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El polígrafo, fiable para unos y evasivo para otros

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Nerviosismo, sudoración y estrés son parte de los síntomas que presenta, en algunos casos, una persona que se somete o es evaluada con la prueba del polígrafo. A esto se suma la liberación de la hormona llamada cortisol, que activa la producción de glucosa.

Esta generación de glucosa hace que ciertos órganos del cuerpo se activen y haya, incluso, situaciones incontrolables. Esta descripción corresponde al teniente coronel (sp) de la Policía Nacional, Rubén Alarcón, quien es poligrafista certificado por la Marston Polygraph Academy, de California, Estados Unidos, y psicólogo clínico.

Según el oficial, al momento de la evaluación poligráfica entra a funcionar el sistema nervioso involuntario. “No tenemos control; hay mucha gente que dice que se puede concentrar y pasar la prueba; eso es imposible”.

En los últimos años, las principales universidades de Estados Unidos han creado una nueva disciplina científica denominada Psicofisiología Forense, responsable del desarrollo de programas de investigación sobre la aplicación del polígrafo en distintos campos.

A través de esta especialidad se han puesto en práctica nuevas técnicas de interrogación validadas por los resultados obtenidos en pruebas de laboratorio y casos reales.

Sin embargo, el criminólogo y perito judicial español Miguel Ángel Gallardo, califica a este instrumento como “un juguete perverso; si vale el polígrafo vale la ouija y los oráculos. Es un epifenómeno (evento secundario que acompaña al fenómeno principal)”.

Según él, esta herramienta tiene presunción de manipulación y no es experimentalmente fiable. Refiere que el propofol, una droga para extraer la verdad a los interrogados, funciona mejor si se habla de fiabilidad comparada con el polígrafo.

“El propofol es una tortura química para que confiesen; es una versión mejorada del pentotal sódico que es el famoso ‘suero de la verdad’, que funciona muy bien, pero no tiene valor probatorio”.

Gallardo precisa que hay drogas para decir la verdad y que “son infinitamente más precisas que el polígrafo, pero son ilegales”.

En términos forenses y para desmontar la supuesta efectividad y asertividad del polígrafo, el perito español destaca que, para que una prueba sea fiable, tiene que ser reproducible y esta herramienta no lo es.

“No existe reproductibilidad de la prueba; es más, estoy seguro de que si se la repitiera daría resultados diferentes. Todo examen con consecuencias legales tiene que ser reproducible”.

¿Cómo evadir la prueba?

Al preguntarle al español, ¿qué sucede cuando una persona se somete a la evaluación del polígrafo y paga por ella? “Eso es signo de culpabilidad -responde-; el que paga un polígrafo quiere engañar”.

Detalla que en el 29% de los casos habrá una excepción, pero, “si hablamos de estadísticas, todos los que han tratado de exculparse con un polígrafo pagando por ello y entrando en una dinámica de alimentar un negocio que genera un efecto drácula, lo que buscan es que los que los persiguen sean vistos como culpables”.

Para José Chérrez, presidente de Global Elite Protection and Security, empresa que brinda seguridad a nivel internacional y cuyas oficinas principales están en Miami, Florida, la  prueba del polígrafo se puede evadir con ciertas técnicas, por ejemplo, la ingesta de un tranquilizante muscular, como el ibuprofeno.

“Fumar marihuana también relaja bastante y si vas a hacer un examen del polígrafo el resultado será estándar; todos los latidos del corazón estarán normales. Como (la persona) está relajada, tranquila, sin ninguna alteración sanguínea, contesta las preguntas y pasa tranquilamente la prueba”.

Otra forma para evadir la prueba, según Chérrez, es cuando el sujeto a evaluarse es una persona testaruda que toda su vida se ha pasado mintiendo y vive de la falsedad.

