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Las adicciones actuales presentan otras formas

La utilización de las nuevas tecnologías está no solo en las academias, o en las industrias que producen en serie, sino en la vida cotidiana de los hogares.
La utilización de las nuevas tecnologías está no solo en las academias, o en las industrias que producen en serie, sino en la vida cotidiana de los hogares.
Foto: Cortesía Hoy.es
24 de noviembre de 2018 - 00:00 - Fausto Segovia Baus. Especial EL TELÉGRAFO

La influencia de la modernidad y sus aparatos “estrella” –la televisión, la computadora, los videojuegos y el celular- son evidentes en la sociedad ecuatoriana.

Desde su aparición en el siglo XX, las computadoras constituyen engendros, según algunos, que han revolucionado y resuelto todo: desde la educación hasta la familia, el comercio, la industria, la política y todas las industrias culturales.

Ahora, en pleno siglo XXI, las ventanas de la sociedad audiovisual se han abierto, gracias a la “tercera ola” –o la revolución del conocimiento-según Alvin Toffler, que ha echado raíces en el mundo y que se expande en los países periféricos.

Nadie desconoce la importancia de las tecnologías de información y comunicación -TIC- en el mejoramiento de los escenarios humanos. Aquellas están no solo en la academia, o en las industrias que producen en serie, sino muy cerca, entre nosotros, en la vida cotidiana.

Giovanni Sartori en su obra El homo videns nos recuerda que la humanidad vive una revolución multimedia, de gran impacto y de carácter global, que el homo sapiens está siendo superado por el homo videns, es decir, la cultura escrita, cuyo eje es la palabra, está progresivamente destronada por la imagen. ¿Está naciendo un nuevo tipo de pensamiento, atado a la cultura audiovisual?

“Adicción sin sustancia”

La televisión, por ejemplo, fue considerada a su tiempo como el mayor invento del siglo XX. Su uso y abuso llevaron a psicólogos y psiquiatras a identificar personas adictas a ella, con características propias de una afección mental y diseñaron terapias para restablecer el equilibrio.

Lo mismo está sucediendo con la computadora u ordenador y su caballo de Troya llamado internet, ya instalado en nuestras vidas, por lo que la Organización Mundial de Salud ha declarado su uso excesivo como “una adicción sin sustancia”.

La razón estriba en que la internet vendría a ser una dependencia psicológica y por lo tanto no orgánica, que altera ciertos impulsos en el sujeto que provoca la desconexión con la familia y otros escenarios naturales de la vida, para depender de una conexión digital.

Estar conectado

¿Qué está sucediendo? Hace poco el cigarrillo, el licor y las drogas se consideraban factores de trastornos comunes, que podrían llegar, en caso de excesos, a dependencias.

Hoy se escucha con preocupación a los padres que observan a sus hijos “clavarse” literalmente en las computadoras, porque se hallan conectados a las redes sociales, con resultados evidentes: bajo rendimiento escolar, dolores de cabeza, ansiedad, angustia y pérdida de sueño.

Una de las causas para el uso excesivo de la internet podría ser, según los especialistas, tener el servicio ilimitado en casa. Pero también se presentan numerosos casos de padres de familia, quienes ni bien llegan de las oficinas o trabajos se instalan en sus computadores para seguir conectados, incluso los fines de semana.

La dependencia a las redes sociales es real y es posible que todos, sin excepción, seamos potenciales adictos. La conexión, en consecuencia, no es aséptica.

Alertas

Las “adicciones sin sustancia” son reales, en la sociedad audiovisual que vivimos. Por eso es importante tomar en cuenta algunos “tips” o reflexiones para intentar mejorar nuestros comportamientos digitales.

Uno de los consejos que dan los especialistas es que suprimir la computadora, la tablet y el internet no es aconsejable. Es mejor negociar con los hijos –y dar ejemplo primero los adultos- para establecer reglas claras sobre su tiempo de uso.

También es necesario evitar el uso del celular durante las comidas y reuniones familiares, a fin de restaurar la conversación y el diálogo.

Un buen principio es entrar a internet solo cuando sea estrictamente necesario, y no en forma ilimitada. Trasladar la oficina a la casa no es apropiado.

Una buena decisión es pasar un fin de semana sin computadora e internet. Desconectarse podría ser un propósito para lograr otras ganancias: disfrutar del tiempo libre y mejorar nuestras relaciones interpersonales dentro de los hogares.

Jugar con los hijos y el cónyuge, pasear en los parques, ir al cine, leer un buen libro o visitar a amigos, son actividades que alejan las adicciones digitales. (O)

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