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Hacedores: ¿El trato al adulto mayor mejora con proyectos desde las comunidades?

Digna Sigüenza es un motor de vida para otros

“Envejecer no es una etapa perdida, al contrario es una nueva oportunidad. En el país lo que hace falta para el grupo es apertura, gestión y apoyo de las familias”.
“Envejecer no es una etapa perdida, al contrario es una nueva oportunidad. En el país lo que hace falta para el grupo es apertura, gestión y apoyo de las familias”.
Foto: José Morán / El Telégrafo
31 de diciembre de 2019 - 00:00 - María Fernanda Arreaga

Digna Sigüenza tiene 63 años. Su caminar es lento y algunas veces hasta doloroso a causa de la artrosis. Ella debería pasar la mayor parte de su tiempo en casa, descansando y sin hacer esfuerzo. Pero no lo hace porque lidera un programa social que es el motor de su vida.   

Para ella cada día es una oportunidad. Sube lomas y hasta recorre las polvorientas calles de la cooperativa Sergio Toral, noroeste de Guayaquil. Detrás de cada pisada hay un propósito: encontrar a un adulto mayor y empoderarlo sobre sus derechos.

Desde hace dos años esta sexagenaria, oriunda de Azogues y radicada hace cinco décadas en Guayaquil, emprendió una lucha para promover dentro de su comunidad la cultura del buen trato a los adultos mayores.

Su objetivo es lograr el bienestar en la tercera edad, enseñarles a quienes atraviesan por esta etapa de la vida que es importante mantenerse activo con la práctica de ejercicios y actividades culturales. Alejados de pensamientos depresivos que deterioran su salud.

Para lograrlo adecuó la sala de su  casa. A falta de terapeutas ella misma impartía las charlas, daba clases de manualidades y les enseñaba a ejercitarse con estiramientos sencillos. Transmitía a sus iguales todo lo que aprendía en un club y en la Red del Adulto Mayor, al que ella asistía. Todo lo replicaba en su sala.  

Después consiguió el apoyo de personal del Ministerio de Salud Pública (MSP) y otros voluntarios. Al lugar asistían desde parejas de esposos, viudas y grupos de amigas de su edad y otros que pasaban los 80 años, que previamente ella visitó para invitarlos. Con el pasar del tiempo el espacio quedó pequeño para acoger a las 64 personas que allí se reunían todos los martes y miércoles.

Sigüenza se vio en la necesidad de buscar un nuevo lugar y se puso en contacto con la Fundación Martha Gutiérrez, ubicada en la cooperativa, que en la actualidad les presta el local. Lo siguiente fue acudir al Ministerio de Inclusión Económica y Social con el que firmó un convenio para que una terapeuta física y ocupacional los visite.

Inicialmente había quienes se negaban a acudir. Recuerda que cuando iba a visitarlos unos le decían que no querían ir porque no podían caminar o que “ya para qué si están viejos”. Ahora participan en carreras, bailan, conocen sobre sus derechos y los beneficios que tienen con la Ley Orgánica de las Personas Adultas Mayores (Lopam). Ejemplo, les informa que tienen un 50% de descuento en el pago de servicios básicos, pasajes aéreos y telefonía.  

En el Club ella es la maestra y los adultos mayores los alumnos. ¿A qué vamos al gerontológico? pregunta.  “A capacitarnos para aprender a defender nuestros derechos”, responden sus compañeros en coro y con voz fuerte.

La misión de Sigüenza también contempla la creación de más proyectos para la jubilación universal, un tema de constante conversación en sus talleres.

Digna está comprometida con este colectivo y quiere apoyarlo hasta que se agoten sus fuerzas para ir y venir. Su mayor anhelo es contar con especialistas en psicología, geriatría, terapeutas físicos y ocupacionales; además un abogado para que atienda asuntos legales.  

El programa busca que los adultos mayores tengan una vida con dignidad, ya que contribuye a que aumenten su autoestima y en muchos casos expongan y reviertan su situación de abandono. Asimismo, permite que la comunidad se concientice sobre el buen trato a este grupo prioritario, algo que para Sigüenza debería empezar por los niños a quienes se les tiene que inculcar el respeto y enseñar a valorar a sus abuelos.

Y es así que para esta sexagenaria es necesario que en otras comunidades se creen espacios similares para este colectivo. “Falta apertura, gestión y apoyo familiar. Hay que cambiar esa mentalidad”, resalta Sigüenza, quien con su iniciativa enseña que el envejecimiento es una nueva etapa de oportunidades. (I)

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