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El Guasmo, la hacienda que se convirtió en una microciudad

El Guasmo, la hacienda que se convirtió  en una microciudad
Foto: José Morán / El Telégrafo
29 de enero de 2017 - 00:00 - Redacción Ciudadanía

Una microciudad es una localidad pequeña con características de una ciudad grande. Este concepto se ajusta a lo que hoy en día es el Guasmo, una hacienda que perteneció por décadas a la familia Marcos y que, en 1964, la Junta Militar expropió, valiéndose de la nueva legislación agraria de ese entonces.

Cuatro años después, el gobierno de Otto Arosemena Gómez declaró esos terrenos de utilidad pública y, en 1973, se inicia la invasión con nueve familias que no eran ajenas a esos predios, pues fueron trabajadores de Juan X. Marcos, uno de los propietarios.

En 1975, el número de habitantes en este sector sur de la ciudad se incrementó a 300 familias. Luego llegaron los desalojos y eso desencadenó la ira de quienes pujaban por un solar.

Un nuevo decreto, el 2740, facultó al Municipio de Guayaquil a vender a 10 sucres el metro cuadrado de terreno en áreas urbano-marginales.

Así se iniciaron los asentamientos irregulares en el Guasmo, donde familias no solo de Guayaquil sino de otras partes del país decidieron radicarse. Producto de ello surgieron las cooperativas Proletarios sin Tierra, Siete lagos y, a inicios de 1979, aparecieron Fertisa (conocida como la capital del Guasmo), Viernes Santo, Stella Maris,

La Péndola, Reina del Quinche, Miami Beach, Unión de Bananeros y otras.

Hasta 2010, según el último censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), ese sector albergaba a 225.000 personas.

Parte de esas estadísticas es Pedro Peñafiel, un cerrajero de 61 años, quien afirma que en los últimos 15 años ha sido testigo del cambio suscitado en el Guasmo, especialmente en la cooperativa Eloy Alfaro, donde vive, y en la Mariuxi Febres-Cordero, donde tiene su negocio junto a su hijo.

“La gente nos cataloga de malos solo por vivir en este sector; no saben de lo que hablan. Este lugar cambió para bien”.

Visita del Sumo Pontífice

En 1985, el extinto papa Juan Pablo II llegó a Guayaquil y llevó su mensaje de paz a los habitantes del Guasmo, congregados en la iglesia Stella Maris.

De ese importante suceso fue testigo Francisco Peñafiel, quien destaca que, pese a las necesidades aún existentes, hay deseo de superación en la gente.

“La visita (del Papa) a este sitio sirvió para mostrar la realidad social y económica de lo que entonces era una pampa poco habitada”.

Cinco años antes de la visita del Papa, en la cooperativa Mariuxi Febres-Cordero, nació Paolo Mendieta, un vendedor ambulante cuya infancia estuvo marcada por la precariedad del sitio donde vivía.

De su mente no ha podido desterrar el recuerdo de cuando caminaba por los extensos puentes de madera y caña, hasta pisar tierra firme. A esto se suman las zanjas con aguas malolientes al pie de las casas y las calles lodosas.

El hombre menciona que ese panorama cambió, pero no en su totalidad, pues pese a que ya hay calles pavimentadas, aceras y bordillos, la carencia de servicios básicos, como el alcantarillado, sigue siendo un problema en cooperativas de vivienda como Derecho de los Pobres y Pablo Neruda, que tienen más de 35 años de creación.

Para Douglas Miranda, quien habita en Proletarios sin Tierra, es desolador ver a los niños crecer en extrema pobreza y con el riesgo de que caigan en las pozas de agua que aún existen en sitios específicos y que son un foco de infección.   

Miranda detalla que por ese sector han transitado, por años, políticos, autoridades municipales y organismos internacionales ofreciendo un cambio que solo quedó en promesas.

Las necesidades latentes que aún afectan a este sector contrastan con los sofisticados equipos electrónicos que tienen algunos propietarios de endebles y vetustas viviendas.

