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Las mascotas despiertan el espíritu solidario
La casa de Katiuska Delgado desde hace 6 años se convirtió en un refugio al que llamó PANA, iniciales de Protección y Ayuda a Nuestros Animales. Actualmente tiene 10 perros y 20 gatos rescatados de las calles, aunque el número de mascotas varía porque suelen ser entregadas en adopción.
Esta tarea humanitaria de velar por el bienestar de los animales surgió en la joven cuando apenas tenía 4 años.
Recuerda que el primer perro que rescató fue en su natal Loja, cuando caminaba con su padre por el centro de la ciudad. En un callejón divisó a un animalito pidiendo ayuda con la mirada y no dudó en acogerlo y convertirlo en su mascota.
Precisamente, un estudio realizado por investigadores japoneses y publicado en 2015 en la revista especializada Science reveló que el secreto del afecto de un perro está en sus ojos.
La clave que hallaron los científicos del Departamento de Ciencias Animales y Biotecnología en la universidad Azabu de Japón fue el contacto visual entre perros y sus dueños, ya que este genera alto nivel de oxitocina, una hormona que fortalece la confianza y la conexión emocional.
Estudios anteriores habían mostrado que cuando las madres miran a los ojos a sus bebés, también se produce la misma hormona y con ella corre un flujo de amor y de intensos sentimientos de protección.
“La pureza que tienen los animales, reflejada en su mirada, hace que las personas se sensibilicen. Yo pienso que los seres humanos somos sensibles, pero con el transcurso de nuestra vida nos hacemos un poco más fuertes y los animales nos ayudan a que no perdamos nuestra esencia”, comenta Delgado, de 25 años.
La joven reconoce que las mascotas son su debilidad y siempre está en una constante lucha por sus derechos.
El lunes pasado participó en un plantón animalista que se realizó en Guayaquil para rechazar las declaraciones del alcalde de Loja, José Bolívar Castillo, sobre la intención de “desaparecer” a los perros de la calle.
De ese comentario se desprendieron algunas críticas hacia el burgomaestre, incluso a los propios animalistas a quienes usuarios en redes sociales, pidieron que “se dejen de hipocresías” y que sean los activistas quienes cuiden de las mascotas abandonadas o contribuyan económicamente para su asistencia.
Desde hace algunos años se ha visibilizado el trabajo de las personas que trabajan en pro del bienestar animal y cada vez van ganando más terreno y, con ello, adeptos.
Évelyn Paguay, joven animalista de 23 años, realiza labores solidarias a favor de las mascotas de la calle de forma independiente. Cuando puede deja alimento y agua para los animales en los parques, porque considera que no ayudar a un perro abandonado es dejarlo morir.
Paola Escobar, especialista en psiquiatría y salud mental del Instituto de Neurociencias, expresa que este interés de ser solidarios con los animales no se trata de una moda; son internet y las redes sociales las que dan a conocer las realidades al momento.
“Ocurre como cuando pasó el terremoto en Ecuador; tuvimos tanta información que a las 24 horas ya todos estaban ayudando. Cuando tienes toda la información piensas que tienes que hacer algo”.
¿Por qué? Escobar explica que los seres humanos reciben una retribución.
“En el caso de los perros, la persona va a descargar todos sus problemas, frustraciones, sin tener la contraparte de ser juzgada o de avergonzarse. Una mascota retribuye con la fidelidad, confidencia y compañía”, explica.
Pero no en todas las personas ocurre lo mismo. La especialista asegura que depende de la sensibilidad de cada uno.
La psicóloga clínica y máster en terapia familiar, Rosa Elena Cepeda, manifiesta que esta conducta de apego y rescate se observa mayormente en niños, jóvenes y en personas de la tercera edad.
En todos los casos guarda relación con la necesidad de contacto y de manejar el ambiente.
Cepeda menciona que a estas personas las definen características como la sensibilidad, compasión, conciencia ecológica y el deseo de proteger a los débiles.
A esto se suma que “un perro rescatado puede enseñar valores como la ternura, la responsabilidad y la solidaridad”. (I)
Datos
En 2013, la agencia Metropolitana de Control en Quito estimó que existían 400 mil perros en la ciudad, de los cuales 280 mil (70%) vivían en la calle.
Las principales causas de abandono de mascotas son el poco conocimiento sobre sus cuidados y la falta de una cultura de tenencia responsable.
La organización Protección Animal Ecuador (PAE) calcula que a la semana rescatan a 70 perros en condición de riesgo.