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La pubertad precoz existe y tiene varios riesgos

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Gabriela, quien prefiere no dar su apellido, tiene 14 años y recuerda que el primer cambio que se dio en su cuerpo fue el crecimiento de sus pechos a los 11 años.

Su madre siempre le explicó cómo irían cambiando con el tiempo varias partes de su cuerpo y que es normal. Es así que a los 13 años, cuando tuvo su primera menstruación, no se sorprendió. Pero lo que sí le causaba asombro cuando era pequeña era cómo el cuerpo de algunas de sus compañeras cambiaban rápidamente.

“Teníamos 10 años y algunas de ellas ya menstruaban y tenían senos grandes, incluso una ya había menstruado a los 9. Todas eran gorditas”, dice aún con sorpresa Gabriela. Recuerda que una de ellas era retraída y callada. Le daba vergüenza de su cuerpo.

Mientras que las otras -continúa- tenían un comportamiento raro, se creían adultas y maduras, tenían enamorados y ya no querían jugar con sus compañeras.

La pubertad es el proceso de transición entre la niñez y la edad adulta. Es un conjunto de cambios hormonales, psicológicos y físicos que sufre el niño y la niña para llegar a ser adultos. La edad en que empieza la pubertad, considerada normal, se determina en el promedio de vida de la población de chicos cuando estos empiezan a desarrollarse. Aunque no hay valores exactos, en Ecuador se estima que estos cambios inician en las niñas a los ocho años y en los niños a los nueve.  

Los primeros signos de pubertad en ellas es el crecimiento de las mamas. Dos años después de este hecho se espera que haya la primera menstruación, denominada menarca. En los niños, el primer signo de que inició la pubertad es el crecimiento testicular.

Junto con esto va cambiando la coloración de la piel del escroto, que es la membrana que cubre los testículos, se hace más oscura y rugosa y puede también ya aparecer vello a ese nivel.  

Pero, ¿qué pasa cuando estos cambios se presentan en edades más tempranas de lo esperado? Se lo denomina pubertad precoz, esta no es normal y el menor corre algunos riesgos.

Para la endocrinóloga Karina Aguirre algunos de los factores que podrían causar esta maduración hormonal temprana es el exceso de peso y la obesidad, pues las hormonas sexuales se forman sobre la base de colesterol. Otro factor es cuando los niños y niñas nacieron prematuros o con bajo peso, pues los padres y especialistas podrían hacer que el pequeño recupere su peso rápidamente, pero de esa manera se lo expone a que en el futuro corra el riesgo de tener trastornos y surja la maduración de forma precoz.

También tiene mucho que ver la genética que heredó el menor. Incluso la etnia. Según Aguirre se ha visto que personas afrodescendientes maduran más temprano que otras etnias. Asimismo se ha comprobado que sustancias naturales o sintéticas que están en la dieta diaria causan modificaciones en la maduración hormonal en los niños.

Los más conocidos son los productos que contienen soya, los parabenos, que son sustancias que se desprenden de los productos plásticos sometidos al calor y la carne de pollo cuando el animal ha sido alimentado excesivamente con estrógenos. Y no es que el menor ingirió el producto directamente, lo pudo consumir la madre durante el embarazo, lo que causó cambios en la información genética que ella le transmitió al bebé.

El principal problema de la pubertad precoz es que los cambios físicos no se dan a la par con el cambio emocional y psicológico. El niño que desarrolló su cuerpo tempranamente puede tener un efecto fuerte porque la pubertad lo lleva a ser adulto y a que gane la función de reproducción. El impacto negativo se da en su vida diaria, en la relación con sus pares, muchos se acomplejan, incluso la maduración temprana influye en la estatura final que va a tener el menor.

Las hormonas sexuales aceleran la maduración del hueso, al inicio pueden apurar el crecimiento del pequeño, pero el estirón temprano le impide llegar a la talla que le toca por normal herencia genética.

Aguirre aclara que estos cambios no necesariamente implican un despertar sexual en los chicos, porque para eso se requiere una maduración neurológica, se trata de una función cerebral. Lo que sí sucede en el caso de aquellos que, al tener mayor producción de testosterona a nivel testicular, se vuelven más agresivos.

Sin embargo, lo cierto es que con esta maduración hormonal temprana, niños y niñas están preparados físicamente para ser padres de forma muy temprana y ese sí constituye un importante riesgo. Esta es la razón del porqué varias niñas resultan embarazadas, aunque lo más común es que se deba a una violación.

Además del impacto psicosocial de la pubertad precoz y de la talla final baja, los menores tienen riesgos metabólicos. Una madurez temprana implica aumento en los porcentajes de grasa en el cuerpo para la generación de hormonas sexuales lo que les puede predisponer a futuro a padecer obesidad, hipertensión, diabetes y niveles de triglicéridos y colesterol elevados.

Según Aguirre, el diagnóstico de una pubertad precoz no es frecuente. En niñas se presenta en una de cada 5.000 y en niños en uno de cada 20.000 chicos. Sin embargo, esta es una preocupación frecuente en los padres, de ahí que es la segunda causa de consulta en endocrinología pediátrica, la primera es por la talla baja.

Para la psicóloga clínica María de los Ángeles Núñez, especialista en sexualidad, cómo tratar a los niños que viven una pubertad precoz es el gran dilema. Y es que el aceleramiento de la madurez a nivel físico no implica un aceleramiento emocional. Entonces ¿cómo se los trata, como niños o como adolescentes?

La especialista cita un ejemplo, una niña de 10 años, que ya lleva menstruando un año y ha vivido varios cambios de la pubertad, posiblemente busque tener una relación de pareja, es un deseo que correspondería a su desarrollo que no se lo puede encajar en bueno o malo. Es así que se da un choque a nivel familiar y social, pues la chica que ha madurado físicamente y posiblemente también de forma emocional se la sigue tratando como una menor.

Para Núñez es indispensable que la educación sexual se dé desde que son niños, pues si ya tienen estos cambios físicos deben saber las consecuencias de tener relaciones sexuales. Prohibirlas -comenta- no se puede. Además, al no tener un acompañamiento correcto, las niñas y niños buscarán respuestas en lugares inadecuados.

Núñez cree que lo correcto es que los adultos, principalmente sus padres, los ayuden y acompañen en su proceso evolutivo tanto físico y emocional, pero no frenar su desarrollo ni tampoco acelerarlo.

Asimismo, Aguirre considera indispensable el acompañamiento de un especialista, pues se deben investigar las causas de esta pubertad precoz y tratarla si es necesario. Por ejemplo, en los menores el mayor porcentaje de esta maduración temprana se da, por ejemplo, por un tumor testicular o por alguna lesión a nivel cerebral. (I)

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