Antes de cada escena, Luis Aguirre explica cuáles son las pautas a los actores de la serie ‘3 familias’.

A las cinco de la tarde de un viernes Aguirre se aproxima a ellos para explicarles cuáles son las reacciones de cada personaje en la escena 18 del día. Además, detalla el sitio en el que debe ubicarse cada intérprete y reparte los libretos que contienen los diálogos. Martín Calle, José Tola, Cecilia Cascante, Miriam e Isidro Murillo los leen para crear las intenciones y reacciones espontáneas de Genaro, Gregory, Génesis, Gioconda y Agapito, sus personajes, en ese orden.

Atentos a la orden de Alejandro Yúnez, el jefe de piso, están 3 camarógrafos que enfocan planos frontales, medios y paneos generales, respaldados por 2 micrófonos ambientales que captan hasta el sonido más imperceptible en una de las locaciones fijas del estudio de Ecuavisa, al sur de la ciudad.

La escena se desarrolla en el comedor de los Tomalá, la familia pobre de la serie, que hace un par de años en su primera temporada tuvo capítulos con principio y final, pero este año pasó a un formato novelado.

“La idea siempre fue retratar a 3 Familias con estratos distintos, pero en formato de ‘sitcom’ (comedia de situaciones). Están los Tomalá Cabezas que son de clase baja; los Vaca Galindo, que pertenecen a la media, y los Plaza Lagos que son los aniñados de la serie. La idea de llevarla a un formato de novela surgió el año pasado cuando todavía estaba al aire El Combo Amarillo, pero se retrasó un año porque Marcela Ruete, quien interpreta a Lulú Lagos se embarazó y viajó a Argentina para pasar esos meses de gestación. “Incluso viajé a Buenos Aires para conversar sobre el proyecto”, cuenta Marcos Espín, director general de ‘3 familias’.

En la primera temporada Lulú estaba casada con Jaime Andrés Plaza, que interpretaba a Diego Spotorno. Con su salida del canal se replanteó que muriera el personaje para dar paso a Frank Bonilla como Luis Ernesto, que también es apellido Plaza (para que se mantuvieran como la familia Plaza Lagos).

Él se enamora de Lulú e impide que ella se lance desde la terraza de un edificio porque además de viuda estaba arruinada financieramente. Luis Ernesto, un exitoso empresario que regresa a Guayaquil tras vivir en Estados Unidos con su hija Lorena, es quien le devuelve a Lulú su ‘status’ de ricachona.

En la segunda temporada Calle y Cascante repiten sus personajes de Genaro y Génesis. Christian Maquilón y Érika Vélez se mantienen como los siempre endeudados Carlos Vaca y Carla Galindo.

“Al convertirse en una serie con formato novelado, que combina comedia con drama, hubo la necesidad de crear nuevos personajes que con el paso de los capítulos relacionen a las tres familias. De ahí surge Lorena Plaza, ‘La Nena’, quien se enamora de Gregory Tomalá, el hijo que Genaro no imaginaba tener y que se lo trajeron desde España. Pepe (José Tola), quien interpreta a Gregory, tiene poca experiencia, pero carisma por su participación en el reality ‘Combate’. Lo escogimos porque tiene los rasgos parecidos a lo que Genaro pudo haber sido de más joven. Bárbara Najas, quien encarna a ‘La Nena’, y Daniela Baque son gratas revelaciones”, explica Espín, quien cuenta con Aguirre y Darío Fernández como directores de escena.

A la misma hora, pero en los estudios de TC Mi Canal, Víctor Aráuz termina una escena con Carmen Angulo. Él es Paco Silva y ella es Madame Truché, una bruja de poca monta en la serie Los Hijos de Don Juan.

Apenas hay unos cinco minutos de receso para cambiar de escena. Ruth Coello, la directora escénica, explica las pautas a los actores Issam Eskandar y Leonardo Moreira (Salvador y Chalo Silva), dos de los hermanos de Paco. El otro es Chicho, interpretado por José Urrutia.

La historia de estos cuatro hermanos de distintas madres, que se conocen recién tras la agonía del mujeriego comerciante Juan Silva (Santiago Naranjo) se transmite de 20:30 a 21:30, casi a la misma hora que ‘3 familias’. Solo existen 15 minutos de diferencia entre una y otra teleserie.

Espín, de ‘3 familias’, y José Navarrete’, productor general de ‘Los Hijos de Don Juan’, concuerdan en que nunca tuvieron la intención de que ambas series compitieran. De hecho, tienen formatos parecidos, pero no son lo mismo.

