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El Telégrafo
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Aljibes, las cisternas ancestrales

El uso de aljibes en la provincia de Manabí data de la época precolombina.
El uso de aljibes en la provincia de Manabí data de la época precolombina.
Foto: Rodolfo Párraga | et
17 de mayo de 2019 - 00:00 - Leiberg Santos Gaibor. Fotógrafo

En Manabí existe una frase que se mantiene en el tiempo: "quien controla el agua tiene el poder" y sus habitantes, desde tiempos ancestrales, desarrollaron estrategias para acopiar el líquido vital de consumo humano y riego. Uno de los elementos más importantes para este fin es sin duda la cisterna, conocida en la provincia como “aljibe”.

Se la utiliza desde tiempos precolombinos como el sitio de almacenamiento de agua. Pero la cultura del aljibe sigue vigente en pleno siglo XXl. Según la antropóloga María Isabel Silva (quien tiene un estudio sobre el asentamiento manteño en la zona de Agua Blanca, en Puerto López), en los cerros manabitas, lomas de mediana y baja pendiente,  donde se asentaban las civilizaciones precolombinas, había los aljibes.

“Toda la ideología manteña está basada en el manejo y utilización del agua, porque en la costa central está influenciada por la corriente de El Niño, de lo cual derivan grandes períodos de sequía o de mucha lluvia”.

Silva señala que cuando los españoles llegaron a estas costas, se encontraron con un clima en el que existía el invierno e inviernillo y en verano era la época de garúa. Las civilizaciones existentes se edificaban en los cerros, por ejemplo, Jaboncillo en Portoviejo y Agua Blanca en Puerto López.

En los sectores mencionados hay abundantes restos arqueológicos que muestran el sistema de almacenamiento de agua, como en Jaboncillo a 480 metros sobre el nivel del mar.

Esto demuestra que la técnica fue propia de las sociedades que ocuparon Manabí central,   las cuales usaban la neblina que quedaba atrapada en los cerros y luego destilaban la humedad a través de los árboles, donde acopiaban el líquido hacia los aljibes, de metro y medio de profundidad y casi cuatro metros de ancho.

Pero el sistema también lo mantenían en las cotas bajas de los cerros, hacían pozos que captaban el agua subterránea que destilaba el cerro.  Otro tipo de regulación del agua era el que se usaba en las albarradas (pequeñas hondonadas), donde recogían porciones de agua controlada para los sembríos.

En la época republicana las casas eran construidas de forma que recogían las lluvias y las almacenaban en los aljibes. Una de estas casas, que aún se mantienen y conservan su originalidad, es la de Adolfo Cevallos.

Él cuenta que el suizo Carlos Volker en 1904, cuando Manta pertenecía a Montecristi, construyó la edificación sobre la loma en la parte alta del barrio Jocay, ubicado en el noreste de la ciudad.

La casa patrimonio que se denomina “El castillo”, por el estilo arquitectónico de los montes Apeninos y Pirineos de Suiza, tiene un aljibe, de 40 metros cúbicos, que  fue construido con materiales traídos de Alemania.

“En 1944 esta propiedad pasó a formar parte de mi papá, y en lo que se refiere al aljibe, solo la losa fue reconstruida hace 30 años, pero el resto de la estructura, tanto paredes como pilares, se mantiene original.

Recuerda que en esa época (1950) se guardaba agua de lluvia con el sistema de canalones, que llevaba el líquido para su almacenamiento. Pero   no era suficiente para satisfacer las necesidades, ya que aparte del consumo humano había ganado que se debía hidratar.

Entonces se usaban burros, mulares y caballos que cargaban dos barriles, elaborados con sunchos, para transportar el líquido desde la estación de la Avenida 24, del centro de la ciudad. Cevallos recuerda que esa  agua  llegaba desde el bosque de Pacoche.

“A veces hacíamos hasta tres viajes diarios para traer el líquido, trayecto de ida, vuelta, y la recolección duraba cuatro horas. Años después ya había un tanquero y se nos facilitó con la construcción de avenidas”.

Sebastián Hernández cuenta que el papá de su abuela, César Castro, tenía un negocio de refrescos “colas” en Bahía de Caráquez en los años 40, por lo que disponía de un gran aljibe que se llenaba con las lluvias. (I)

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