A este ‘avance’ en el hogar, Miranda lo califica como “una manera de mejorar la realidad”. Sin tener conocimientos mínimos de ingeniería civil y menos de administración pública, el hombre se atreve a opinar que, si resulta muy caro reubicar a todos los habitantes de la zona, simplemente deberían rellenar el estuario.

El comercio informal    

Mariuxi Medina, de 27 años, es otro testimonio viviente de lo que sucede en el Guasmo, pese a su juventud. Ella, al igual que Paolo Mendieta, habita en la cooperativa Mariuxi Febres-Cordero donde, en época de invierno, el lodo cubría el ingreso a su vivienda.

Sin tapujos, la mujer cuestiona el hecho de que por las desigualdades sociales se marginó a quienes habitan en el Guasmo. “Pero eso está por terminar”. Asimismo, resalta que el viejo esquema social, donde solo el hombre era el que trabajaba, ya está desapareciendo.

Desde el portal de su casa,  ubicada diagonal al Hospital General del Guasmo Sur, inaugurado el pasado 17 de enero por el presidente Rafael Correa, ella visualiza otro problema que no es precisamente la delincuencia. “Se puede armar un litigio con las autoridades municipales”. Su reacción obedece a que teme que no le den el permiso que necesita para seguir trabajando.

“Es verdad, hay que pagar impuestos para seguir recibiendo obras, pero lo que se gana no alcanza para hacer grandes gastos. Solo puedo pagar lo que no puede mi esposo”.

Para ayudar en la economía del hogar, ella prepara maduros lampreados, salchipapas, choripán y desayunos, mientras cuida a sus tres hijos.

La reciente inauguración de la citada casa de salud ha hecho que el comercio crezca en sus alrededores. Ante esta realidad, Medina señala que “ahora las opciones de vender o comprar se han diversificado tanto que lo más probable es que en los próximos años no sea necesario ir al centro o a la Bahía”.

Para los habitantes de esta microciudad y sus alrededores, el nuevo hospital  —que cuenta con once quirófanos, algunos inteligentes, y que tiene una cobertura para más de tres millones de personas, según Verónica Espinosa, ministra de Salud— es un motor para impulsar la economía en esta zona.       

En los alrededores del centro hospitalario, más de una docena de casas fueron adecuadas para el alquiler de locales y otras están en etapa de ampliación.

En esta zona se localizan 11 locales de comida, 9 tiendas y bazares, 10 vulcanizadoras, 4 ferreterías, 2 panaderías, 3 farmacias, una tapicería, una ebanistería, una cerrajería y hasta 3 moteles. También hay 7 locales listos para alquilar.

Glenda Ávila, quien vive en la Isla Trinitaria, conoce bien del trajín comercial que se ha dinamizado en las últimas semanas en el Guasmo.

Ella visita una vez a la semana a su madre, hermano, sobrinos y cuñada, que habitan en este lugar. “En los últimos meses los negocios se han multiplicado alrededor del hospital; hasta mi cuñada vende comida aprovechando la cantidad de personas que ahora llegan a hacerse atender”.

José Peralta, un exmarino de 53 años, es otro comerciante a quien la nueva obra lo ha beneficiado. Para él, quedarse en su casa y recibir una pensión jubilar nunca fue una buena opción.

Por eso, hace 15 años decidió incursionar en el mundo del comercio instalando en la zona una funeraria, para lo cual alquiló un local por el que paga de arriendo $ 200 mensuales.

A pocos metros del nuevo nosocomio, Peralta tiene su establecimiento llamado Cofres del Pacífico, donde laboran tres personas. La atención es ininterrumpida todos los días del año.

Sobre la inseguridad del lugar, dice que tal vez se torne peligroso por las noches y en sitios específicos. “Pero hasta ahora, en este nuevo local o en el de Portete y la 40, donde hay una sucursal, no he tenido problemas con la delincuencia”.

De esa diversificación de negocios en el Guasmo forma parte Enrique Mata, de 82 años, quien atiende una peluquería de su propiedad, la cual funciona dentro de su casa.