Fabrizio Aveiga, jefe de libretistas, explica que ‘Los Hijos de Don Juan’ es una dramedia (una fusión de drama y comedia), algo que él y parte del equipo aprendió durante unos talleres con guionistas colombianos del canal RCN.

“Estos profesionales sostienen que mezclar humor con drama es un recurso rentable. A ellos les ha dado buenos resultados desde ‘Betty, la fea’”, dice Aveiga sobre ‘Los Hijos de Don Juan’, que durante su primera temporada tuvo 140 capítulos y actualmente sobrepasan 60 de la segunda. La meta es completar 120 en esta temporada.

Espín comparte el mismo criterio de Aveiga. “Las series que fusionan humor y drama funcionan en Latinoamérica. En este caso, se ha conservado la esencia del ‘sitcom’ original, pero ahora con un hilo conductor que mantenga enganchado al televidente. Funcionan porque sus personajes son reales y el televidente puede identificarse, especialmente porque retratan una identidad latina. En nuestro caso tienen identidad ecuatoriana. Hay personajes tan auténticos porque sí existen en la vida real. Por ejemplo, sí existe un Genaro Tomalá”, refiere.

Martín Calle dice que Genaro es una mezcla de él mismo y otros personajes. Aveiga revela que ‘Los Hijos de Don Juan’ debió pasar una prueba de aceptación del público porque tenía el objetivo de superar a ‘Estas secretarias’, la exitosa serie anterior.

“Con la aprobación de una segunda temporada y la llegada de la productora Catrina Tala, ‘Los Hijos de Don Juan’ dejaron ir a unos personajes y añadieron otros, entre ellos Juana Silva, otra hermana, interpretada por María Fernanda Ríos, y Casandro (combinación de los nombres Camilo y Sandro), encarnado por David Reinoso. Su aparición ofrece una nueva historia dentro de la trama central. Casandro abre la historia pasada de Juana”, relata el libretista.

Otro cambio con la segunda temporada es que el elenco salió de los estudios a la calle para obtener locaciones más reales.

Aveiga asegura que el ritmo de grabaciones es intenso, tanto que deben entregar los libretos con 15 días de anticipación. Se graba entre 35 a 40 escenas diarias. Por la mañana se graba en exteriores. Para cumplir con la entrega de diálogos, Aveiga cuenta con los libretistas Ronald Hidalgo, José Rengifo, Bertha Tejada y Ángela Chávez.

Una diferencia entre ambas producciones nacionales es que ‘Los Hijos de Don Juan’ tiene una pareja central, la de Paco y Sammy, interpretada por María Fernanda Pérez; mientras que ‘3 familias’ tiene varias, aunque la que tiene más aire novelesco es la que integran Gregory y ‘La Nena’, con antagonista incluido: Max (encarnado por Carlos Scavone).

En ‘3 familias’ el peso protagónico recae en Martín Calle, aunque la trama cuenta con una fusión de actores experimentados con nuevos. En el primer grupo destacan Andrés Garzón, Miriam e Isidro Murillo, Luciana Grassi y otros que tienen trayectoria teatral.

“Nuestra consigna es darle oportunidad a gente nueva y natural, que reaccione espontáneamente”, dice Espín sobre ‘3 familias’, que inicialmente ha grabado 94 capítulos con un equipo de 6 libretistas, encabezados por Cristian Cortez; 25 personajes. Son unas 70 personas involucradas en la serie.

‘Los Hijos de Don Juan’ tiene 9 actores fijos, más invitados; 13 técnicos, 12 personas para la producción y más gente.  

“En esta dramedia también hay un equilibrio en cuanto a la experiencia actoral. Lo primero que logramos es un lenguaje común entre los actores experimentados y los nuevos para unificar estilos. Los de mayor trayectoria como Carmen Angulo o Víctor Aráuz ofrecen ayuda a los más novatos”, dice Coello, la directora escénica de ‘Los Hijos de Don Juan’, una de las propuestas nacionales de televisión que recurre al retrato de la cotidianidad local con una mezcla de humor y drama, al igual que ‘3 familias’. (I)

Víctor Aráuz interpreta a Paco Silva en ‘Los Hijos de Don Juan’. Aquí interactúa con Carmen Angulo, quien encarna a Madame Truché. Foto: Eduardo Escobar / El Telégrafo