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El mejor comienzo

El mejor comienzo
12 de noviembre de 2014 - 00:00

Ofrecer a todos los niños y niñas el mejor comienzo en la vida significa asegurarles una buena salud, nutrición adecuada y un aprendizaje temprano. Significa darles agua potable y saneamiento.

Pero, ¿por qué es tan importante asegurar estás condiciones a las personas en sus primeros años de vida? La razón es que en la edad entre 0 y 3 años se crean las bases para el desarrollo cognitivo, físico, social y emocional de un individuo. Es el momento en que el cerebro se desarrolla, y dependerá de si el niño crece en un ambiente sano y protector para que su cerebro se desarrolle completamente, o que no lo haga.

A la edad de 3 años un niño destina entre el 50 y 75% de su energía para desarrollar su cerebro, y en esta edad el cerebro de un niño es 2 veces más activo que el de un adulto. Por lo tanto, se debe trabajar e invertir de manera efectiva en esta etapa de la vida. Si la persona no recibe lo que necesita en su primera infancia, las probabilidades de remediar esto en años posteriores son muy bajas. Hoy a nivel mundial 200 millones de niños y niñas menores de 5 años no desarrollan todo su potencial, y las consecuencias se reflejan en que los niños tienen un desarrollo más lento, no logran desarrollar pensamiento crítico y habilidades de aprendizaje, lo que contribuye a un ingreso tardío a la escuela y un bajo rendimiento escolar.

Los economistas aseguran que invertir en la primera infancia es una de las maneras más efectivas para alcanzar un crecimiento sustentable de los países. Numerosos estudios han demostrado que cada dólar que se invierte en la primera infancia ofrece una recuperación de $ 4 a $ 7.

Para que el desarrollo del niño sea completo y óptimo, es fundamental fortalecer las políticas públicas en primera infancia de manera integral y holística. Es decir que deben considerarse varios aspectos que intervienen en el desarrollo del niño, y de manera específica en el desarrollo de su cerebro. La nutrición por ejemplo alimenta al cerebro, la estimulación temprana enciende las conexiones neuronales, mientras que las interacciones saludables reducen el impacto de enfermedades.

La violencia, el abuso y la negligencia durante la primera infancia tienen un impacto a lo largo de toda la vida. Un niño que experimenta estrés negativo, tóxico empieza a producir altos niveles de cortisol, una hormona que interrumpe el proceso del desarrollo cerebral, ya que limita la proliferación de las células cerebrales, dañando la salud, la capacidad de aprendizaje y el comportamiento. Para restaurar el desarrollo normal del cerebro, el organismo debe detectar características de seguridad. Por lo tanto, un ambiente seguro es un pre-requisito para el desarrollo infantil.

Ecuador hace una gran labor en lo que respecta al desarrollo de los niños y niñas en su primera infancia, a través de los Centros Infantiles del Buen Vivir y el Programa Creciendo con Nuestros Hijos. Y es destacable que una de las metas nacionales sea universalizar la cobertura de programas para los niños pobres. Estas políticas deben continuar siendo fortalecidas y ser cada vez más integrales, incluyendo enfoques de prevención de violencia, mecanismos de aprendizaje bilingüe para fortalecer las lenguas minoritarias y metodologías de niños con discapacidad. Esta tarea no solo es responsabilidad del Estado, las comunidades y las familias. ‘El mejor comienzo’ es una corresponsabilidad de todos.

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