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El Telégrafo
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Las padaung viven esclavizadas a sus collares

Las padaung viven esclavizadas a sus collares
28 de abril de 2016 - 00:00 - Agencias y redacción

Panpet, Birmania.-

Mu Par sueña con el día en que todas las “mujeres jirafa” regresen a sus tierras de Birmania para vivir de un turismo centrado en la artesanía y no en sus cuellos adornados con aros de bronce, signo de belleza en la tribu Kayan.  

Ella volvió hace unos meses al estado Kayah, conocido por las mujeres de estilizados cuellos alargados por argollas. Antes vivió 14 años en la vecina Tailandia, donde se cansó de posar con turistas.

En su región del nordeste de Birmania, estas mujeres esperan atraer a los visitantes interesados por las tradiciones.

Mu Par dirige una de las cabañas dedicadas a la venta de muñecas de madera decoradas con pañuelos y aros de bronce, una artesanía con la que prevé sacar adelante a sus cuatro hijos de entre 4 y 15 años. “Por lo menos en Birmania mis hijos pueden ir al colegio. Y estoy feliz de vivir con mi familia”, explica esta mujer de 33 años mientras un puñado de turistas le sacan fotos.

Hasta hace poco Birmania era un país reservado para los viajeros más intrépidos, pero la apertura promovida por la autodisolución de la junta militar en 2011 ha cambiado las cosas. Ahora hay cada vez más turistas y los expertos del sector creen que todavía habrá más con la llegada del gobierno civil liderado por la premio nobel Aung San Suu Kyi. Por lo pronto ya pueden viajar al pequeño estado Kayah, una región de colinas ricas en esmeraldas.

Mu Par y sus vecinos de las cinco aldeas de Panpet se han organizado para poner en marcha un mercado a la entrada del pueblo principal. Comparten lo que cobran por entrada 5.000 kyats, o $ 5 por persona. “Si logramos atraer a muchos turistas, todas las muchachas Kayan de Tailandia volverán”, asegura Mu Par.

Para las mujeres Kayan, las argollas del cuello son un signo de belleza. A los cinco años se colocan las primeras y cuando son adultas llevan hasta 25, que comprimen sus hombros y clavículas.

Con la misma finalidad, los hombres acostumbraban a ponerse máscaras con forma de cara en la parte de atrás de la cabeza. Ya no lo hacen.

Las mujeres también llevan menos aros. Algunas familias no tienen medios para comprarlos y muchas niñas saben que constituyen un obstáculo para encontrar trabajo en las ciudades.

“Cuando se les pide que posen para fotos da la impresión de estar en un zoológico. En lugar de eso, la gente puede venir a comprar sus productos, como comida, objetos artesanales y souvenirs”, propone Phyoe Wai Yar Zar, al frente de un operador turístico en Birmania.

Una costumbre sostenida por el turismo

La tribu Kayan es originaria de la región birmana de Shan, cuyas mujeres huyeron de la férrea dictadura militar a la frontera de Tailandia a principios de los años 90, donde terminaron recalando en la provincia de Mae Hong Son, al norte del país y no lejos de la turística Chiang Mai, donde se distribuyeron en tres aldeas diferentes.

Con el paso del tiempo y pese a ser refugiadas, las mujeres de la tribu comenzaron a percatarse de la atracción que provocaban en el turismo extranjero, algo de lo que también se percató el negocio turístico de Tailandia. El nombre que reciben allí estas mujeres es Padaung.

¿Y por qué esos largos cuellos? La tradición Kayan dicta que estas mujeres luzcan unos anillos de latón alrededor del cuello, el primero de ellos a la edad de 5 años. A medida que van creciendo van añadiéndose o intercambiando unos “collares” por otros, sin sobrepasar la marca de los 10 kilos.

En un artículo de National Geographic, publicado en 1979, se mostraba la radiografía de una mujer kayan, en la que se apreciaba que los collares no aumentaban la separación entre las vértebras del cuello, sino que oprimía hacia abajo la clavícula unos 45 grados y la cavidad de las costillas. El efecto visual que se consigue es el de un cuello estilizado y más largo de lo normal, toda una atracción turística hoy en día. Este es uno de los motivos por los que se conserva tan polémica tradición, pues el propio gobierno birmano ya trató de prohibirla para subsanar una imagen de país poco desarrollado, sin conseguirlo en su totalidad.  

Los Kayan alegan que esta práctica responde a una mera cuestión de estética, pues las padaung se consideran símbolo de belleza al imitar a un dragón, animal muy apreciado por el folclore tribal, aunque otras hipótesis poco contrastadas afirman lo contrario, que el estiramiento servía para afear a la mujer y evitar que fuera esclavizada, o incluso para evitar la mordedura de un tigre.

