La protección de la naturaleza es sin duda uno de los principales retos que tenemos como sociedad de cara al futuro. Existen muchas maneras de contribuir a la conservación del medio ambiente, pero desde el año 2008 en que fue promulgada la Constitución de Montecristi, los ecuatorianos tenemos una herramienta muy interesante: el activismo.

Una de las innovaciones de nuestra joven Constitución fue el reconocimiento de que la naturaleza es sujeto de derechos. Ahora bien ¿qué significa esto?

Por regla general, las personas, como usted o como yo, o, incluso, las empresas, como personas jurídicas, son sujetos de derecho.

Sin embargo, nuestra Constitución cambió esa regla general y planteó un nuevo escenario donde la naturaleza también puede tener derechos. O sea, pasó de ser un conjunto de seres bióticos y abióticos inertes, a ser una materia a la que nuestra ley le reconoce derechos.

Así, por ejemplo, el artículo 71 de la Constitución establece que la naturaleza “tiene derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos” y el artículo 72 establece que también tiene derecho a la restauración.

El hecho de que la Constitución reconozca que la naturaleza tiene derechos no es una cuestión menor. Por el contrario, implica un reto para la sociedad pues ahora los defensores de la naturaleza tienen una herramienta constitucional para protegerla. Esto, a su vez conlleva a que en nuestro país el activismo por los derechos de la naturaleza debe ser creciente, organizado y, progresivamente, más radical.

Aunque evidentemente existen muchas disquisiciones teóricas respecto a la conveniencia o no de haberle reconocido derechos a la naturaleza, y este es un tema controversial, lo cierto es que los ciudadanos tenemos una herramienta de altísima trascendencia para que esos sueños -que parecían infantiles- de salvar al mundo, salvar un árbol o a un ecosistema se materialicen, pues desde hace diez años la naturaleza tiene derechos en nuestro país. (O)