El Fondo de Salvamento (Fonsal) inició una investigación sobre la Semana Santa que determinó que en esta temporada  los ciudadanos prefieren dirigirse a la playa que quedarse en Quito. Con ese antecedente el arquitecto Alfonso Ortiz Crespo, junto con un equipo de historiadores, analizó la evolución de esta conmemoración religiosa.

¿En qué medida ha evolucionado el festejo de la Semana Mayor?

La Semana Santa evoluciona en dos sentidos: por la Iglesia Católica y por la religiosidad popular dentro de los cultos religiosos. Por el lado de la Iglesia Católica está en evolución permanente. La iglesia como institución tiene 2.000 años y los ritos y la celebración que se realizan no han permanecido igual.

La Semana Santa no la instituyó Jesucristo ni aparece en los evangelios, sino que es una manera ritual de recordar la pasión y muerte de Jesús y eso ha evolucionado en el transcurso de los siglos y en cada iglesia, en cada nación, en cada cultura, se adoptan ciertos ritos propios de cada región.

¿Cuáles han sido los principales aportes que han enriquecido  la religión católica en Ecuador?

Nosotros tenemos una herencia de Europa y está mediatizada por la cultura española y por la andaluza, fundamentalmente. Además dependiendo de los rituales de la Catedral de Sevilla, hemos adoptado esa serie de ritos.

Un ejemplo es el Arrastre de Caudas...

Lo que yo he investigado es que en Sevilla no hay referencia de haberse hecho ese ritual. Esas ceremonias se han mantenido en unos lugares y en otros se han transformado, porque la cultura y la religión son algo dinámico.

¿En dónde entra la religiosidad popular dentro de los cultos religiosos?

Por ejemplo, en las procesiones. La gente se pone coronas de espinas en la procesión de Jesús del Gran Poder. Son manifestaciones públicas en las que los individuos expresan su religiosidad y su fe.

Pero anteriormente esos rituales fueron prohibidos…

Así es. En 1895, por ejemplo, el general Eloy Alfaro vetó las manifestaciones religiosas. La policía prohibió   las expresiones públicas de fe y la caballería alfarista atacaba las manifestaciones religiosas y, a sable desenvainado, dispersaba a los  católicos. En ese entonces el poder estaba en  los liberales anticlericales y antirreligiosos.

No solo en esa época, el propio presidente Gabriel García Moreno impidió las manifestaciones religiosas exageradas que pasaban de expresiones religiosas a ser espectáculos públicos. En 1946 se recuperó la posibilidad de manifestar bajo el régimen de Velasco Ibarra, después de 30 años de persecución a la Iglesia Católica.

¿Usted considera que ahora las expresiones religiosas son exageradas?

Con el perdón de la gente que  asiste al Arrastre de Caudas, ese espectáculo se está convirtiendo en casi un circo y se está volviendo un espectáculo desprovisto del sentido que tiene. Lo mismo pasa con el ritual del Jesús del Gran Poder. Hay fervor, pero hay curiosos que van a ver y pululan los fotógrafos. Se descontextualiza el sentido religioso.

¿Ha reducido la fe católica?

No sé. Pero creo que ahora va menos gente de lo que iba antes. Si es que vemos que el Centro Histórico tiene 30 iglesias y entre el 3% y el 5% de la población era religiosa, en esa misma proporción deberíamos tener entre 60.000 y 100.000 sacerdotes solo en Quito. Antes había conventos que tenían 300 monjas, ahora apenas hay 25 ó 30.

¿La Semana Santa no se ha convertido en una tradición ante todo gastronómica?

Como todo desde hace muchos años. Por ejemplo, el Inti Raymi no se celebraba. Estamos tratando de recuperar las cosas indias e incanizando. Hace 50 años nadie celebraba el Inti Raymi, peros sí tomaba colada morada, sí se hacían guaguas de pan, sí se comía fanesca, sí se comían pristiños, incluso de una manera más natural.

Ahora que uno quiere comer fanesca se va a un restaurante. Antes nunca se preparaba fanesca en un restaurante, ni hacían propaganda. Todo va cambiando. Es una evolución.