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¿Yankees welcome?
En pleno malecón de La Habana se alza la Tribuna Antiimperialista, que fue erigida en 2000 justo frente a la que entonces era la Sección de Intereses de Estados Unidos con el propósito de denunciar la intervención indebida de los norteamericanos. Dieciséis años después, el presidente Barack Obama estará en la misma zona, donde funciona la flamante Embajada de su país, dentro de una histórica visita del 20 al 22 de marzo.
Gracias al proceso de normalización de las relaciones bilaterales, que arrancó el 17 de diciembre de 2014, se trata del primer mandatario estadounidense en viajar a Cuba desde el triunfo de la Revolución en 1959 y también el primero desde la visita de Calvin Coolidge (1923-1929) hace 88 años.
Hoy será un día de simbolismos, incluso porque Obama arriba cuando se cumplen 20 años de la ley Helms-Burton que otorga al Congreso de Estados Unidos la facultad de definir cuándo un gobierno es legítimo. La norma no solo es extraterritorial contra Cuba, sino también contra la soberanía de otros países.
Los anteriores viajes presidenciales representan la cara y la cruz de la relación La Habana-Washington, que el 20 de julio de 2015 restablecieron sus vínculos diplomáticos con la apertura de sus embajadas tras medio siglo de hostilidades. “Cincuenta años de aislamiento a Cuba habían fracasado en promover la democracia, lo que nos frenó en América Latina. Por eso restablecimos las relaciones diplomáticas, abrimos las puertas a los viajes y al comercio, y nos posicionamos con el fin de mejorar la vida de los cubanos”, señaló en enero Obama en el discurso del Estado de la Unión. Y dirigiéndose a los legisladores les dijo: “Reconozcan que la Guerra Fría se acabó. Levanten el embargo”.
Analistas y personalidades reconocen la trascendencia del acercamiento de los otrora enemigos, aunque la histórica visita del mandatario es apenas un paso más en el largo proceso de normalización de las relaciones. “Se ha llegado a este momento como resultado de la heroica resistencia del pueblo cubano y su lealtad a los principios, la defensa de la independencia y la soberanía nacionales (…) Tales valores, no negociados en más de 50 años, condujeron al actual gobierno de los Estados Unidos a admitir los daños severos que el bloqueo ha causado a nuestra población y al reconocimiento del fracaso de la política de abierta hostilidad hacia la Revolución”, indicó el diario Granma, voz oficial del Partido Comunista de Cuba, en un reciente editorial.
Luz y sombra
Precisamente, la Revolución liderada por Fidel Castro luchó contra la política pro estadounidense, entreguista y servil, de los presidentes cubanos que la antecedieron en el poder. Uno de ellos –y mucho antes de Fulgencio Batista, a quien derrocó la Revolución- fue Gerardo Machado (1925-1933), recordado por favorecer el latifundio y la penetración del capital estadounidense y quien recibió a Coolidge en 1928. Entonces, el gobernante norteamericano llegó en un navío de guerra para asistir a la VI Conferencia Panamericana.
Era la época del dominio de las bananeras y petroleras estadounidenses en Honduras y Venezuela, del control norteamericano del canal de Panamá, de la ocupación militar de Nicaragua y Haití, y del dominio en la política y economía de Cuba, según la biografía de Coolidge publicada por el Miller Center de la Universidad de Virginia.
88 años después, Obama será recibido por un país que ha ejercido gran influencia en el proceso progresista de América Latina y que tiene al mundo con los ojos puestos en su diplomacia. “Si sigue así, Cuba será la capital de la unidad”, reconoció a mediados de febrero el papa Francisco durante una escala en La Habana, rumbo a México, para reunirse con el patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa Kirill, la primera tras el cisma del Cristianismo hace mil años.
Cuba también es sede de otro acercamiento. Desde noviembre de 2012 acoge los diálogos entre el gobierno colombiano y el grupo armado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para firmar la paz y terminar con más de 50 años de guerra.
