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El Telégrafo
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Aimeé Vega, PhD en Comunicación, docente, investigadora de género y comunicación, integrante de la Red de Investigadoras por la Vida y la Libertad de las Mujeres.

“El contenido de las telenovelas es muy dañino para la sociedad”

“El contenido de las telenovelas es muy dañino para la sociedad”
Fotos: cortesía
11 de marzo de 2018 - 00:00 - Carla Maldonado

Yo soy Betty, la fea cautivó a las audiencias. Era la cotidianidad de una empresa de moda en medio del machismo y del maltrato laboral. Pasión prohibida, en cambio, contó el mundo de Bianca, la víctima de un marido maltratador.

En Latinoamérica, la telenovela es un género que mantiene pegados a hombres y mujeres a la televisión. Y México es uno de los mayores productores de telenovelas en el mundo: vende sus historias a 150 países.

La mexicana Aimeé Vega  habló con EL TELÉGRAFO sobre las telenovelas como reproductoras del machismo y de la violencia contra la mujer. Ella es representante  de la Global Alliance for Media and Gender ante la Unesco, además es investigadora feminista de la Universidad Autónoma de México (UNAM) y autora de libros sobre estos temas.

Nueve de cada 10 mexicanos ven televisión. Es decir, 61,5 millones de mexicanos consumen telenovelas, según el Instituto Federal de Telecomunicaciones.  ¿Esto influye en el comportamiento de hombres y mujeres?

Así es, si partimos de la idea de que los medios de comunicación y otras instituciones como familia, escuela, iglesia, influyen en la construcción de la identidad de género y en las relaciones entre mujeres y hombres. Los medios tienen un rol fundamental en la elaboración de discursos sobre la masculinidad, la feminidad y las relaciones entre ellos.

¿Las telenovelas influyen en los embarazos adolescentes, en la violencia machista y en la infidelidad?

No son los medios los que determinan la conducta social, pero sí tienen influencia en esas situaciones porque los discursos que construyen tienen una cobertura importante. Los medios son una industria cultural con mucho poder y, por lo tanto, su papel ha sido funcionar como el brazo estructural del patriarcado.

Las historias presentan el amor romántico como si fuera un ideal.

En las telenovelas vemos cómo la condición femenina tiene que encontrar el amor incondicional, romántico, mientras la identidad masculina está asociada al ejercicio de la violencia. Los medios normalizan la discriminación y violencia sexual y física, los celos. Las mujeres tienen que aceptar

todas estas conductas que van contra su dignidad en nombre del paradigma de ser amoroso.

Hay telenovelas dedicadas a los niños. ¿Cómo les afecta a ellos?

En México, los niños consumen un promedio de cuatro horas de televisión. El género más consumido por ellos son las telenovelas. Esto implica que desde la infancia se norman las relaciones entre hombres y mujeres. Enseñan a estos niños cómo deben comportarse en la sociedad. Y los medios tienen una gran responsabilidad en este tema.

El racismo se ve en los personajes principales en las telenovelas. Este, además, está íntimamente relacionado con la sociedad de clases. Por ejemplo, los personajes principales son interpretados por actores de “tez blanca” y “facciones no indígenas”.

Si tomamos a la variable de género, raza, etnia y edad,  añadimos grados de vulnerabilidad y podemos identificar mayor  discriminación. Pero la primera y principal es la condición de género a la cual se agregan todas las demás.

Las telenovelas reproducen el modelo de sexualidad conservadora. O sea,  que las mujeres deben esperar al matrimonio para tener relaciones sexuales. Pero los hombres pueden ser mujeriegos y eso es socialmente bien visto y como algo natural porque pueden “corregirse” con la “mujer indicada”.

La telenovelas tienen características que se les atribuyen socialmente a las mujeres: ser dóciles, sumisas, pacientes, sentimentales, no dejarse llevar por la razón sino por el sentimentalismo y el  corazón. Mientras a los hombres, en oposición, se les atribuyen otras características: la razón, la fuerza, el poder y el ejercicio de la violencia. Esa es la base que está institucionalizada desde el siglo 18. Los medios tienen esos estereotipos que logran perpetuar la desigualdad de las mujeres.

La narrativa de las telenovelas repite los estereotipos sociales que identifican a hombres y mujeres con ciertas cualidades.

La infidelidad es parte de la identidad de los hombres, en cambio, la sumisión y el sufrimiento es parte de la identidad de las mujeres. Entonces, en las telenovelas y en canciones se reproducen los estereotipos que contribuyen a la desigualdad de género.

Los defensores de este género televisivo en Brasil  dicen que ayudó a reducir el índice de natalidad, según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo y la Universidad Bocconi de Milán.

No estoy de acuerdo con esa perspectiva. Hay que ver si realmente ocurrió eso y si el Gobierno brasileño impulsó políticas de control de la natalidad. Estas se hicieron a lo largo de Latinoamérica en los años setenta para reducir ese índice, además hubo prácticas de esterilización, entre otros. Eso acompañado a los contenidos de televisión, tal vez, trataron el tema. Pero atribuir a la sola televisión la reducción de la natalidad no es posible. Los medios no determinan por sí mismos la conducta social, contribuyen a reproducir ideas, normas y valores.

Pero las telenovelas también pueden ser una distracción. Hay históricas que informan y comedias que divierten

Los medios tienen que asumir su responsabilidad, pueden informar y entretener sin discriminar.

Pero no lo hacen, para ellos es un negocio rentable pasar los contenidos sexistas. No es que las telenovelas en sí mismas generen ese problema, sino que su forma, contenido y narrativas son muy dañinos para la sociedad. Si una telenovela puede proponer un contenido que interpele a las audiencias, que las haga reflexionar sobre su condición de género, deconstruya la perspectiva de masculinidad y contribuya a tener una relación más pareja es diferente. Sin embargo, hasta ahora no lo han hecho.

Pero los medios públicos pasan esas telenovelas con otras perspectivas.

Aunque hay algunos medios públicos buenos, también se guían por esa lógica, y en aras de competir con los medios privados las repiten. Esos medios son instituciones patriarcales porque no encontramos la paridad entre mujeres y hombres.

Desde 2016, Televisa y el Banco Mundial trabajan para llevar temas a la pantalla que enseñen a la audiencia a cambiar normas sociales, fomentar la inclusión de la mujer, a tener una sexualidad responsable y adoptar hábitos más saludables. ¿Qué opina?

No solo los medios determinan la desigualdad, la violencia. Un porcentaje de la población mundial no va a la escuela, pero sí tiene

acceso a un televisor. Los medios han actuado con impunidad en esta materia y  hay evidencia de su responsabilidad.

¿Es un problema de leyes?

La ley ha sido patriarcal y ha garantizado el derecho pleno de los hombres a la ciudadanía y el de las mujeres sujetas a la acción de los hombres. En México la violencia no estaba penalizada, en el 2006 se hizo la primera investigación sobre femicidios, que no estaban penalizados. Pero sí estaba judicializado robarse una vaca, por ejemplo. 

¿Qué pasa en el mundo de la ciencia con las mujeres?

La ciencia y la universidad, las teorías, metodologías y los paradigmas favorecen y refuerzan la masculinidad e invisibilizan a la mujer en ese mundo. Por ejemplo,  veamos el discurso de la biología acerca de la naturaleza femenina y masculina: el cerebro de las mujeres funciona de manera distinta al de los hombres. Todo esto es discriminatorio.

¿Entonces, hay que apagar el televisor?

Es mejor no ver las telenoveas, yo he decidido  no consumir esos productos. (O) 

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