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Crianza de los hijos y cómo poner límites, un dilema en Suecia

Crianza de los hijos y cómo poner límites, un dilema en Suecia
31 de octubre de 2013 - 00:00

Suecia mostró todo su potencial, en el debate sobre la buena crianza de los hijos, como el primer país en prohibir los castigos corporales; pero algunos sostienen que ese enfoque ha ido demasiado lejos y ahora los pequeños llevan la batuta. “De alguna manera los niños suecos tienen muy malos modales”, afirma David Eberhard, un destacado psiquiatra y padre de seis hijos: “Gritan si hay adultos hablando en la mesa, interrumpen todo el tiempo y exigen el mismo espacio que los adultos”.

Eberhard publicó recientemente un libro titulado “Cómo los niños tomaron el poder”, que sostiene que en los últimos años los suecos han extendido la prohibición de castigos corporales de 1979 -aprobado ya en más de 30 países- a la prohibición de corregir a los niños. “Por supuesto que uno debe escuchar a sus hijos, pero en Suecia se ha ido demasiado lejos. Los niños tienden a decidir todo en las familias: cuándo irse a la cama, qué comer, dónde ir de vacaciones, incluso lo que hay que ver en la televisión”, dijo, y agregó que la permisividad de los padres no los prepara para la vida adulta. “Sus expectativas son muy altas y la vida es muy difícil para ellos. Lo vemos con los trastornos de ansiedad y de daño auto-infligido, que han aumentado de forma espectacular”.

Un tema cultural

El punto de vista de Eberhard es cuestionado por varios expertos, como el terapeuta familiar Martin Forster, quien dice que los jóvenes suecos siguen estando arriba en clasificaciones internacionales de bienestar. “Suecia fue muy inspirada por la idea de que los niños deben ser más el centro y deben ser escuchados”, dijo.

No obstante, existe un acalorado debate sobre cómo este enfoque ha influido en las escuelas, donde se ve una caída de las calificaciones y se repiten las quejas por mala conducta y aulas ruidosas. “Dos chicos estaban insultándose -no pensé siquiera que niños de 7 años supieran palabras como esas- y cuando traté de intervenir, me insultaron y me dijeron que me metiera en mis asuntos”, dijo Ola Olofsson, periodista sueca, al describir una visita al salón de clases de su hija de 7 años.

Cuando escribió una columna sobre el caos del que fue testigo en la escuela, el sitio web del periódico se vio inundado con cientos de comentarios de padres y maestros exasperados. Una maestra de preescolar de Estocolmo escribió que sus alumnos de 4 y 5 años le contestan “¿Crees que me importa?”, cuando les pide que hagan algo.

Pero, ¿qué es lo que hace diferentes a los padres suecos? Forster dice que es más que nada una cuestión política y que todo el debate público acerca de lo correcto e incorrecto puede dejar a los padres más confusos que en otros lugares.

A raíz de una investigación del gobierno sobre el bienestar infantil en 2010, las autoridades ofrecieron un curso gratuito llamado “Todos los niños en el centro”, para apoyar a los padres en la educación de sus hijos. Su mensaje principal es que castigar a los niños no genera buena conducta en el largo plazo y que establecer límites no siempre es la medida correcta.

Marie Maerestad y su esposo tomaron el curso en Estocolmo en 2012, cuando sus hijas tenían dos y tres años. “Nuestra hija menor tenía rabietas y nada funcionaba... Estábamos pasándola mal, así que pensamos que sería buena idea pedir algunos consejos y asesoramiento”, añadió, sirviendo café mientras sus hijas jugaban en el piso de su casa.

Maerestad dijo que el curso los ayudó a “elegir las batallas” y comunicarse mejor con sus hijas, pero reconoció que los niños suelen dominar en los hogares suecos.

Los padres no son amigos

Hugo Lagercrantz, profesor de pediatría en el Hospital de la Universidad Karolinska, cree que el sistema de crianza en Suecia se explica por el énfasis que pone el país en la democracia y la igualdad. “Los padres suecos tratan de ser demasiado democráticos... Deben actuar como padres y tomar decisiones, no tratar de ser aceptados todo el tiempo”.

Sin embargo, también ve positivo que “los niños suecos son muy abiertos y pueden expresar sus opiniones” y que la tradición de igualdad del país impulsó a multinacionales propias como H&M e Ikea. “Suecia no es muy jerárquica y, en algunos aspectos, esa es una de las razones por las que al país le va bastante bien económicamente”.

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