El adulto mayor cuenta que hubo un tiempo en que las personas hasta se peleaban por vender o comprar terrenos inundados y llenos de matorrales. “La inseguridad en los primeros años casi no existía, pero las cosas cambiaron con las creaciones de nuevas cooperativas y la necesidad de las personas que venían de otras provincias en busca de un solar”.

Este criterio es compartido por Narciso Intriago, quien tiene una vulcanizadora hace diez años. Su trabajo lo inició con dos personas, a las cuales les pagaba según la ganancia que dejara el día.

“En esta última década, la vida de muchas personas cambió y el Guasmo dejó de ser un sitio peligroso”. Sin embargo, reconoce que en cualquier lugar hay delincuencia y por eso hay que estar atento a lo que sucede alrededor.

¿Para qué ir al norte?

Si bien el Guasmo es una zona que poblacionalmente sigue desarrollándose, sus habitantes, pese a la carencia de algunos servicios básicos, no tienen la necesidad de trasladarse hasta el centro o norte de la ciudad para disfrutar de un momento de esparcimiento.

A ellos les basta con tomar algún vehículo que los acerque al Mall del Sur o Río Centro Sur para compartir un fin de semana en familia o con amigos. O simplemente disfrutar del turismo local en la Playita del Guasmo. Este último sitio es aprovechado por los pescadores para expender jaibas, camarones y conchas, productos que también se los vende en el mercado de la Caraguay.

Para realizar algún tipo de trámite cuentan con servicios, como el Registro Civil, el Complejo Judicial Sur-Valdivia y la Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT).

Y otras dependencias como el Instituto Oceanográfico de la Armada (Inocar), el puerto marítimo, la Universidad Agraria de Ecuador, el Planetario, el Hospital de la Armada, el destacamento sur de la Policía Nacional. Como toda pequeña ciudad, el Guasmo cuenta con colegios y hospitales.

Para el choneño Ángel Ostaiza, la proliferación de pandillas hizo que a mediados de la década del noventa, el sur fuera catalogado como un sector violento de Guayaquil.

Allí aparecieron agrupaciones delictivas, como los Latin Kings y los Ñetas, formadas por adolescentes y jóvenes que desertaron de sus hogares, en algunos casos, y que en su mayoría abandonaron los estudios.

“La educación tiene mucho que ver en este cambio de comportamiento, sobre todo en los más jóvenes”.

Ostaiza comenta con orgullo que el esfuerzo de su trabajo como tricimotero, los últimos 25 años, le permitió educar a sus hijos y, al mismo tiempo, terminar su casa de cemento, un anhelo que cristalizó en casi 30 años de los 51 que tiene.

Él reconoce que el Guasmo ahora posee mejor aspecto y que está lejos de compararse con el sitio abandonado que era antes, cuando el sistema de transportación era deficiente, al igual que el servicio médico o educativo.

Según cifras del Ministerio de Educación, en el Guasmo existen 51.686 estudiantes, entre hombres y mujeres, agrupados en 84 unidades educativas fiscales que funcionan en diferentes horarios.   

En lo que se refiere a establecimientos educativos privados, la zona sur cuenta con el colegio Cristóbal Colón, Guillermo Rohde, Cayetano Tarruel, la Universidad Politécnica Salesiana, y otros.

Mientras que en el área de salud, además de los centros de salud tipo A, los ‘sureños’ cuentan, desde 2010, con el repotenciado Hospital Materno Infantil Matilde Hidalgo de Procel (Maternidad del Guasmo), que al término de 2016 registró 8.892 partos y 56.000 atenciones en consulta externa.

Visión urbanística

Para el ingeniero Urbano Caicedo, director de la Escuela de Ingeniería Civil de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), uno de los mayores retos que afronta el área del Guasmo es el mejoramiento de los accesos vehiculares en las dos grandes vías de este sector: la avenida 25 de Julio y la Domingo Comín.

