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Adictos se someten a terapia por tres tipos de sustancias

El Centro para adicciones Dame una mano (CADUM), en el Valle de los Chillos, ofrece un tratamiento residencial por un período de seis meses. En el espacio se brinda aprendizaje de agricultura, carpintería y manualidades a base de material reciclable. La capacidad es para 13 varones a los cuales se les brinda atención personalizada con consultas médicas interdisciplinarias.
El Centro para adicciones Dame una mano (CADUM), en el Valle de los Chillos, ofrece un tratamiento residencial por un período de seis meses. En el espacio se brinda aprendizaje de agricultura, carpintería y manualidades a base de material reciclable. La capacidad es para 13 varones a los cuales se les brinda atención personalizada con consultas médicas interdisciplinarias.
Foto: John Guevara / El Telégrafo
26 de junio de 2019 - 00:00 - Redacción Sociedad

Édison tiene 22 años de edad y hace un lustro comenzó a drogarse. Fumó marihuana, probó base de cocaína y, finalmente, mezcló las dos sustancias para lograr un efecto más alucinante.

La curiosidad y la insistencia de sus amigos lo condujeron hasta los alcaloides. Luego de ser consumidor se asoció con quienes la expedían para hacer un canje: él hacía la entrega y ellos le daban marihuana.

Abandonó los estudios, dejó de comer y despertaba en la madrugada para seguir probando. Así perdió trabajos y familia. “No me importaba nada, solo consumir, incluso, soporté que un amigo me violara”.

Hoy 26 de junio, en el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, cumple cinco meses de haber ingresado a un centro de desintoxicación.

Justamente, la marihuana, el alcohol y la droga “H” son las principales causas que llevan a los jóvenes hasta los centros de rehabilitación para las adicciones.

Según la Encuesta Nacional de Uso de Sustancias Ilícitas, el 12,7% de los jóvenes había consumido alguna sustancia ilegal. Asimismo -según el Plan Nacional de Prevención- uno de cada 10 chicos (de entre 12 y 17 años) había consumido marihuana.

Este informe revela que el consumo de droga se inicia a los 14 años y que en ciudades como Guayaquil la “H” es una de las preferidas.

Foto: John Guevara / El Telégrafo

Javier Toro, académico y especialista en consumo problemático de drogas, identifica que es repetitiva la situación en los estratos socioeconómicos bajos y en sitios donde se registra mayor prevalencia de violencia de género. A eso se suma la predisposición genética que pueden presentar; aunque no es determinante y su incidencia es mínima.

El psicólogo Miguel Contento, del Centro de Rehabilitación de Huaquillas (El Oro), considera que la situación geográfica (con Perú) es otro factor que incide. “Por ser un lugar fronterizo las sustancias ilícitas más consumidas son la marihuana y la cocaína, porque son de muy fácil acceso”.

Cada vez es menor la edad en la que los jóvenes se aproximan a ellas. “En nuestro cantón el promedio es 12 años”. Las principales causas que llevan a los chicos a este mundo son los problemas intrafamiliares.

“La drogodependencia es una enfermedad emocional en la que una sustancia intenta llenar o suplir la ausencia de afecto que experimenta una persona en su familia o el estimulante ante la impotencia de un abuso sexual”.

Eduardo inició su alcoholismo a los 13 años cuando su padre falleció. Hoy tiene tres décadas y vive su segunda oportunidad para rehabilitarse. Quiere formar una familia y sentirse útil. “He tocado fondo comiendo basura en las quebradas y aunque llegué aquí por mi familia, voy a recuperarme porque yo valgo mucho y de eso me he dado cuenta”.

Precisamente, el alcohol es una de las drogas socialmente permitidas y con la que los jóvenes y adolescentes conviven dentro de sus familias.

La encuesta determinó que uno de cada dos universitarios ingiere licor: 6 de cada 10 hombres, y 5 de cada 10 mujeres. En 2015, el 25,38% de las muertes ocasionadas por el consumo de drogas estuvo relacionada con el alcohol.

La concentración territorial del fenómeno alcohólico está en las zonas 3, 6 y 9 que corresponden a la Sierra Centro, al Austro y al Distrito Metropolitano de Quito.

La trabajadora social Mirian Maldonado, del Centro Dando una Mano (CADUM), en Quito, afirma que el pilar del trabajo de este espacio es la voluntad del interno. “Aquí no tenemos barrotes, ni guardia, quienes están lo hacen porque desean rehabilitarse de verdad”.

En Guayaquil, el Centro Luz de la Vida trabaja con mujeres, cuyos testimonios  coinciden en ser de hogares disfuncionales. En algunos casos la adicción se desencadenó por abusos sexuales. “Buscaba en la sustancia aliviar el sufrimiento ocasionado por violaciones”, recuerda una interna. (I)

Foto: John Guevara / El Telégrafo

La atención
Orden judicial a menores  
Según el modelo de atención para adicciones del Ministerio de Salud, el menor con consumo problemático de drogas debe internarse solo por orden judicial y con un informe de evaluación psiquiátrica, médica y sicológica.  

24 por ciento de los adolescentes en el país se han embriagado alguna vez en su vida.  

Proceso en el internamiento
El primer paso tras el ingreso de un paciente a rehabilitación es la evaluación médica, luego la desintoxicación, así como terapias ocupacionales y vivenciales para desarrollar un proyecto de vida. (I)

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