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El Telégrafo
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Las albarradas son las represas ancestrales de los pueblos manabitas

En la comuna Danzarín, del cantón Rocafuerte, en el centro de Manabí, las albarradas son parte fundamental del desarrollo de la actividad ganadera y agrícola. Ahí se acopia el agua de invierno.
En la comuna Danzarín, del cantón Rocafuerte, en el centro de Manabí, las albarradas son parte fundamental del desarrollo de la actividad ganadera y agrícola. Ahí se acopia el agua de invierno.
Fotos: Rodolfo Párraga / EL TELÉGRAFO
15 de agosto de 2018 - 00:00 - Patricio Ramos

Acopiar agua en Manabí es históricamente una de las prioridades por los cambios  extremos climáticos en la provincia costera del país.

“Manabí significa tierra sin agua. O bien llueve mucho o simplemente existe sequía, para eso hay que estar preparados decían mis abuelos”, comentó Margarita Vélez, residente de la comuna Danzarín, del cantón Rocafuerte, centro de la provincia.

La vivienda de Margarita, donde habita con dos hijos y cuatro nietos, es nueva y fue construida a raíz del terremoto del 16 de abril de 2016.

En grupos los patos nadan en las albarradas cuando el clima es caluroso.  

La edificación de madera, con cubierta de zinc, está suspendida un metro y medio de la tierra, yace sobre pilotes de guayacán.

El clima es sin duda excesivo, al mediodía el sol es fuerte y en las noches y madrugadas el viento es helado en esta época del año en los 22 cantones de la provincia.

En  Danzarín  la vegetación es pobre por la falta de lluvias en la zona. A pesar de ello y con el agua acopiada producto de las lluvias de enero pasado, en las albarradas, conocidas también como cisternas a cielo abierto de los manabitas, Margarita, su familia y otros 5.000 habitantes del sector se las ingenian para criar ganado y mantener los cultivos de ciclo corto.

¿Cómo lo hacen? La solución para la dotación del líquido vital es milenaria. Se tratan de las albarradas, que son los aljibes naturales a cielo abierto cuya construcción es milenaria.

La arqueóloga Rita Álvarez  siempre investiga los detalles sobre estos embalses caseros, que los  distingue como técnicas para la cosecha de agua.

“Datan de más de 3.600 años, era una forma ancestral de construcción y en la actualidad es elaborada en los terrenos de mediana y alta pendiente”, destacó la investigadora.

La corriente de agua de esteros, riachuelos, incluso de mantos acuíferos subterráneos, se utiliza para llenar las albarradas que en el resto de la Costa ecuatoriana son  conocidas también como camellones.

En las zonas de Manabí, en costas de Ecuador y hasta el norte de Perú, el clima experimenta etapas de exceso de agua y sequías profundas, ahí “las albarradas que fueron construidas antes de la llegada de los españoles son  eficaces para acopiar agua, esos embalses  marcaron  la diferencia al momento de subsistir”, reseñó Álvarez.

La cisterna milenaria
La casa de Margarita está en medio de cuatro albarradas. Dos son de agua salobre que la emplean en el riego de cultivos y en las otras se acopia el agua lluvia de los esteros y las quebradas, que en verano se usa en el ganado.

Las albarradas pasaron de ser una cisterna milenaria, para garantizarse el líquido vital, para en la actualidad  convertirse en una  alternativa para el acopio de agua que es utilizada también con fines agrícolas.

Para Segundo Rodríguez,  de la zona Tierras Amarillas, también del cantón Rocafuerte, es importante tener reservas de agua, especialmente en la temporada de sequía.

Desafiar a la naturaleza
“Algunos piensan que construir una albarrada es sencillo, cavas y un simple hueco en la tierra, llegan las lluvias se llenan y ya, piensa en voz alta. Hay que saber dónde está  la tierra menos porosa, así lo que se busca es que el agua se filtre menos y pueda apenas evaporarse un poco por el sol que a veces es fuerte”, afirmó Rodríguez.

En Danzarín los agricultores desafiaron a la naturaleza. Cada finquero posee su propia albarrada casi al pie de sus viviendas. “Tener el agua cerca en nuestros pequeños lagos (albarradas) es gratificante cuando se vive de la tierra y el ganado”, reseñó Margarita.

Pero una albarrada no es un simple elemento para guardar el agua. “Alrededor de estos pequeños embalses por la humedad de la tierra se desarrolla un ecosistema”, dijo la arqueóloga Álvarez.

Hay que tomar en cuenta, según  la investigadora, que hay árboles, incluso lechuguines (plantas acuáticas), con fines de oxigenación del líquido.

“Las ramas de los árboles se han convertido en el sitio de paso o permanente de una infinidad de especies de  aves. Cuando llega el ganado a beber mueve el agua y esto permite que circule en medio del sitio de acopio”.

Pero la albarrada también es utilizada para el desarrollo agrícola en  la región. Cuando hay terrenos en las zonas bajas se las construyen en terrenos altos para aprovechar que el agua sea conducida por tuberías y por gravedad a las parcelas de sembradíos.

“Eso sucede en el mismo Rocafuerte, donde se cultiva arroz en terrenos altos para que en época de invierno, cuando se producen inundaciones, la gramínea no se pierda por la abundancia de agua”, comentó Segundo.

En la base de las albarradas se colocan plásticos negros para evitar la filtración y así aprovechar al máximo el líquido destinado para el riego.

“Algunas personas construyen las albarradas al filo de la vía para aprovechar el acceso de tanqueros que llevan agua. Se contrata la carga de agua y se la vierte  hasta llenar la albarrada”, precisó Modesto Rodríguez, del sitio Tres Charcos.

Agregó que con esta forma de guardar agua los cultivos de zapallo están garantizados, el producto es para consumo nacional, incluso lo llevan a los países vecinos como Colombia. (I)  

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