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Una abogada que se preocupa por la piel de la mujer
Ana Cristina Cordero, una abogada que cuenta con una maestría en Derecho Empresarial, es la primera nieta de la tercera generación de una familia que le apostó hace cuatro décadas a la farmacéutica. Ella decide -más allá de sus especialidades- involucrarse en el mundo de la belleza de la mujer ecuatoriana.
Pero no en aquella belleza encaminada al uso de cosméticos, sino más bien de productos que sirvan para mantener un cutis libre de toxinas, grasa y otras afecciones cutáneas propias del clima, en algunos casos.
Esta emprendedora cuenta que sus estudios de Derecho los realizó en la Universidad Católica Santiago de Guayaquil (UCSG) y luego viajó a España para realizar una maestría en el Centro de Estudios Garrigues.
Cuando estuvo de regreso en el país, se involucró en las actividades del laboratorio farmacéutico Rocnarf, una empresa familiar que tiene cuarenta años fabricando medicinas y suplementos nutricionales.
“Me encantaba estar en los comités: de marketing, financiero, administrativo y en el de desarrollo. Me gustaba mucho este último porque ahí cada una de las personas opinaba acerca de las necesidades de los ecuatorianos con respecto a los medicamentos que se necesitaban en ese momento”.
Fue ahí cuando en ella nace la idea de crear productos, pero pensando en las mujeres.
“De esa manera, en conversaciones con mi padre, quien también quería iniciarse en la dermocosmética, surge la propuesta. Creamos justamente una línea especializada en las mujeres ecuatorianas”.
Estudio de mercado
Esta joven, de 29 años, lanza entonces la línea dermocosmética Biofemme, elaborada para el cuidado de los diversos tipos de cutis. “Hicimos una investigación de mercado, al principio entre Guayaquil, Quito y Cuenca, para saber cuáles eran las necesidades de las ecuatorianas con respecto al cuidado de la piel”.
Cordero señala que como resultado de dicha encuesta concluyeron que lo que más se consumía eran las cremas humectantes, hidratantes, un jabón “que así es como ellas (las encuestadas) lo nombraban” y un desmaquillante.
Esto dio pie para que crearan sus cinco primeros productos, con el soporte de Cresens Dermocosmética S.A.
En la actualidad cuentan con diez artículos que ya se venden en el mercado. Ana Cristina, quien es la cocreadora de Biofemme y, además, es la gerente general de Cresens, destaca que actualmente trabajan en la fabricación de nuevas propuestas y que en este año terminarán con 16 en total.
Biofemme cuenta con el apoyo de la española Claudia Verdés, directora de Operaciones y Desarrollo de Productos de esta firma. Ella es licenciada en Química y tiene un masterado en Industria Cosmética.
“Llegué aquí a desarrollar los productos que ellos identificaron y de los cuales había más necesidad en el mercado. Entonces, con mi experiencia trabajando en la industria cosmética en España y los contactos que tenía de proveedores de materia prima -sobre todo de activos a nivel internacional-, fui eligiendo y desarrollando las fórmulas, de la misma manera que lo hice en mi país para otras empresas”.
Verdés indica que el proceso de la creación de un producto, desde el concepto hasta que está listo para su comercialización, dura nueve meses.
Francisco Cordero, presidente de Cresens y gerente de laboratorios Rocnarf, menciona que la dermocosmética se incrementa en consumo, “por la conciencia cada vez mayor del cuidado de la piel por parte, principalmente, de las mujeres”.
“Con la línea Biofemme apuntábamos a llenar el vacío en el mercado que hay entre las líneas importadas, dígase de Francia, Estados Unidos...”.
Él resalta que la respuesta de las consumidoras ha sido positiva. “Pese a que hay una gran competencia en Ecuador, esta línea, que tiene ocho meses, va creciendo”. (I)