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Trabajar y ser madre, dos roles marcados por sacrificios

Trabajar y ser madre, dos roles marcados por sacrificios
Foto: José Morán / El Telégrafo
08 de mayo de 2016 - 00:00 - Redacción Sociedad

Hace 2 años Nathaly Gómez (nombre protegido) quedó embarazada, pero los médicos le indicaron que había la probabilidad de un desgarro. Su período de gestación fue de alto riesgo y decidió tomar los 15 días de vacaciones que le correspondían.

En ese tiempo tenía el cargo de asistente de cuentas en la compañía donde aún labora y sus jefes aceptaron el descanso. Unos días antes de reincorporarse al trabajo recibió una llamada en la que le notificaron que tendría otra posición.

“Me dijeron que me cambiaron de puesto y que luego volvería a trabajar normalmente en mi cargo anterior. Decían que era lo mejor para mí, para no estresarme, aunque yo no veía ningún obstáculo porque me sentía bien”.

Ya dio a luz y han pasado 2 años. Sigue en el cargo que le habían asignado ‘temporalmente’ como asistente de control (una posición de menor rango), en el cual revisa los documentos antiguos de la compañía. “Como el mío, hay más casos porque hay empresas que discriminan a las embarazadas, piensan que no les sirven y tienen que removerlas”.

Nathaly no duda que buscará otro empleo, una vez que obtenga el título de ingeniera en Comercio Exterior, el próximo año. La razón por la que ha permanecido en la compañía es porque tiene tiempo para estudiar y entre sus metas está montar su empresa propia.

La historia de Nathaly marca un paréntesis en las luchas de género y demuestra que aún faltan derechos por conquistar. Las profesionales tienen obstáculos o agravios cuando buscan una familia. Por eso, hoy, gran parte del mundo recuerda a las madres trabajadoras, que laboran de 09:00 a 18:00 y llegan a casa a preparar biberones. En muchos casos son jefas de hogar, como ocurre con el 69,8% de las madres ecuatorianas.

Para Mishelle, el papel de madre y trabajadora es un sacrificio. Prefiere la reserva de su identidad porque su hija la acompaña en sus labores, a escondidas de sus jefes.

Mishelle tiene 29 años y 2 hijos, una niña de 2 años y un varón de 7 meses. Se desempeña como vendedora y debe visitar a los clientes en el lugar donde ellos se encuentren.

El último martes recorrió el centro de Guayaquil, visiblemente cansada y agotada por el intenso calor. Su pequeña hija estaba inquieta, pero Mishelle debía cumplir con un par de clientes más antes de recoger a su otro bebé. El pequeño estaba con  un familiar en el sur de la ciudad y luego debía regresar con él a casa, en el norte.

“Las empresas deberían ser más flexibles con las madres. Sería muy bueno que tengan guarderías, como en otros países, pero como no hay no puedo darme el lujo de pagar a una persona que cuide a mis hijos porque gano un poco más del sueldo básico y no me quedaría para nada”.

Actualmente, en Ecuador está en vigor la licencia opcional sin remuneración para el cuidado de los hijos, hasta por 9 meses. A este beneficio pueden acceder tanto el padre como la madre, luego de los 3 meses de permiso obligatorio y con remuneración para ella.  

Este derecho se encuentra disponible desde marzo pasado, como parte de las reformas al Código de Trabajo, específicamente al artículo 152.

¿Por qué quedarse más tiempo en casa? Se estima que en los 9 meses, luego del parto, puede existir un mayor apego de la madre al bebé y se añade el beneficio de lactancia exclusiva durante los primeros 6 meses de vida, tal como lo señala la Organización Mundial de la Salud.

De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, la lactancia materna  disminuye el riesgo de desórdenes alérgicos. También protege al bebé del síndrome de muerte súbita, en comparación con los niños que toman fórmula y que presentan un riesgo mayor.

Además, la estimulación intelectual de los bebés por parte de sus madres durante los 12 primeros meses de vida es esencial para pronosticar el tipo de conducta de los niños en el futuro.

Así lo señala un estudio realizado por la Universidad de Chicago, que advierte sobre la importancia de las intervenciones enfocadas hacia la educación en esta fase temprana para la prevención de problemas futuros.

Por si fuera poco, un estudio publicado en el portal del Foro Económico Mundial indica que por cada mes extra que una madre está en casa con su hijo la mortalidad infantil se reduce hasta el 13% en países de ingresos bajos y medios.

Mientras que la psicóloga infantil Karen Peralta indica que la estimulación es necesaria durante los primeros meses para desarrollar sus sentidos. “El bebé no comprende nada de lo que sucede a su alrededor y se procura que la mamá tenga la cercanía con el bebé, lo coloque sobre su pecho, regule el ritmo cardíaco, su respiración y temperatura”.

Cuando no son estimulados por la mamá de una forma correcta, pasan a lo que conoce como el ‘planchado’, es decir, no se mueven mucho y no reaccionan. “Si no hay una buena estimulación, no hay una buena alimentación y, por ende, un desarrollo neurocognitivo, sensomotriz, que va de la mano con la parte física y psicológica”.

Pero que la madre trabaje no es un impedimento para lograr esa conexión. Peralta manifiesta que una profesional debe dejar a su bebé con alguien que conozca y dejar que el infante también se familiarice con esa persona.

Cuando llega del trabajo a casa, por ejemplo, lo primero que debe hacer una madre es no perder la conexión con el niño cantándole, bañándole, hablándole, dándole de comer, aunque otras personas lo hayan hecho.

La médica especialista en gastroenterología, Verónica Arias Vera, cree que ha logrado ese apego con sus hijos, pese a las exigencias de su profesión.

La primera vez que salió embarazada fue hace 15 años, cuando iba a ingresar al internado, mientras que su segundo hijo llegó luego de 6 años.

Con ambos, el período compartido cuando aún eran bebés no superó los tres meses, porque debía reintegrarse de inmediato a su trabajo.

Su hija mayor solo tomó leche materna hasta el segundo mes y luego lo combinó con leche de fórmula hasta el quinto mes. En ese tiempo, su mamá, su suegra y cuñadas le ayudaron en los cuidados.

Con su segundo hijo pudo ejercer la lactancia exclusiva hasta el onceavo mes. No le dio fórmula porque se lo propuso, de tal manera que dejaba separados los biberones rotulados con números.

“He compensado la falta de estar con ellos con calidad de tiempo. Ahora compartimos una cena juntos, el fin de semana es enteramente para ellos, nos vamos al cine o salimos a comer. Me siento una mamá querida porque me escriben cuando lo desean y me dicen lo mucho que me quieren”.

Tiempo, trabajo y maternidad, palabras que mujeres como Verónica, Mishelle o Nathaly ponen en una balanza por igual. (I)

Una licencia de maternidad pagada reduce los niveles de estrés de la mujer

Los departamentos de salud ocupacional en la Universidad McGill, de Canadá, realizaron un estudio en el que revelaron que la licencia pagada por maternidad, con su garantía de ingresos y seguridad en el trabajo, puede reducir el nivel de estrés de una mujer, el cual es un conocido factor de riesgo en el parto prematuro.

Además, señalan que algunas pólizas permiten a las mujeres embarazadas tener un acceso más fácil en la atención durante el tercer trimestre. Después de que nazca su hijo, una madre con permiso pagado puede tener más tiempo para buscar atención médica y el cuidado de un niño enfermo. Los investigadores aseguran que si una mujer toma licencia materna es más probable que continúe la lactancia y se asegure de que su bebé reciba las vacunas para mejorar su salud. (I)

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