Cuba, reconocido internacionalmente por sus logros sociales en educación y salud, y con un Índice de Desarrollo Humano (IDH de Naciones Unidas) alto, ha anticipado que Obama “será bienvenido por el Gobierno de Cuba y su pueblo”. Y al mismo tiempo no olvida lo que dijo Raúl Castro, al mando del país desde 2006 cuando Fidel dejó el poder por enfermedad: “No renunciaremos a nuestros ideales de independencia y justicia social, ni claudicaremos en uno solo de nuestros principios”.
Con esas consignas en firme, el presidente cubano ha participado en sucesos considerados “históricos”. En abril de 2015 asistió en representación de Cuba a la Cumbre de las Américas de Panamá, un foro del que la isla fue sistemáticamente marginado por influencia de Washington.
En ese marco se registró el primer apretón de manos entre Castro y Obama, y más tarde volvieron a encontrarse en Nueva York durante la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre pasado. Seis meses más tarde, se reunirán por tercera ocasión, esta vez en La Habana, que en los últimos días trabaja en embellecer sus calles y lugares emblemáticos para el invitado.
“Mas allá del simbolismo, que por cierto será fuerte, (con la visita a La Habana) Obama espera alentar y dar más fuerza a los procesos de cambio en la relación entre Cuba y EE.UU.”, señala a EL TELÉGRAFO, Michael Shifter, director del centro de análisis Diálogo Interamericano, con sede en Washington. A pesar de los grandes avances en la relación bilateral, todavía quedan asuntos por resolver en el camino para normalizar los vínculos.
“Obama busca que no haya marcha atrás”
Desde que John F. Kennedy decretó el embargo en 1962, como respuesta al triunfo del comunismo en la isla, y tras otras leyes posteriores que endurecieron sus términos y condiciones, los dos países no habían visto nada parecido a lo que ocurre desde 2014. En las últimas semanas y más intensamente en los días previos a la visita presidencial, el gobierno de Obama ha anunciado una serie de medidas que flexibilizan las restricciones del bloqueo económico y también se han divulgado acuerdos bilaterales que marcan hitos en la relación de estas naciones separadas por apenas 145 kilómetros de mar.
Por primera vez en más de medio siglo EE.UU. y Cuba dieron pasos para retomar los vuelos comerciales directos, para concretar los envíos de paquetería y correos sin necesidad de pasar por terceros países (lo que aumenta los costos y los tiempos) y para posibilitar las llamadas telefónicas directas. Además, recientes decisiones de EE.UU. ampliaron las opciones para que los estadounidenses viajen a la isla, aunque el turismo sigue prohibido por el embargo.
También se abrieron nuevas posibilidades para que ciudadanos cubanos puedan ganar en dólares en EE.UU. y abrir cuentas en ese país, entre otras. Y esperando aún otros cambios, autoridades y empresarios estadounidenses han mostrado su interés en invertir en Cuba, especialmente en el sector agrícola, en telecomunicaciones y turismo, este último que experimentó en 2015 un crecimiento de 17% con más de 3,5 millones de visitantes.
Esteban Morales, politólogo cubano que fundó y dirigió el Centro de Estudios sobre EE.UU. de la Universidad de La Habana, explica que las medidas económicas de Obama están “dirigidas a romper lo que él llama la dependencia que la sociedad civil tiene del estado cubano”.
En la última entrada en su blog advierte que el mandatario estadounidense negociará con Cuba “de modo que esto le permita estar lo más cerca posible del proceso de transformaciones que la Isla está viviendo, dirigiendo sus acciones a arrebatar de manos del liderazgo cubano la conducción de los cambios que Cuba está obligada a realizar y orientando estos últimos hacia los intereses de EE.UU.”.
Morales se refiere, entre otras cosas, a los cambios derivados de la “actualización del modelo”, como llaman las autoridades al lento proceso de apertura económica, social y política que se implementa desde 2011. Los anuncios hechos por EE.UU. desde 2014 han sido “importantes (…) pero a diferencia de la política en el pasado, los cambios no están condicionados” a reformas, apunta de su lado Shifter.
