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Barcelona, capital del mundo gay

Una de las celebraciones se desarrolla en una piscina con capacidad para 8.000 personas. Hay 18 tipos de escenarios en los que se realizan festejos.
Una de las celebraciones se desarrolla en una piscina con capacidad para 8.000 personas. Hay 18 tipos de escenarios en los que se realizan festejos.
Foto: AFP
13 de agosto de 2016 - 00:00 - Gorka Castillo, corresponsal en España

“¿Qué resulta más escandaloso, ver a dos hombres besarse y abrazarse en medio de la calle o que 10 países castiguen la homosexualidad con la pena de muerte?”. Quien así habla, quien así de contundente se expresa es Fran, uno de los más de 70.000 visitantes que vive apasionadamente en Barcelona el Circuit, el mayor festival para gays, lesbianas y transexuales del mundo.  

Para este ingeniero madrileño de 37 años, el Circuit son 13 días repletos de actividades culturales, deportivas, lúdicas y también de desenfreno bajo el sol abrasador del día y a la luz de la Luna cuando cae la noche.

“Barcelona es ahora Gaycelona”, exclama alborozado.

El festival, que este año celebra su novena edición, se ha convertido en un imán para la comunidad homosexual de todo el planeta.

De hecho, la organización calcula que el 80% de los asistentes procede de países tan distantes como Brasil, Estados Unidos, Egipto, Líbano, Rusia, Australia e, incluso, Tailandia y China con un reclamo indisimulable: Cuerpos musculados intercambiando miradas lascivas a ritmo de música house dentro de una piscina.

“Para mí es la concentración gay más animada de cuantas se celebran a lo largo del año, mucho más que el día del orgullo de Madrid”, asegura Fran.

Desde hace semanas, los hoteles de Barcelona están saturados de turistas mientras que los restaurantes, las discotecas de moda y las tiendas se frotan las manos ante la avalancha de visitantes que ahora vive la Ciudad Condal. La organización cifra en 100 millones de euros el impacto económico del Circuit Festival para las arcas de la capital catalana. Y aunque hay voces críticas que califican este macroevento de “elitista y estereotipado”, el festival trata de demostrar que es mucho más que una bacanal permitida de esteroides y testosterona.

En esta edición, además de conciertos de alto voltaje, se han programado competiciones deportivas, proyecciones de cine e incluso varias conferencias, una de las cuales tendrá como protagonista a Krzysztof Charamsa, el primer cura que ha declarado abiertamente su homosexualidad.

Pero estas pinceladas son solo un barniz instructivo para incrementar su promoción. La realidad de Circuit es otra. “Sin duda, la atracción son las multitudinarias fiestas que durante trece días se toman la ciudad y sus alrededores”, explica Fran. Y entre todas ellas hay una superlativa, el Water Park Day que se celebra en el parque acuático I’lla Fantasía dentro de una piscina gigante con capacidad para 8.000 personas. Cierto es que hay preparados otros 18 escenarios festivos para los exquisitos gustos y, a veces, un tanto excéntricos, de los miles de participantes.

Fiestas a toda máquina bautizadas con nombres tan provocativos como ‘La Leche!’, ‘Pervert’, ‘Papa Party’ o ‘Megawoof’. Será el martes, precisamente, cuando arranque la versión femenina del certamen, el Girlie Circuit, dirigida al público lésbico, que cuenta en el cartel con invitadas idolatradas por estas latitudes como Javiera Mena y Sofía Cristo.

Los festejos se extienden fuera de Barcelona, por la cercana Sitges y la Costa Brava, hasta que el día 16 se mude el circo hasta la isla de Ibiza para seguir bailando allí hasta el 21 de agosto. Los organizadores insisten en que su mayor esfuerzo se ha vuelto a centrar en esta novena edición en potenciar las actividades diurnas con exposiciones, concursos de pintura y proyecciones de documentales previamente seleccionados por un jurado de expertos. Este año se ha programado una exposición colectiva sobre el transgénero y se realizarán varios talleres de salud psicoafectiva para adolescentes que descubren su homosexualidad. Todo el peso del Circuit Festival recae sobre la espalda de Matinée Group, una productora barcelonesa especializada en música house que organiza fiestas hasta en Kazajistán.

Teseo Cuadreny, portavoz de la compañía, explicaba la semana pasada que el evento barcelonés nació en 2008 “para llenar un vacío en la oferta de ocio lúdico y vacacional de una ciudad que ya entonces era un referente gay friendly” y que desde el principio tuvo “vocación internacional”. De hecho, si alguien desea triunfar en una de sus innumerables fiestas es imprescindible que domine varios idiomas.

“También se ha convertido en un punto de encuentro para gays de países donde la homosexualidad está penada; algunos cuando llegan todavía nos preguntan si pueden cogerse de la mano o besarse en público”, añadió Teseo Cuadreny el día de la presentación oficial del evento de este año.

Según un estudio realizado por la organización, el perfil del asistente es el de una persona, hombre y mujer, de 30 años que tiene una profesión liberal como emprendedor y un poder adquisitivo medio o alto, lo que les convierte en un objetivo consumista de lo más jugoso. Para empezar, las entradas para el festival no son baratas. El abono completo cuesta $400 aunque pueden adquirirse pases para fiestas puntuales por $20. Los hoteles aplican las tarifas de temporada alta y las discotecas de la zona gay de Barcelona han subido los precios de los combinados. Si un gin tonic cuesta $12 cualquier día del año, ahora llega a los $19. Y pese a la crisis, nada de esto produce un efecto disuasorio en el gentío. Si en la primera edición hubo 15.000 personas, para este año esperan superar el récord logrado en 2015 con 72.000 asistentes. “Las cifras se conocerán en septiembre”, comentan a EL TELÉGRAFO fuentes de la organización.

Los cálculos de la empresa organizadora sitúan en $250 el gasto diario por persona durante los días del festival. Sin embargo, algunos pequeños comerciantes barceloneses aseguran que la cifra “no es del todo cierta porque no va a parar a las arcas municipales, sino a las manos de los organizadores”.

En sus establecimientos se nota “más bien poco el incremento de visitantes”, admite el propietario de un restaurante de Barcelona en pleno Gaixample, el sobrenombre que recibe la zona del Ensanche barcelonés donde se asienta la colonia gay de la capital catalana y que estos días se encuentra en ebullición.

Para los defensores del festival, el mayor logro del Circuit es posicionar a Barcelona como un referente del turismo gay a nivel mundial. Pero a cambio, “alimenta un estereotipo que no se corresponde con la realidad, los gays somos de muchas formas, jóvenes o viejos, gordos, flacos, ricos o pobres”, asegura Fran.

Con la de este año suma ya tres presencias en el festival y reconoce que para disfrutarlo hay que ser “joven, guapo, musculado y con alto poder adquisitivo”, lo que le produce una cierta contradicción. “Aunque es muy divertido, es cierto que ofrece una imagen un poco trivial del colectivo homosexual porque, al fin y al cabo, busca hacer negocio. Es decir, su objetivo no es reivindicativo como el Día del orgullo”.

Para Fran, el Circuit Festival es una forma de desfogarse de su trabajo “entre cuerpos esculturales y amigos inolvidables”. Él espera ocupar un buen sitio en la Water Park Day de Barcelona. “Para eso he venido”. (I)   

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