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El parto intercultural no solo está dirigido para madres indígenas

En el parto respetado se permite la libre posición de la madre durante los períodos de dilatación y expulsivo. Foto: MSP
En el parto respetado se permite la libre posición de la madre durante los períodos de dilatación y expulsivo. Foto: MSP
24 de agosto de 2014 - 00:00

Su propósito es recuperar una dimensión más humana del parto, convertir a la mujer en la propia protagonista de este proceso y valorar los derechos de las personas desde el momento de su nacimiento. Se trata del ‘parto en libre posición con pertinencia intercultural’, conocido como parto respetado, una técnica que promueve el Ministerio de Salud Pública en diversas comunidades del país.

Paulina Jiménez, coordinadora de Promoción de Salud Intercultural del MSP, explicó que el modelo convencional de atención del parto aún es biomédico.

En este tipo de sistema, hasta que se terminen de introducir mejores prácticas, las mujeres entran sin acompañamiento y dan a luz en posición de litotomía (acostada), en las camillas obstétricas y a veces incluso con medicalización injustificada que, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), no se aconseja su aplicación de rutina.

Mientras que en el parto respetado se permite la libre posición de la madre durante la dilatación y el expulsivo; el acompañamiento de alguna persona que la mujer escoja; la no restricción de ingesta de alimentos y bebidas; y la entrega de la placenta con fines rituales o culturales. 

¿Cómo se desarrolla el acto?

La libre posición se refiere a la posición que elige la mujer al momento del período expulsivo: de rodillas, en cuclillas, sentada, de pie o acostada de lado. La posición de litotomía podría ser considerada de libre elección solo y cuando esta postura sea solicitada de forma explícita por la paciente.

“Lo más importante es que el parto en libre posición tiene muchas ventajas, no solo reducir las barreras culturales, ya que no está dirigido únicamente a mujeres indígenas, sino a hacer que el parto sea mucho más amigable; rompe el imaginario que hay alrededor de él como experiencia terrible, dolorosa; reduce las posibilidades de complicaciones obstétricas, el riesgo de hemorragia posparto; ayuda a la involución del útero y el bebé tiene menos riesgos de sufrir infecciones”, recalcó Jiménez.

En Ecuador son alrededor de 50 centros adecuados físicamente que ofertan este servicio.
Uno de ellos es la Maternidad de Corta Estancia de Carapungo, al norte de Quito, donde mensualmente dan a luz alrededor de 100 mujeres.

Teresa se encuentra en la sala de espera y aguarda para que su bebé sea atendido por el pediatra.
 Dio a luz hace un mes y comentó que en el momento del parto le explicaron todas las opciones que tenía para el nacimiento de su bebé.

“Probé muchas posiciones y finalmente me decidí por estar de pie sosteniéndome de las barandas que colgaban en la pared. Mi esposo estaba conmigo y me sostuvo durante todo el proceso. Compartimos esta experiencia y creo que nos unió más como familia. Mi experiencia del parto, aunque dolorosa, fue cálida y sensible; me ayudaron todo el tiempo”, aseguró Teresa.

Fernanda Jiménez, directora de la Maternidad de Corta Estancia de Carapungo, explicó que este servicio se empezó a ofertar desde enero de este año y nació como parte de una de las actividades que se hace en la Coordinación Zonal 9 con el Departamento de Interculturalidad.
Durante todo este tiempo el personal recibió capacitación en cuanto a las ventajas del parto respetuoso y seguro.

Según la doctora, tiene una acogida muy buena en el sector e incluso muchas mujeres acuden desde otros sitios.

Fátima Condo, doctora de la maternidad, asegura que cuando las mujeres llegan se les explica las opciones que tienen para dar a luz, sus ventajas y la posibilidad de estar acompañadas: “Cada mujer decide cómo hacerlo y los doctores y enfermeras nos acoplamos a ella. Eso hace que el proceso sea diferente y que no se convierta en algo traumático”.

El parto respetado o humanizado no es una práctica única en Ecuador. En otros países andinos, como Argentina, Venezuela o Bolivia, también se practica.
En Argentina, por ejemplo, hay una ley de parto humanizado que promueve el respeto de la familia a llevar el parto según la etnia, religión y nacionalidad.

Según la ley argentina, por ejemplo, la madre tiene derecho a ser informada sobre las distintas intervenciones médicas que pueden tener lugar durante el proceso de parto y el posparto.

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