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La sociedad civil, un concepto en construcción

Foro de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) realizado en noviembre de 2014 en Guayaquil; esta institución gremial aglutina a obreros del sector público y es una de las organizaciones de la sociedad civil reconocidas.
Foro de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) realizado en noviembre de 2014 en Guayaquil; esta institución gremial aglutina a obreros del sector público y es una de las organizaciones de la sociedad civil reconocidas.
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12 de mayo de 2016 - 00:00 - Redacción Política

El pasado 15 de abril, en el marco de la conmemoración de la ‘Encíclica Centesimus Annus’, en el Vaticano, el presidente Rafael Correa emitió una reflexión acerca del rol de la sociedad civil dentro de un Estado.

Advirtió que América Latina está sufriendo una “invasión de ONG (Organizaciones No Gubernamentales), muchas de ellas no espontáneas, que no son sino organizaciones de otros gobiernos, además de poderes fácticos, que quieren poner la agenda política sin responsabilidad política, sin legitimidad democrática, lo cual es muy grave para la democracia”.

Aclaró que la sociedad civil enriquece la discusión y la toma de decisiones, pero finalmente son los hombres políticos, con legitimidad democrática y con responsabilidad política, quienes deben tomar esas decisiones; por eso consideró tener cuidado con lo que se define como sociedad civil.

Estas reflexiones encendieron el debate. La oposición, utilizó las redes sociales para esgrimir sus críticas. Ellos señalando que esa misma sociedad civil fue la que se movilizó de inmediato tras el terremoto que devastó Manabí y parte de Esmeraldas, el 16 de abril, unos días después de que el Mandatario formulara sus reflexiones.

Para Esmeralda Gómez, presidenta del Frente Unidos de Mujeres y exdocente de la Universidad de Guayaquil, las expresiones del Jefe de Estado en ningún momento tuvieron la finalidad de poner en duda la participación de la sociedad, a través de sus instituciones, en el quehacer nacional.

Ella más bien advierte que en los últimos años ha ocurrido que una suerte de poderes internos y externos, “intentan socavar y distraer a la ciudadanía”, respecto de la institucionalidad del Gobierno. Asegura que estos poderes “se mimetizan entre las masas con un lenguaje directo y de fácil comprensión, con dádivas, con actos sociales y culturales y hasta con el uso de personajes que pueden influir en la conciencia ciudadana”.

Y son estos sectores, agrega, los que buscan recuperar espacios de poder que han perdido, con un lenguaje tapado. “Esto ya ocurrió en Argentina”, sostiene en referencia a la llegada al poder de Mauricio Macri.

El concepto de sociedad civil no es nuevo. En el siglo XVIII, el sociólogo francés Alexis de Tocqueville escribió una definición. Él señalaba que sociedad civil era el conjunto de organizaciones e instituciones ciudadanas que actúa como mediador entre las personas y el Estado.

El sociólogo César Aizaga explica que Antonio Gramsci, filósofo y sociólogo italiano, definió a sociedad civil como una colectividad de actores que son parte del Estado, la otra parte lo compone la sociedad política, que la conforman las instituciones y el control constitucional. Sin embargo, sostiene que la división es conceptual y que las 2 pueden mezclarse en la práctica. De hecho el propio presidente se incluyó en el concepto de sociedad civil.

Ejemplos de este concepto, por tanto, pueden ser las asociaciones, los colegios de profesionales, los grupos barriales, clubes sociales, hasta llegar incluso a las Organizaciones No Gubernamentales (ONG). Correa citó a los boys scouts.

Según Aizaga, lo expresado por el Mandatario no debería ser motivo de controversia. “Es muy necesaria la sociedad civil, pero para que alguien administre la cosa pública tiene que venir de un proceso popular, de un conjunto de movimientos sociales, orgánicos para consolidar acciones políticas”.

Para definir cómo ha actuado la sociedad civil en Ecuador, el sociólogo Napoleón Velasteguí realiza una retrospectiva aludiendo 2 hechos: la revolución marcista de 1845, que propició la caída del gobierno de Juan José Flores, y la revolución liberal del 5 de junio de 1895 que llevó al poder a Eloy Alfaro. En ambos episodios fue la ciudad de Guayaquil, la cuna de estas revoluciones y, de manera especial, la alfarista que determinó el cambio de la sociedad de aquella época.

No obstante, “se trató de una burguesía débil, porque no cumplió la tarea de consolidar a la nación con el triunfo de la revolución alfarista, porque quedó influenciado por la injerencia de las fuerzas conservadoras de aquella época”.

Velasteguí agrega que en Guayaquil desde entonces se cimentaron fuerzas con tendencias secesionistas que no consideraron a la nación como una unidad y tendieron más bien a fraccionar el territorio. “No había fuerza de liderazgo social y eso se transmitía a una población que quedaba inerme frente la necesidad de identidad de un conjunto que se movilice”.

De esta falta de liderazgo en la burguesía y para superar los atavismos de los terratenientes, quedaron rezagos de sociedad que ahora nuevamente se están uniendo, advierte. Por eso —agrega— desde hace 10 años hasta ahora, cuando se habla de sociedad civil, se profundizan las acciones de diversos colectivos. Con el presidente Rafael Correa se forma una sociedad civil que define los límites de la nación, con territorios, pueblos y toda su diversidad cultural y sobre este eje comienza a girar la nacionalidad ecuatoriana. Incluso las fuerzas secesionistas quedaron reducidas.

“Ahora la sociedad civil tiene que dar un nuevo paso, ya tiene claro el concepto de nación, ahora falta la estructura”, explica Velasteguí, tras señalar que el terremoto del 16 de abril evidenció que gran parte de la población no pertenece a un organismo de base.

Ahora es menester considerar que el ciudadano debe ser parte de un organismo barrial, de una institución, como ocurre en Argentina asegura, pues allá existe actualmente una respuesta masiva porque la población está afincada en barrios, sindicatos y responden estratégicamente. Si no se mira esta opción entonces a mediano o largo plazo esa misma sociedad será permeable a cualquier desorientación y puede ser neutralizada.

Esmeralda Gómez añade que es por eso que las sociedades civiles nacen: por la necesidad de resolver sus problemas básicos, pero al mismo tiempo se necesitan reglas, normas o leyes que permitan la convivencia de forma ordenada. “De no ser por esas regulaciones que la misma sociedad ha creado eso sería un caos”, afirma Gómez.

Como ejemplo cita a las comunidades indígenas del país. Ellos tienen sus propios códigos, tradiciones, idioma, costumbres, arte y un sinnúmero de elementos que los identifica. Aunque recalca el derecho de las sociedades a organizarse, si esas mismas asociaciones utilizan estas plataformas para orientarse en contra del mismo orden, ya no se convierte en asociación de beneficio sino en una organización que solo busca la desestabilización, porque quiere imponer sus tendencias, sus modelos de producción, sus forma de pensamiento y eso va en contra de cualquier orden. (I)

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