“Al ponerle el polígrafo, crear una mentira es algo normal para él, y su cuerpo, su sudoración, el palpitar de su corazón, sus contracciones musculares, todo va a salir estándar. El mentiroso, el asesino que sabe lo que hace, va a pasar la prueba y el examinador del polígrafo le va a creer”.

El experto en seguridad indica que el poligrafista (persona que realiza el examen) debe tener años de conocimiento en la lectura de este instrumento.
“Tiene que ser una persona que haya pasado años estudiando, tomando cursos, entrenamientos y examinando muchísimas personas, porque todas tienen comportamientos diferentes”.  

Según Chérrez, el poligrafista no debe decirle al entrevistado cuáles son las preguntas que le va a realizar. Un criterio con el que no coincide Alarcón, quien resalta que antes de la prueba está la fase de sensibilización, donde el entrevistador socializa las interrogantes con el individuo a evaluar para traer a su cerebro los recuerdos y “sembrar los detonadores cognitivos”.

Citando un caso puntual, Chérrez menciona: “Vi lo que pasó con Carlos Pareja Yannuzzelli (‘Capaya’) y el examinador Joseph Harper, quien no habla muy bien español y no se le entienden las preguntas. Entonces Pareja ya sabía lo que le iba a preguntar y contestó tranquilo, sin nervios, sin ningún cambio corporal; el resultado saldrá como que está diciendo la verdad; es algo preparado, es un show, es lo mismo que pasaba en Sábado Gigante”.

Preparación previa

Chérrez destaca que antes de hacer una prueba de polígrafo, la persona a evaluarse debe someterse a exámenes de droga y alcohol, orina y sangre, tal y como se hace en el FBI, la DEA y el Servicio Secreto de Estados Unidos. Los resultados -dice- llegarán en el transcurso de la evaluación y el examinador sabrá si esa persona utilizó o no drogas para evadir la máquina.

Para John Garaycoa, presidente de la empresa de seguridad Mac Security, la efectividad de esta herramienta va del 96% al 98%, especialmente en los casos de infidelidad. “Nosotros confiamos 100% en el proceso”.

Indica que los requerimientos más comunes son por robo o hurto en empresas y con quienes prestan sus servicios en casas. “A la persona que se la va a evaluar le hacemos ver un video de introducción para que sepa cómo se va a realizar la prueba y que esta es amigable”.

Miguel Gallardo fustiga que el polígrafo sea utilizado en ciertas partes de España como un “medidor de cuernos para jugar con las infidelidades y las celopatías. Si hay o no infidelidades es una cuestión íntima de la pareja. La clientela del polígrafo para medir cuernos es patológica. Esto hace daño a muchas familias, especialmente a los hijos”.  

El criminólogo mexicano Víctor Galindo compara al polígrafo con un termómetro que mide el calor corporal.  

“No es el aparato el que define algo porque es solo una herramienta. Aquí lo importante es la disponibilidad y voluntad que la persona tenga para exhibir sus realidades o simplemente puede negarse. Cuando se miente, el cerebro tiene una función que genera cambios significativos en el comportamiento fisiológico”. (I)

Nuevo México es el único estado donde la prueba es válida en casos de crimen

En España y el resto del territorio de la Unión Europea no existe una ley que regule o limite el uso y aplicación del polígrafo. No hay inconveniente, siempre y cuando se respete la intimidad de la persona y acepte libremente la prueba dando su consentimiento.

Esa realidad no está lejana a la de Ecuador, donde no existe una reglamentación.

El TCrnl. Rubén Alarcón refiere: “Por eso hay personas descalificadas haciendo pruebas, que no sé si sean poligrafistas; aparecen en programas de televisión y eso daña la ciencia poligráfica. Los que tenemos licencia sabemos que eso no está permitido”.

José Chérrez, presidente de Global Elite Protection, dice que hay un solo estado dentro de Estados Unidos, que es Nuevo México, donde sí es obligatoria la prueba en casos de asesinatos, pero no para estafas. (I)

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