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Las Siete Cascadas del Zapanal son un imán turístico del cantón La Maná
El subtrópico de Cotopaxi es uno de los lugares más biodiversos, productivos e impresionantes del país. Colindante con el Litoral, en esta zona de clima lluvioso y húmedo se cultivan simultáneamente frutas, cereales, verduras y demás productos agrícolas, tanto de la Costa como de la Sierra.
Al estar entre la cadena montañosa andina y los valles cálidos, el sector además es ideal para la crianza de varias especies de ganado vacuno y desarrollo del comercio.
Ciertas parroquias de Pujilí y Sigchos, así como los cantones Pangua y La Maná, se encuentran allí. Cada fin de semana miles de turistas visitan estas localidades. Muchos van de camino a Quevedo, y quedan fascinados con los encantos naturales existentes, entre ellos impresionantes caídas de agua, ríos, bosque húmedo, ruinas arqueológicas y senderos forestales ideales para la práctica del trekking. En La Maná, ciudad ubicada a cuatro horas de la capital, se puede disfrutar de todos estos atractivos.
Al lugar se accede por la vía Pujilí-Quevedo, desde la Sierra, y por la carretera que conduce desde San Jacinto Buena Fe hasta Latacunga, desde la Costa.
El nombre de este cantón hace referencia al relato bíblico de Éxodo capítulo 16, en el que se denomina Maná a la abundancia de alimento. La riqueza del suelo, clima húmedo y ubicación geográfica privilegiada, dio paso en La Maná a un reconocido desarrollo agrícola y ganadero, por lo cual allí nunca escasea la comida.
Las Siete Cascadas
Los atractivos naturales y rincones encantados del cantón son varios. El más conocido y visitado son las Siete Cascadas del Zapanal, denominadas así en honor al río del cual proceden.
Se trata de un circuito de chorreras que bajan de una misma colina, en forma de escalinatas, y que son una pequeña muestra de la riqueza hídrica del subtrópico de Cotopaxi.
Este refrescante e impresionante encanto natural se encuentra en la comunidad Estero Hondo, caserío La Envidia, a 14 kilómetros de La Maná.
Por un amplio camino de segundo orden, que atraviesa extensas plataneras, y sembríos de yuca, cacao, naranja y maíz se llega hasta La Envidia, desde donde se debe ascender por el cerro Olivita hasta llegar a la primera caída de agua.
Alfonso Herrera, presidente del recinto y guía nativo, explica que “aquí la temperatura oscila entre los 18 y 25 grados, por lo que al llegar a la primera cascada los turistas suelen zambullirse en las refrescantes aguas que bajan de los Andes. Las pozas que se forman en la parte baja no son muy profundas, por lo que personas de todas las edades suelen jugar y bañarse”.
La abundante vegetación del lugar tiñe el ambiente de un verdor intenso, contrastado por plantas de tonalidades rojas, amarillas y púrpura. La conjunción de olores y sonidos que se producen en el bosque húmedo, tiene un efecto ‘hipnotizante’, según los turistas.
Maritza Santibáñez, bióloga y visitante habitual de las chorreras, menciona que allí crecen de forma abundante plantas y arbustos de guadúa, paja toquilla, palmito, chilca, piperáceas, heliconias, aráceas, las cuales desprenden fragancias indescriptibles. “En ellas se posan y anidan mariposas, libélulas, moscarrones, abejas, quindes y más aves multicolores”.
Como ella, cientos de estudiantes de biología y gestión medioambiental, nacionales y de países vecinos han hecho de La Maná su segundo hogar.
Roberto Sales, turista colombiano, destaca que “Mindo, Baños, San Jacinto de Pastaza y tres localidades más de Ecuador son ideales para el avistamiento de aves como el colibrí, periquito, gavilán, torcaza, loros... Estas especies juegan un papel fundamental en el proceso de polinización, al igual que las coloridas mariposas y abejorros”.
Baño energético
El agua que baja por las cascadas viene de lo alto de la ‘montaña sagrada de los dioses’, como se conoce localmente al lugar, en el límite de los cantones La Maná y Pangua.
Otros visitantes recurrentes de las chorreras son los aficionados a los saberes ancestrales, como es el caso de Nancy Hernández. Partera desde hace 10 años y estudiante de Medicina, asegura que las cascadas además de ser un atractivo turístico, son una fuente inagotable de energía andina.
El colombiano dice que el líquido que desciende de cualquier montaña lleva consigo las energías de la naturaleza. “La vegetación, animales, piedras preciosas y demás componentes de la selva contienen una gran carga de vigor, fuerza y potencia, por eso es recomendable tomar un baño de al menos 10 minutos bajo la cascada, con la finalidad de recibir de manera eficaz todos estos elementos”.
La altura de las cascadas oscila entre los 10 y 90 metros. La de mayor altitud, llamada Tobogán de Piedra, posee una resbaladera natural de 30 metros, desde la cual los clavadistas demuestran sus destrezas.
El recorrido desde la primera chorrera hasta la última dura cerca de 40 minutos, tiempo en el cual se puede apreciar gran variedad de bromelias, orquídeas, helechos, musgos y otras plantas.
Este delicado ecosistema además alberga una gran diversidad de animales, entre ellos el armadillo, guanta, guatusa, ardilla, conejo, perico ligero, oso hormiguero, zorro, raposa, mono aullador y murciélagos. También es posible encontrar serpientes como la equis, coral, sayama y una amplia variedad de lagartijas y sapos.
En La Maná además destaca la presencia de trucha y tilapia. Por esta razón una de las especialidades gastronómicas que se ofertan en el cantón es la trucha asada, ahumada o al carbón. (I )
DATOS
Al interior del bosque húmedo crecen especies frutales como el banano, arazá, limón, naranja, mandarina y achotillo.
Extensas plataneras y plantaciones de cacao, naranja y maíz adornan el trayecto desde el centro de La Maná hasta el caserío La Envidia, donde están las cascadas.
Otros de los platos típicos del cantón son carne asada con chifles, cuerito con plátano asado, corviches, humas, encebollado y carne de cerdo asada. (I)