Turistas visitan los ‘zoológicos humanos’

Las críticas a esta tradición no faltan. Estudios médicos aseguran que llega un punto en que los músculos del cuello quedan extremadamente debilitados y no son capaces de sostener el peso de la cabeza, convirtiéndose los anillos en una necesidad para la propia supervivencia y no solo un adorno. También se habla de crueldad, pues la colocación de los anillos comienza a hacerse cuando las mujeres son niñas de 5 años de edad y, por consiguiente, no tienen capacidad de decisión.

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) recomendó a los turistas que no visiten la tribu Kayan en Tailandia porque considera que los convierten en ‘zoológicos humanos’.

A pesar de esta recomendación, miles de turistas visitan todos los años a las ‘mujeres jirafa’, que posan indiferentes mientras son fotografiadas de forma incesante por los visitantes. “Esto es lo más auténtico que hemos visto en Tailandia, míralas, tan felices, tan coquetas, en su choza, sin el estrés de la ciudad, sin complicaciones... increíble”, expresó un turista español mientras fotografiaba a su pareja junto a una kayan. El turismo español se ha ganado en los últimos años el triste honor de liderar holgadamente el número de visitantes a este campo de refugiados. Le siguen en el pódium franceses y belgas.

Las ganancias de las entradas se reparten entre los líderes de la tribu, los operadores turísticos y las mujeres, que pueden llegar a ganar al mes unos 3.000 baht thailandés (moneda local), unos $ 86.

El peso del metal causa a las mujeres intensos y permanentes dolores cervicales y llagas que las obligan a quitárselo unos días durante los cuales, a causa de la atrofia muscular, deben evitar hasta el más mínimo movimiento brusco.

“A veces, el collar duele. Con pañuelos de algodón intentas que el metal no te provoque pequeñas heridas, porque luego con el sudor se infectan... Pero, sin el collar, la piel está muy fea, pálida, y los turistas no se acercan a hacer fotos ni a comprar, pasan de largo como si fueras un hombre kayan, nada interesante”, comenta Mu Ya, una padaung a un reportero de HuffPost. (I)

DATOS

Ubicación: Myanmar, nombre oficial de Birmania, está situada en Asia sudoriental, tiene una superficie de 676.590 Km2.

Población: 53’437.159 personas. Lengua: Birmano.

Religión: Budistas (89%), cristianos (4%), musulmanes (4%), animistas (1%), otras (2%).

Sistema político: Parlamento bicameral. Durante los últimos 50 años vivió en dictadura. El pasado marzo asumió un gobierno democrático elegido en las urnas.

Presidente: Htin Kyaw, de la Liga Nacional para la Democracia (NLD), y el brazo derecho de la premio Nobel de Paz,  Aung San Suu Kyi.

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La pobreza y los conflictos étnicos están en la agenda

El país asiático se enfrenta a grandes retos en su transición democrática

Tras más de 50 años de dictadura, Birmania inició en marzo pasado un histórico cambio en su camino hacia la democracia. La Nobel de la Paz y quien lideró la oposición durante el gobierno de Junta Militar, Aung San Suu Kyi, juró como ministra de Relaciones Exteriores del nuevo Ejecutivo del país, después de la investidura como presidente de su aliado y mano derecha, Htin Kyaw.

Pero pese a la emotividad del acto y las esperanzas que ha despertado entre la mayoría de la población, los retos a los que se enfrenta el país son inmensos. Por eso, el nuevo ejecutivo tendrá que esforzarse por dar solución a los numerosos problemas que atenazan a esta emergente nación asiática y cuya resolución será clave para llevar a buen puerto el proceso de transición.

En Birmania hay más de 130 minorías étnicas -como los rakhine, mon, china, kayah- que juntas representan más del 30% de los 53 millones de habitantes del país.

Durante los últimos 50 años, muchas de ellas han luchado fusil en mano por conseguir un mayor grado de autonomía, reclamando un Estado federal y la retirada del ejército birmano de sus territorios. Sin embargo, los uniformados han defendido siempre un sistema centralista de gobierno y no han cedido a sus reclamaciones, lo que ha provocado que estos conflictos armados se hayan enquistado y figuren en la lista de las guerras civiles más antiguas del mundo.

Suu kyi, que se enfocará en reformar la Carta Magna, ya anunció que su intención es traer la paz al país por medio de “un acuerdo de paz inclusivo para todos” y trabajar por el federalismo, aunque su pertenencia a la etnia mayoritaria bamar hace que algunas minorías todavía la miren con recelo.   

Pero, a pesar de los avances, la pobreza que llega a 32% es uno de los grandes problemas de una nación que depende mucho de la agricultura. El ejecutivo ha anunciado que planea trabajar por mejorar el suministro de lo servicios de luz y agua, precarios en varios sectores del país. (I)

Las mujeres de la tribu Kayan viven en chozas rudimentarias, con lo básico para su supervivencia, entre tejidos que confeccionan en forma de bolsos o prendas de ropa, que luego venden en los mercados. Foto: AFP

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