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Un safari revela la actividad de los animales en la noche

Un safari revela la actividad de los animales en la noche
Foto: Miguel Jiménez / El Telégrafo
04 de septiembre de 2016 - 00:00 - Amanda Granda

En el día ‘Tiara’, un jaguar hembra que llegó hace 2 años al Zoológico de Quito, en Guayllabamba, permanece -casi estática- sobre una percha de su jaula. Apenas mueve su cola para ahuyentar a los insectos que se le acercan. A pocos metros están sus dos crías: ‘Guaylla’ y ‘Bamba’. Su actividad física se limita a tomar el sol de la tarde.

Pero al llegar la noche la imagen cambia. ‘Tiara’ y sus hijos trepan los árboles, juegan entre ellos y corren por los 120 metros de su jaula.     

Son las 20:00 y detrás del exhibidor de estos felinos hay un grupo de 25 personas que participan del segundo Safari Nocturno que organiza el Zoo.

El guía Jonny Zambrano explica que, en general, los felinos son activos por las noches.  

A unos pasos de la ‘casa de los jaguares’ está un exhibidor más amplio. Ahí habitan tres leones (un macho y dos hembras). Por seguridad, cada vez que el macho pasea, solo una hembra lo acompaña, la otra permanece guardada, pues ambas se enfrentan en defensa de lo que consideran su territorio.

Los leones, al igual que los jaguares juegan entre sí. “Parecen unos gatitos”, dice Laura Ortiz, quien junto a su esposo y dos hijos llegaron desde el centro de Quito para participar en el safari.

En 15 minutos la familia armó su carpa en el área recreativa del Zoo. En ese espacio, 20 carpas se levantaron para que 98 personas pernoctaran la noche del sábado 27 de agosto.

Como parte de las actividades, ellos participaron en un enriquecimiento ambiental, un método que busca que los animales no pierdan sus instintos naturales (buscar su comida).

Los visitantes cortaron la carne de los grandes felinos y la colocaron en piñatas de cartón.  

Para los leones se armaron dos piñatas en forma de jirafa, los asistentes las construyeron y los zoocuidadores las colocaron en lugares estratégicos de su jaula. Lo mismo se hizo con ‘Pablo’, uno de los dos osos de anteojos del Zoo. El banquete fue sandía rellena de frutas.

Una vez alimentados los animales, los asistentes iniciaron un recorrido por el Sendero Encantado, hábitat de algunos reptiles y aves del bosque seco.

Al finalizar ese recorrido la zoocuidadora Heidi Cabezas mostró a ‘Bonita’, una de las tres boas que hay en el zoológico.

Luis Haro, de 13 años, se acercó al reptil y lo acarició. Él y su hermano Carlos se fotografiaron con ‘Bonita’ y continuaron el recorrido. A las 23:00, la última parada fue el aviario de inmersión. Para ingresar el guía pidió a los asistentes cerrar sus ojos, colocarse en fila y apagar todo tipo de luz (linternas y celulares). Una vez adentro, el grupo abrió los ojos y sobre sus cabezas volaron cinco lechuzas que habitan en dicho espacio.  

“Qué grandes son sus ojos, y su cabeza tiene una movilidad de 360°”, dijo Haro, quien lidió con la intención de sacar su cámara y hacer varias fotografías.

A las 24:00 el grupo se sentó alrededor de una fogata. Allí se contaron leyendas de la selva. Al finalizar el relato cada familia ingresó a su carpa y las antorchas se apagaron. 6 horas después el sonido de las aves anunció el amanecer. (I)

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