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La vida en los albergues se organiza bajo ciertas normas

Tallarín con pollo y una sopa de legumbres fue el menú que preparó, el pasado jueves, Mireya Quiñones para 83 familias ubicadas en el albergue Muisne 1, localizado en Esmeraldas.
La mujer fue designada como jefa de grupo y, en coordinación con 5 compañeras más, organizó los platillos para servir. En el desayuno prepararon tortillas de harina, leche y café; en la merienda, arroz con carne, patacones y agua aromática.
“Tratamos de organizar los platos, de acuerdo a la provisión que nos entregan los militares”, explicó la mujer.
Realizó esta labor durante una semana. Luego, otro equipo se organizó para atender a los comensales durante 7 días. La Gobernación de Esmeraldas informó que en 10 parroquias se han establecido albergues y refugios. Estos espacios acogieron a 1.765 familias (6.807 personas).
De este grupo, 277 alojados reciben el bono de desarrollo humano; hay 360 personas de la tercera edad y 59 mujeres embarazadas.
La organización y la asignación de actividades son fundamentales para vivir de forma tranquila en los 2 albergues más grandes que se levantaron en Esmeraldas (Muisne 1 y Muisne 2), lugares donde se asiste a las personas afectadas por el terremoto del 16 de abril.
Este refugio funciona como un conjunto habitacional. En cada carpa hay un código con un rótulo de la familia y el número de integrantes.
Se instaló además una carpa roja que funciona como casa comunal y hay 2 comedores comunitarios, en donde las personas se sirven 3 comidas al día, explicó Jessica Suárez, coordinadora de atención social por parte del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES).
La funcionaria reconoció que la convivencia en estos espacios es complicada porque hay muchos criterios y cada familia tiene una forma de vida distinta. No obstante, reiteró que en el sitio priman las reglas para todos. Incluso, los habitantes tienen que cumplir con un ‘toque de queda’ que rige desde las 22:00 y también se asignan turnos de limpieza, especialmente de las baterías sanitarias. La atención médica también es primordial.
Karen Cedeño, líder de Primer Nivel en la Unidad de Salud de Muisne, explicó que en el lugar se instaló un puesto de salud. El 90% de atenciones fue por fiebre y problemas estomacales.
Sin embargo, se han realizado chequeos para descartar casos de zika y de chikunguña.
En el lugar también existen espacios de distracción para los niños con colchonetas, saltarines y hay un equipo del MIES que los reúne para realizar dinámicas.
Además cuentan con estricta vigilancia por parte de los militares, quienes, junto con la Policía, realizan turnos para observar el lugar.
Un nuevo albergue se levanta
De acuerdo con cifras de la Gobernación, hasta el 30 de mayo de 2016, se conoció que de las familias que se encontraban en los albergues, 101 tienen su vivienda en buenas condiciones tras el terremoto; y 196, en mal estado, mientras que 192 casas quedaron destruidas.
Se estima que el 60% de las personas que se encuentran en los albergues proviene de la localidad de Muisne, una de las zonas más afectadas por el movimiento telúrico de 7,8 grados en la escala de Richter.
La gobernadora Paola Cabezas indicó que para llegar a más familias afectadas se inició la construcción de un tercer puesto de ayuda.
Gerardo Olarte, jefe Político del Cantón Muisne, explicó que el nuevo punto de asistencia se encuentra en la entrada al recinto El Bunche. Para esto, se requiere de un proceso de construcción. Una vez seleccionado el terreno, maquinaria pesada cava la tierra hasta aplanar el espacio, luego se coloca una capa de piedras para evitar que se forme lodo cuando llueve.
Este nuevo espacio está destinado para 100 familias. Para esto –dijo Olarte– un equipo de 25 obreros labora 24 horas.
Cabezas añadió que para la implementación de estos espacios hay una inversión de $ 150 mil.
Los usuarios de los albergues reconocieron que estos puntos son más seguros. Antonia González (75 años) es un caso.
Ella se encuentra en el albergue Muisne 2. Llegó al lugar a la semana siguiente de la tragedia. Su casa se encontraba en el recinto de Santa Rosa, en Muisne.
La mujer llegó con sus nietos José y Jefferson. La abuelita reconoció que en estos puestos se siente más segura. “En la isla, las casas se caían con solo mirarlas”, relató.
La misma inquietud sufrió Flor Vivar, quien vivía en el sector denominado Relleno de Muisne. Esta ama de casa perdió su vivienda tras el terremoto. “Mi casa quedó en escombros y todavía siento que la tierra tiembla. Me siento segura aquí”. (I)
Datos
Gran parte de los habitantes de Muisne vive de la pesca, la recolección de moluscos y la agricultura. En este cantón faltan servicios básicos.
Muisne cuenta con una rica gastronomía. Antes del terremoto tenía restaurantes, situados a lo largo del malecón.
Cada 16 de julio la población de Muisne participaba en las festividades organizadas por el día de la Virgen del Carmen. Además, su patrono oficial es san Luis Gonzaga. (I)