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Un área especial para no revictimizar a niños abusados

Los muñecos sexuados son empleados para que las víctimas revelen las características de sus agresores.
Los muñecos sexuados son empleados para que las víctimas revelen las características de sus agresores.
Foto: William Orellana / EL TELÉGRAFO
29 de octubre de 2017 - 00:00 - Redacción Justicia

‘Daniel’, sentado en las piernas de su madre, relató por primera vez lo que vivió en el baño de la unidad educativa réplica Aguirre Abad, en Guayaquil. Unos profesores lo encerraron a él y a otros compañeros, de entre seis y ocho años, para agredirlos sexualmente.

Los adultos que debían protegerlos dentro del establecimiento, tocaron sus partes íntimas e hicieron que los tocaran. Si alguno se rehusaba a obedecer lo amarraban.

No solo eso, también los presionaron para que bebieran orine, les dieron unos caramelos que les provocaron mareos y riéndose los grabaron con celulares.

‘Allan’ no solo tuvo que contarle lo vivido a su madre y a su círculo cercano que también quiso escuchar lo sucedido, sino que sus propios familiares lo expusieron ante las cámaras de los medios de comunicación para que repitiera una vez más los detalles del ataque.

Aunque esta acción suena un tanto inofensiva y pese a que al niño parecía no afectarle, esto lo revictimiza, pues vuelve a sentir las mismas emociones. “Eso es muy duro, pues una víctima siente vergüenza y a veces hasta se siente culpable”, manifestó Paola Andrade, quien en su infancia fue abusada sexualmente por nueve personas y pudo confesarlo recién a los 32 años. La ciudadana ahora dirige la fundación ‘Ecuador dice no más’.

César Peña es el fiscal encargado de la investigación de los actos ilícitos ocurridos dentro de la réplica Aguirre Abad. Indica que la Constitución de la República en el artículo 78 establece que los que sufren delitos no pueden ser revictimizados. “Sin embargo, aquí lo cuestiona todo el círculo familiar: la mamá, el papá, los tíos y hasta los vecinos para saber la historia y calificar la veracidad”.

La función de una habitación denominada cámara de Gesell, dividida en dos por un espejo de visión unilateral, es que el o la afectada relate una sola vez lo ocurrido durante la investigación. Este testimonio único suple cualquier otra versión durante las audiencias.

De acuerdo con cifras de la Fiscalía General del Estado (FGE), hasta junio de 2017 se contabilizaron 869 testimonios anticipados en la cámara de Gesell por delitos de carácter sexual, en los cuales las víctimas eran menores de 18 años. De estos 174 ocurrieron en Pichincha.

El pleno del Consejo de la Judicatura (CJ), mediante resolución 117-2014 de 15 de julio de 2014, expidió el ‘Protocolo para el uso de la cámara de Gesell’ el que regula el funcionamiento de dichas áreas a favor de las personas que lo requieran, evitando la revictimización y un nuevo maltrato psicológico.

Según el CJ, en Ecuador hay 92 de estas cámaras, de las cuales solo 52 están operativas. En estas se han realizado 2.042 diligencias con víctimas y testigos de delitos.

¿Quiénes intervienen?

En la parte iluminada de la cámara de Gesell entra el niño o niña con el especialista en psicología. En la otra mitad, alumbrada solo por la luz de la pantalla de la computadora donde se proyectan ambos espacios, están los padres de la víctima, el juez, el fiscal y los abogados.

Ellos escuchan todo gracias a un micrófono que pende de una lámpara y pueden trasmitirle preguntas al psicólogo porque lleva un auricular. Toda interrogante es calificada por el garantista de derechos, es decir, el juez.

“El testimonio queda grabado y además el personal del Departamento de Criminalística lo transcribe para que durante el juicio sea leído ante el Tribunal. Esa es parte de la prueba elemental de la Fiscalía para emitir una acusación, pues el perjudicado además es el único testigo. Recordemos que estos casos siempre se ocultan, por ejemplo en el baño”, sostiene Peña.

Además manifiesta que aún no hay fecha establecida para realizar esta diligencia con cuatro víctimas del caso ocurrido en el colegio réplica Aguirre Abad, pues la primera convocatoria (el 19 de octubre) fue suspendida por ausencia de dos de los menores.

Preparación previa

Priscila Pérez Zamora es psicóloga clínica y perito de la Fiscalía Provincial de Guayas. Detalla que las entrevistas a víctimas de violencia son extremadamente delicadas. “Una media hora antes del ingreso al área especial se las prepara, primero para bajar sus niveles de ansiedad y estrés. Esto se realiza en una sala lúdica, un espacio de confort y amigable. Sobre todo cuando trabajamos con niños desde los tres años”.

Respecto a esto dijo que para un pequeño de esa edad, aunque no se conoce, es muy fácil expresar con pocas palabras lo que le ha sucedido, pues es una experiencia inusual y totalmente desconocida el tema de la irrupción en su psicosexualidad.

