En Sauces 1 (calle Agustín Freire Icaza)  hay una casa esquinera, color beige, con letreros en los que se ofertan cursos para rendir los exámenes Ser Bachiller del Ineval y  el Nacional para la Educación Superior (ENES).

Ser Bachiller evalúa a los futuros graduados, en matemática, lengua, literatura, ciencias naturales y estudios sociales; y el ENES permite el ingreso a la universidad.

En esa misma calle, al norte de Guayaquil, hay otro condominio en el que se ofrecen clases de matemática, física y lenguaje.

La aparición de estos centros de nivelación privados es notoria en el norte, sur y centro de la urbe.

El asambleísta Diego Vintimilla observa que estos cursos siempre existieron, pero se convirtieron en negocios.

Los legisladores de la Comisión de Educación de la Asamblea Nacional,  luego de una revisión a la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES), propusieron regularlos para garantizar su calidad.

Según Vintimilla, a finales de septiembre, se presentará la iniciativa, pero articulada. “La Comisión de Educación quiere que el Consejo de Educación Superior (CES) emita una resolución que logre regular estos cursos para que no sean un fraude”.

Jóvenes que estudian en el curso -añade- solo logran  aprobarlo en  la segunda o tercera postulación. La cifra que pasa el ENES es baja.

René Ramírez, presidente de la Senescyt, indica que 70% de estudiantes saca una baja nota y no logra aprobarlo,  a pesar de que la institución que preside cuenta con una plataforma para que los estudiantes ensayen el examen.

María Insuasti, de 18 años, recibió por 4 meses, todos los sábados, clases para resolver operaciones del ENES.  Sus padres pagaron $ 200. Pero otros cobran $ 350.

Ella recuerda que el aula donde recibía las clases, el año anterior, era pequeña. Compartía banca con 4 compañeros. “Me pareció incómodo. Había muchos estudiantes”.

Insuasti considera que debería controlarse estos centros. Ella sugiere que se evalúe a las personas que dictan esos cursos.

Diana Cobos, de 18 años, es otra universitaria que pagó un curso para prepararse antes de rendir el ENES, lo hizo en dos ocasiones durante sus vacaciones. Sus padres desembolsaron $ 500.

La joven, que fue parte del Grupo de Alto Rendimiento, está de acuerdo con el control. “Hace falta que se verifique la malla curricular para que sea unificada, al igual que los contenidos que nos dan en la clase”.

Entre sus compañeros, algunos reprobaron. Ese fue el caso de Henry Borja. El curso que tomó no le sirvió para resolver el examen: “Los ejercicios que me enseñaron eran muy largos”.

Sus padres -recuerda con decepción- gastaron $ 800 entre matrículas y módulos. Al final -dice- optó por convertirse en policía. “Quería ser médico, pero ahora me gusta lo que hago”.

Para el decano de la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Guayaquil, Eduardo Santos, no existe un objetivo común en los talleres. “Es importante que los costos sean estandarizados. Los contenidos deben ser emitidos por una institución”.

Vintimilla plantea que el Sistema de Educación Superior diseñe una serie de contenidos.

Sin embargo, Sergio Flores, presidente de la Asamblea del Sistema de Educación Superior, asegura que estas formaciones tendrían que ser reguladas por el Ministerio de Educación, porque son para nivelar a estudiantes de secundaria y no universitarios.

Dichos cursos privados -opina-   no son garantía de ingreso a la universidad. “Si un estudiante siente que necesita nivelación en su secundaria, está en su derecho”.

A su vez, Enrique Santos, presidente subrogante del CES, señala que es importante el control. También la canalización de aptitudes y hábitos de pensamiento desde los primeros años del sistema escolar.

“Hay personal que no tiene el perfil apropiado para identificar y potenciar las aptitudes de los chicos.  No se trata de hacer ejercicios similares a los que ya se tomó en el ENES, ya que la prueba es dinámica, tanto en el tipo como contenido de las preguntas”. (I)