Quienes cuestionan el acercamiento tanto en la diáspora de Miami como en un sector de la disidencia en Cuba, reclaman a Obama haber cedido sin lograr el fin de la “dictadura de los Castro”, ni avances en temas de derechos humanos.
Según Shifter, el mandatario estadounidense “quiere aprovechar el tiempo que le queda de su gestión para avanzar lo más posible en la apertura dramática entre Washington y La Habana”. “Obama busca que no sea posible que haya marcha atrás en la nueva política” que ha impulsado sin importar quién lo suceda en el poder en enero de 2017.
Asuntos pendientes
La visita de Obama a la nación caribeña tiene como trasfondo temas de larga data derivados del triunfo de la Revolución y del posterior embargo impuesto por EE.UU. Entre ellos, las exigencias cubanas del “fin del bloqueo económico, comercial y financiero” y la devolución del territorio que ocupa la base naval estadounidense de Guantánamo (extremo oriental de la isla) desde 1903. Además, está el tema de las compensaciones por “daños” que se reclaman mutuamente.
En lo que se refiere a compensaciones, datos del Departamento de Estado señalan que actualmente existen 5.911 reclamos abiertos en EE.UU., por parte de empresas y ciudadanos tanto cubanos como estadounidenses, por expropiaciones en Cuba, concesiones y bienes perdidos. Las compensaciones sumarían entre $ 7.000 y 8.000 millones.
Del otro lado, Cuba reclama que el costo por los daños económicos provocados por el embargo bordean los $ 121.000 millones más otros $ 181.000 millones por concepto de “daños humanos” causados al pueblo cubano.
“Cuba deberá negociar seriamente y con sinceridad con EE.UU., aprovechando todas las oportunidades que nunca ha tenido de normalizar sus relaciones con ese país. Aun frente a todos los retos que encierra ese proceso, si Cuba lograra sus propósitos, tendría mucho más posibilidades de salir adelante, que si EE.UU. se decidiera a mantener lo que ya es posible considerar como la vieja política”, escribió Morales.
Y otro tema no menos espinoso es el relativo a migración. Cuba pide la eliminación de las medidas que alientan la salida de cubanos amparados en la Ley de Ajuste Cubano, la política de “pies secos-pies mojados”, y del programa Parole, que impulsa la deserción de médicos cubanos que están de misión en el exterior.
“Cuba sí, Yankees también”
A raíz de la pugna por la custodia del pequeño Elián González que llegó a Miami tras perder a su madre en el peligroso trayecto por mar, Fidel Castro ordenó la construcción de la Tribuna Antiimperialista para fustigar al “imperio” y denunciar su “injerencismo”.
Desde ahí también se reclamó por el regreso de “Los Cinco”, los agentes cubanos antiterroristas, considerados “héroes” en Cuba y que fueron detenidos en 1998 en EE.UU. acusados de espionaje.
Elián volvió a su país y es parte de las Juventudes Comunistas. “Los Cinco” también están de vuelta. La Tribuna Antiimperialista sigue ahí para recordar esos y otros episodios que inspiraron consignas como: “Cuba sí, Yankees no” o el “Yankees, go home”.
Con la “histórica” visita de Obama, ¿empezará el tiempo del “Yankees welcome”?. El reconocido cantautor cubano Silvio Rodríguez recordó en julio de 2015, cuando vio subir la bandera de su país en la embajada de Cuba en Washington, que esperaba poder responder al “Cuba sí, Yankees no” con un “Cuba sí, Yankees también”.
“Con ‘”Cuba sí, Yankees también’, quiero decir que más temprano que tarde podemos decir que somos todos válidos. Eso no implica en ningún tipo de claudicación, sino en entendernos para poder tener una posición positiva”, manifestó. (I)