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Suiza: turismo de la muerte o derecho a elegir

Ciudadanos alemanes, ingleses, franceses e italianos que tienen una enfermedad terminal acuden a Suiza para buscar lo que en sus países no les ofrecen.
Ciudadanos alemanes, ingleses, franceses e italianos que tienen una enfermedad terminal acuden a Suiza para buscar lo que en sus países no les ofrecen.
Foto: www.revistavive.com
02 de octubre de 2016 - 00:00 - Cristina Z. Albuja. Colaboradora

“Se necesita mucha fuerza para tomar la decisión final de hacerlo”, responde Alois, un jubilado suizo, de 75 años, al preguntarle sobre el suicidio asistido. Confiesa que lo acepta, pero que le resulta duro entender la decisión de personas que recurren a Exit, Dignitas o Eternal Spirit, 3 de las asociaciones que, en Suiza, ayudan a quienes quieren terminar con su vida. “No creo que sea la salida más fácil. Todo lo contrario, al final, eres tú mismo quien debe tomar la dosis letal”, explica pensativo.

Recuerda a una de sus compañeras en las clases de gimnasia para jubilados. “Era una mujer muy activa, tenía unos 78 años, trabajaba de mesera. Un día tuvo un accidente en su bicicleta y todo cambió. Empezó a tener problemas de equilibrio, su vida pasó a depender de un caminador. Poco tiempo después vino a despedirse. Iba a Exit”, relata.

El suicidio asistido se practica desde los años cuarenta en el país alpino. La ley lo respalda y el Tribunal Federal suizo de 2006 estableció que toda persona en uso de sus capacidades mentales (sin tomar en cuenta si eran o no enfermos terminales) tiene el derecho a decidir sobre su propia muerte.

Decididamente el caso suizo podría tildarse de ‘raro’ en el mundo. Aparte de poder ejecutar la decisión del paciente que presente un certificado médico, ahora van un paso más allá. Exit, la asociación (que atiende únicamente a ciudadanos suizos o que vivan en el país legalmente) que más años de experiencia tiene en la práctica de los suicidios, ha aceptado incluir entre sus estatutos el compromiso “en favor de la libertad de morir ligada a la edad”, es decir, acompañar a ancianos, que aunque no padezcan enfermedades terminales, sí les aquejan otros males, a la muerte.

Claudia Geiger cuenta —todavía conteniendo las lágrimas— cómo fue su experiencia. El 8 de junio, se cumplió el primer aniversario de la muerte de su padre. En el año 1999 le diagnosticaron esclerosis múltiple. “Una enfermedad muy injusta y dolorosa. En cuanto lo supo, acudió a Exit. Nos dijo que era una solución de último minuto, para cuando ya no pudiera más”, cuenta. Y, efectivamente, desde 2014 su situación empeoró. Pese a ver su dolor, su hija fue la que más reparos puso para que su padre pudiera irse.

Tanto lo hizo que hasta lo obligó a aplazar el momento en una ocasión, pero en verano del año pasado no pudo retrasarlo más. El hecho de que a ella también le diagnosticaran la misma enfermedad y las explicaciones de su padre “ya he vivido mi vida, crié 2 hijos, trabajé. Simplemente ya no quiero más”, hicieron que aceptara.

“Fue a las 10 de la mañana. La enfermera de Exit llegó a la casa. Mi padre estaba en su sillón preferido, junto a mi madre y mi hermano, se fue feliz, se desprendió dignamente de su dolor”, explica Claudia, que no quiso estar presente. Tanto ella como su madre, su hermano y cientos de amigos son ahora socios de esta organización. Mónica Düby, encargada de comunicación de Exit, explica a este medio que su trabajo se centra en aconsejar y prevenir el suicidio.

Dice que en 2015, de las 3.500 personas que expresaron su deseo de morir, 782 efectivamente lo hicieron. Afirma que por el solo hecho de saber que existe la posibilidad de elegir el momento y la forma de morir, a muchos les da la fuerza para esperar hasta que llegue la muerte natural. Exit ofrece también la posibilidad de que el paciente deje por escrito su deseo de un suicidio asistido. Llegado el caso en el que pierda sus capacidades, al paciente se le puede parar el tratamiento que lo mantenga con vida.

Actualmente, según cifras brindadas por el organismo, se almacenan 85 mil testamentos a los que los miembros pueden acceder en cualquier momento y Exit ayuda con medios legales para que se cumpla esta directiva anticipada. Es importante también el papel que desempeña el centro de cuidados paliativos Pallicaura, parte de Exit.

Su tarea es “apoyar a la vida” con cuidados médicos y psicológicos, pero cuando las personas sufren demasiado, algunos prefieren morir.

Exit se encarga de los trámites necesarios para acompañar al suicidio, que van desde los chequeos médicos y ayuda legal hasta la prescripción médica letal del preparado de pentobarbital sódico euthanatics (NAP).

Para Erika Preizig, directora de Eternal Spirit, el derecho a decidir la manera de morir debería estar extendido en el mundo, “el único problema es que la gente tenga que viajar, muchas veces en circunstancias dolorosas, para encontrar la paz en Suiza”. (I)

DATOS

En 17 años, Erika Preizig, directora de Eternal Spirit, ha visto morir a unos 2 mil extranjeros, solo en 2015 fueron 218 alemanes, y está convencida de que esta cifra se debe a que en noviembre del año pasado Alemania prohibió el suicidio asistido y penalizó con 3 años de cárcel a quien lo ejerza.

Según estadísticas de Dignitas, en 15 años (1998-2013), 1.071 personas han recurrido a esta asociación para poner fin a su vida. Primero están los alemanes seguidos por los británicos. (I)

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El suicidio asistido es legal en Suiza

"La persona que desea morir debe estar en su sano juicio"

Según el artículo 115 del Código Penal Suizo, el suicidio asistido es legal, siempre y cuando la persona que ayuda no lo haga por motivos egoístas. De conformidad con la legislación suiza, la persona que desea morir también debe estar en su sano juicio y mantener el control sobre el acto.

El asesinato por encargo o eutanasia activa se prohíbe en Suiza. Este respaldo legal ha impulsado el desarrollo de lo que se conoce como “turismo de la muerte”.

Es decir que ciudadanos, sobre todo de Alemania e Inglaterra, aunque también de Francia e Italia, que presenten el certificado médico que avale una enfermedad terminal y que haya pasado por una terapia y todavía sienta ganas de morir, encontrará ayuda en alguna de las otras dos organizaciones que prestan los servicios a extranjeros: Dignitas y Eternal Spirit.

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