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El Telégrafo
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Campamento de Idomeni tiene problemas de logística y de comida

El campamento de Idomeni en Grecia.
El campamento de Idomeni en Grecia.
Foto: Internet.
02 de marzo de 2016 - 08:51 - AFP

Dos horas de cola por un bocadillo. Más de 9.000 personas en un campamento previsto para 1.600. Saciar el hambre es todo un reto para los refugiados bloqueados cerca del pueblo griego de Idomeni.

Kadr Yusef repasa sus últimas cuatro comidas: "bocadillo, bocadillo, sopa, naranja". Un poco justo, reconoce este iraquí de 25 años, preocupado sobre todo por su hija Irene, un bebé de seis meses. Una oenegé distribuye leche para niños, pero "¿es suficiente?", se pregunta.

Niños en este campamento de la frontera entre Grecia y Macedonia los hay a montones, incluidos bebés. La organización Save the Children los cifra en al menos 2.500.

"Entre el viernes y el domingo, el campamento pasó de 4.000 a 8.000 personas. Ahora hay más de 9.000. Cada mañana nos levantamos preguntándonos cómo vamos a hacer", resume Jean-Nicolas Dangelser, responsable de la logística de la oenegé Médicos sin Fronteras (MSF) en Idomeni, a cargo del reparto de comida, más bien refrigerios. Unos 30.000 diarios.

El número de sirios y de iraquíes que llegan a la frontera es bastante más alto que el de refugiados que entran en Macedonia. Entre el miércoles a medianoche y el alba, alrededor de 170 personas cruzaron la frontera, que reabrió por unas horas tras permanecer cerrada desde el lunes a mediodía.

Con un promedio de sólo 6.500 raciones calientes por día, "debemos subsanar el resto con bocadillos", explica este cooperante, que busca abastecedores de comida caliente a buen precio. "Actualmente, cada comida cuesta 30/35 céntimos pero el productor no puede aprovisionarnos con más. Lo que nos proponen los demás rondan los 1,20 euros".

El campamento se construyó inicialmente para 1.600 personas, y con el tiempo se extendió a los alrededores, con una multitud de pequeñas carpas de lona. Para las tres raciones de comida diarias, todos los refugiados confluyen en los pasillos centrales.

Cada colaboración cuenta

"Uno de nuestros abastecedores tenía por costumbre preparar las porciones en un extremo del campamento y luego traérnoslas al principal punto de distribución, pero ahora la gente viene a verlos en cuanto comienzan los preparativos y lo hacen allí porque no pueden moverse", describe Dangelser.

En la fila central de distribución, de varias decenas de metros, hay gente de la noche a la mañana. Los repartos se encadenan.

Dos camiones-cantina instalados a la puerta del campamento hacen su agosto, aunque no todas las familias pueden permitirse bocadillos de pollo a tres euros o paquetes de galletas a dos euros, y tampoco los productos de la tienda de abarrotes de Idomeni, a unos 20 minutos a pie.

Munir, un sirio de 33 años, llega hasta allí atraído por el olor de la parrillada, pero se va con un paquete de patatas fritas, más barato. Cada céntimo cuenta: "llevo aquí una semana y no sé cuánto me voy a quedar, nadie cruza la frontera, intento gastar lo menos posible".

Frente al camión, un grupo de cooperantes internacionales voluntarios reparte cada día comida "fresca y sana", sopas o curry. Están curtidos en los eventos a gran escala como festivales o manifestaciones.

Estos militantes "antifronteras" reparten entre 4.000 y 6.000 comidas diarias preparadas y servidas en el lugar. Pelan toneladas de verduras.

"Nos ayudan mucho", confirma MSF. "La pregunta es: ¿qué hacemos si llegamos a 20.000 refugiados en Idomeni?", se pregunta la oenegé. En toda Grecia hay al menos 23.000, debido al cierre de las fronteras de los países de tránsito hacia Alemania. (I)

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