“Actualmente no hay muchos espacios para ampliar las vías, por lo que la alternativa sería crear pasos elevados o viaductos para solucionar este problema”.
El experto destaca que no se puede hablar de ciudad sin tomar en cuenta los espacios públicos, en referencia a la deficiencia de áreas verdes y parques en esta zona.

Otro aspecto que le preocupa a este urbanista radica en un estudio que realizó a finales de la década del noventa la Universidad Católica Santiago de Guayaquil (UCSG), el cual determinó la capacidad que tienen las edificaciones de resistir o no un evento sísmico.  

El resultado, según Caicedo, fue la vulnerabilidad de este sector (Guasmo), no tanto por los terrenos, sino más bien por las construcciones informales y la falta de regulaciones técnicas.

Pese a que el Guasmo nació sin planificación, su crecimiento poblacional continúa, demostrando su riqueza histórica, su pujanza y esperanza. (I)

El término 'guasmeño' no  es despectivo

Para el sociólogo Carlos Tutivén, la discriminación para sectores urbanos populares siempre arranca de un imaginario que prejuicia y enjuicia realidades en función de experiencias propias o creencias (historias) que se comparten socialmente.

“Este fenómeno no es exclusivo del Guasmo y puede ocurrir en cualquier otro sector de la urbe. Pero hay que aclarar que esas creencias se han desvanecido porque la realidad ya no es la misma de hace 40 años. Por creencias se estigmatiza al sector y a sus habitantes. Para evitarlo se debe tener una perspectiva crítica que sea relativa y no generalice ni imponga dogmas, tomando en cuenta que tampoco el lugar es tranquilo”.

Tutivén aclara que el término ‘guasmeño’ podría ser despectivo solo si se combina con un contexto que estigmatice a las personas. (I)  

Datos

El Registro Civil es una de las instituciones modernizadas por el actual Gobierno que funciona cerca del Guasmo.

Desde 2013 funciona el Complejo Judicial Valdivia, ubicado en el sur de la ciudad.

Los centros comerciales Mall del Sur y Río Centro Sur son el aporte privado a este populoso y dinámico sector de Guayaquil.  

Las instalaciones de la Universidad Agraria del Ecuador se ubican en esta misma zona, junto a las oficinas de CNT.

Punto de vista

Ángel Emilio Hidalgo, historiador - Guayaquil

Históricamente la ciudad creció hacia el sur y el oeste

El Guasmo nace en el momento que se abre el camino al sur en la década del sesenta, con la construcción en la actual avenida Quito —que posteriormente cambia de nombre a avenida 25 de Julio— para trasladar el puerto marítimo hacia una entrada de mar. De esa forma, el Municipio de esos años proyectaba que la ciudad debía extenderse hacia esta zona de gran extensión territorial.

Para 1973 se inició la ‘invasión’ a El Guasmo, por parte de 9 familias, que eran antiguos trabajadores de Juan X. Marcos, dueño de la hacienda del mismo nombre del sector. Pasaron tan solo 2 años, y en el sitio había 300 familias establecidas en lo que actualmente es el Guasmo Norte. En 1976 el alcalde Eduardo Moncayo Mármol ordenó demoler las improvisadas viviendas de los moradores del sector. La fuerza pública quemó 260 casas de la cooperativa Casitas del Guasmo, acción que encendió la rebeldía y posibilitó la formación del Frente de Lucha Popular (FLP), conformado por las cooperativas Río Guayas, Centro Cívico, 25 de

Enero, Los Vergeles y Casitas del Guasmo, escribió en 2012 el historiador Ángel Emilio Hidalgo, en su artículo titulado ‘El Guasmo, corazón del sur’.

El historiador también resaltó que este sector fue un bastión para apuntalar los proyectos políticos que compitieron en la primera elección luego de la denominada ‘Vuelta a la democracia’ entre 1978 y 1979, cuando resultó presidente en segunda vuelta Jaime Roldós Aguilera. A partir de entonces, politiqueros se aprovecharon de la necesidad ajena y empezaron a especular con la pobreza.

Es importante destacar que históricamente Guayaquil creció hacia el sur y hacia el oeste. (O)

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