente ayudarlos a encontrar su vocación.
Rosendo Córdoba, quien estudia Jurisprudencia en una universidad privada, asegura que a los 15 años no tenía vocación por ninguna carrera. Pero que a los 18 decidió estudiar leyes porque su padre es abogado. “Me di cuenta de que podía seguir una tradición y que de forma indirecta estuve ligado a la profesión desde pequeño. Algo sabía de demandas y juicios porque escuchaba a mi padre. Eso me motivó. Además mi papá fue un maestro fuera de las aulas.
Robert Cepeda, estudiante de Medicina de la Universidad de Guayaquil, asegura que su vocación la tiene desde pequeño. “Mi papá es sastre, pero junto con mi madre siempre me inculcó que tenía que ser profesional. No quería que sea sastre como él. Me apoyó desde el principio y ahora estoy a 2 años de egresar de la carrera”. (I)