“Aquí estamos las víctimas de la violencia vial. Seguimos sufriendo en soledad. Nos acompaña un gran vacío por la ausencia de nuestros seres queridos. Ya no podemos oír la voz de los ausentes, porque les han arrebatado la vida en un mal llamado accidente de tránsito”.

Son las palabras de Soraya Herrera, presidenta de la fundación Cavat, un centro de apoyo a víctimas de accidentes de tránsito. Para los afectados, las víctimas no son solo las personas que perdieron la vida o que está mal herida, también los son el entorno familiar.

El año anterior, los accidentes de tránsito en Ecuador dejaron 2.153 fallecidos y lesionó a más de 22 mil personas. Herrera denomina a estos hechos como ‘violencia vial’, pues considera que es la más mortal de las delincuencias. Por ser la quinta causa por la que los ecuatorianos mueren, piensa que es indispensable desarrollar una cultura de seguridad vial.

En España, entre el 2004 y el 2011, se redujo en un 50% el número de siniestros de tránsito. En 2011, por primera vez en 50 años, ese país llegó a tener menos 1.500 accidentes de tránsito. Pere Navarro, ex directo general de tránsito de España, estuvo a cargo de ese trabajo.

En su visita a Ecuador comentó que lo fundamental para tener estos logros es la voluntad política, pero es aún más indispensable la voluntad de la sociedad civil.

“Ecuador tiene más del doble de muertos por siniestros de tránsito que por homicidios. Tiene 128 muertos por accidentes de tránsito por cada millón de habitantes”, comenta sorprendido Navarro.

Disminuir estas cifras es responsabilidad de todos, de las autoridades y de la gente en general. Un primer paso es abrir el debate sobre el tema, pues la sociedad no es consciente de la magnitud de lo que está sucediendo. Creando conciencia sobre la importancia de la seguridad vial en todos los actores que intervienen en las calles ya se podría disminuir en gran número las estadísticas de siniestros.  

De igual forma es fundamental las campañas para que la gente sepa las normas de seguridad. En estos casos -dice Navarro- es importante el trabajo de las municipalidades para lograr que la información llegue a todos. Es útil, por ejemplo, que los mensajes se transmitan en clubes de motociclistas, asociaciones de bicicletas y de peatones. Ellos pueden ser a la vez voceros hacia sus conocidos.

Dar cara a los accidentes de tránsito también ayuda. Se deben contar las historias que hay detrás de cada siniestro, hacer foros de los afectados, incluso ayuda colocar monumentos en memoria de las víctimas inocentes.

La seguridad vial, para Navarro, es educación, formación, información, concienciación, vigilancia y control. En este tema todo suma, pero considera importante concentrar también esfuerzos en elementos y faltas básicas, como alcohol y conducción, cinturón de seguridad y casco, velocidades excesivas e inadecuadas, distracciones y conductores reincidentes.

En España, algunas medidas que se tomaron para disminuir las cifras de siniestros de tránsito fueron incorporar radares fijos de control de velocidad, poner leyes de permiso de conducir por puntos, se amplió la planilla de la policía de tráfico y se crearon exámenes rigurosos para obtención de la licencia. Una de las medidas más fuertes fue que en 2008 se modificó el código penal.

Antes se sancionaba en el ámbito penal cuando se conducía con altos niveles de alcohol y, por esta razón, se mataba a alguien. Con la reforma, ya no hace falta que haya un fallecido, el que conduzca sobre los límites ya comete un delito.

La seguridad vial tiene tres escenarios, la prevención,  el control y la sanción y el trabajo de los agentes de tránsito en esto es fundamental. Para Mariana Alarcón, excapitana de carabineros de Chile, los policías de tránsito son quienes hacen que se cumpla la ley de tránsito. Esta puede ser buena, mala o mejorable, pero es la que manda, prohíbe o permite a quienes conducen en las calles.

“Podemos tener una excelente ley pero si no nos fiscalizan, si no nos controlan, no la cumplimos”, dice Alarcón. Sugiere que la capacitación de los policías de tránsito es indispensable, pues su deber no solo consiste en dar partes a quienes incumplen la norma, sino que también tienen un rol educativo en las vías.   

Por otro lado, los peatones son el eslabón más frágil entre quienes intervienen en la calle. Aún así, un alto porcentaje de ellos tienen conductas temerarias que ponen en riesgo sus vidas y la de los demás. Ruth Guerrero, experta en seguridad vial, considera que el peatón, aunque sea el más vulnerable en estos espacios, también debe cumplir las leyes y las señales de tránsito para su propia seguridad y de la de todos. Un peatón imprudente puede causar grandes accidentes.

Por ejemplo, los hoy llamados peatones tecnológicos, aquellos transeúntes que caminan viendo el celular, hablando por teléfono o puestos los auriculares, también son un peligro en las vías. Incluso, la primera causa de accidente mortal en España es el uso de celular, por delante del exceso de velocidad y el alcohol.

“Si impera el individualismo y el egoísmo es el caos. Todos vamos a salir perdiendo”, dice Navarro. Agrega que si la sociedad es consciente de que muchos comparten la vía pública, que no están solos y que hay que seguir normas, todos ganan.

Guerrero comparte con Navarro. La experta considera que el único modo para que disminuyan los accidentes en las vías es generando valores: responsabilidad, respeto, solidaridad, tolerancia y sensibilidad. (I)