Se los prepara desde el enfoque de empoderamiento ante el hecho de evidenciar que algo no estuvo bien. Establecemos un entorno de protección y seguridad, pues no es fácil, en lo más mínimo, que se exprese ante alguien que recién conoce y en un contexto en que todo es nuevo”.

Durante la preparación, por ejemplo, la especialista le explica qué está bien y qué está mal, qué debe hacer ante estas situaciones, cuándo pedir ayuda y quiénes están para ayudarlo. “Si el niño tiene claro qué parte del equipo somos nosotros va a ganar un poco de confianza y sabrá que lo que diga será creído. Ellos sienten que no hay quién les ayude porque nadie les cree”.

Esta declaración es reforzada por el análisis de resultados de la Encuesta Nacional sobre relaciones Familiares y Violencia de Género contra las mujeres, realizada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en el que consta que a una de cada tres víctimas de abuso sexual nunca les creyeron y que una de cada cuatro víctimas nunca avisó por temor, vergüenza o impotencia.

A la cámara de Gesell, no se  ingresa hasta que el niño no haya bajado sus niveles de ansiedad. “El espejo les llama la atención, pero no lo desenfoca como a un adulto. El niño entra con el psicólogo, observa todo y se le explica que en ese momento el lugar es especial”.

En la parte iluminada de la cámara de Gesell entra la víctima con la psicóloga y en la otra mitad de la habitación están los padres, el juez, el fiscal y los abogados.

Muñecos ayudan a identificar a los agresores

Para la entrevista se utiliza el ‘Protocolo único de Nichd’ que establece el orden lógico para identificar personas, tiempos, características del hecho, del lugar, quiénes participaron, quiénes no, a quién le avisa. Uno de los implementos usados son los muñecos sexuados, claves para trabajar en el lenguaje lúdico de los niños.

“Contienen características con partes sexuales de ser humano tanto de niño, niña, adolescente, adultos hombres y mujeres, adultos mayores, de diferentes razas y etnias. Así pueden poner roles durante su relato”.

Agregó que si el niño ya explicó claramente lo que sucedió, las partes no pueden repreguntar de lo mismo o cuestionarle si está seguro de lo que contó. “Cada niño es un mundo y hay que tenerles paciencia. No estamos al ritmo de la diligencia judicial, sino al ritmo de la víctima”.

Giuseppe Julián Navas coordina con las partes para la diligencia. “El Juez inicia la diligencia y da paso a las preguntas. Esto puede tomar de media a una hora, pero se puede extender dependiendo del desenvolvimiento del afectado. De todo lo tratado se realiza un acta con los presentes y al finalizar se entrega el material audiovisual al fiscal”.

Modelo integral de Atención

Paola Andrade, quien dirige la fundación ‘Ecuador dice no más’, con su esposo, que también fue abusado, presentará mañana en el país el modelo multidisciplinario de atención del National Children Advocacy Center (NCAC), creado en 1985 en Estados Unidos, pero que ahora opera en 25 países como Brasil, Australia, Islandia, entre otros.

“La víctima va a un solo lugar, a unas mismas instalaciones con un ambiente creado especialmente para ellos, desde la recepción todo acorde con su estatura. Ahí los adultos se organizan para trabajar a favor del niño”, manifiesta la profesional.

En el área que es como una casa, la entrevista una perito forense para tomarle la primera declaración. De ahí un pediatra especialista en delitos sexuales lo examina de cabeza a los pies y “esto es lo que más calma a la víctima, porque un niño abusado está convencido de que algo se dañó o rompió en su cuerpo. Rara vez se encuentran evidencias del delito en estos exámenes, pero es parte de la rutina”, dice.

Andrade detalla que luego empieza la parte investigativa que incluye la entrevista en la cámara de Gesell “muy diferente a la que conocemos en el país” y la víctima y progenitores reciben terapias, juntos y separados. Posteriormente asisten a grupos de apoyo.

El proceso se extiende por aproximadamente ocho semanas que terminan con una graduación para el niño o niña. “Esa es la idea que llevaremos, pues todo mundo da propuestas, pero se necesita algo organizado e integral”. (I)

“No a la violencia sexual”, “Tenemos derecho a la educación sexual”, se leía en las pancartas que levantaron los niños de una escuela fiscal mixta del Guasmo Sur, en Guayaquil. Foto: William Orellana / EL TELÉGRAFO

DATOS

No existe una forma de saber, a partir del tipo de personalidad o la conducta social, si una persona es o no un agresor sexual de niños, niñas y adolescentes.

Los agresores sexuales circulan disimulados en el entorno familiar y social. La relación que establecen con el menor está basada en amenazas, control e intimidación.

Los niños con discapacidad son más vulnerables al abuso, en especial cuando sufren de alguna deficiencia mental, según datos
de la Unicef. (I)

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