El cine producido en América Latina ha experimentado un crecimiento notorio: Ecuador pasó de estrenar 2 películas en 2007 a 16 en 2014; Bolivia pasó de una en 1998 a 30 en 2009; Argentina de 38 estrenos en 1998 a 118 filmes. Y la lista sigue.

La producción cinematográfica latinoamericana tiene repercusión en la escena artística mundial. Desde Europa ocupa la cartelera de los principales festivales internacionales y recibe halagos del tipo “lo mejor que se está haciendo en cine está en América Latina”.

Sin embargo, dentro de los países de la región la cartelera cinematográfica sigue copada por el mercado de Hollywood. A pesar de recibir incentivos fiscales en la mayoría de los países donde se produce, aún es un reto mejorar la exhibición en salas comerciales y captar la atención de la audiencia local.

A la par, el fenómeno de ver cine y televisión cambia de forma cada vez más radical. Los servicios de video de baja demanda, en plataformas como YouTube o Netflix, generan una nueva relación con las formas de ver: ahora es posible hacerlo de manera personalizada y a través de distintos dispositivos móviles. Contra la corriente se están gestionando desde América Latina sitios que se empaten con esa nueva forma de acceder al audiovisual y a la vez hacer llegar las producciones que tanto alaba la crítica europea a la mirada de sus locales.

Así nacen proyectos como Retina Latina. En esta plataforma de video streaming (emisión en continuo) hay trabajos de Bolivia, Ecuador, Perú, México, Uruguay y Colombia. Estos países aportaron a la plataforma virtual 46 películas, que pasaron por un proceso de selección. Para finalizar este 2016 espera contar con 106 filmes.

Yenny Chaverra, coordinadora de la plataforma, dijo durante el lanzamiento de Retina Latina, a inicios de marzo, que la idea es que el cine de estos países tenga una vida “más larga”, sin que la producción cinematográfica se concentre en territorios nacionales, sin una distribución y exhibición operativa para los demás países de la región.

Los usuarios pueden acceder al contenido de esta plataforma con un registro a través de redes sociales como Facebook y Twitter. La condición es hacerlo desde un país de América Latina. De lo contrario, el usuario no puede visualizar las películas, pero tendrá acceso a contenido contextual, que también está disponible en la plataforma, como información adicional, entrevistas de personajes del cine, reseñas y notas en video con los realizadores.

Retina Latina pretende ser una red en la que obras representativas de distintas épocas en la historia del cine latinoamericano, el cortometraje y la producción documental tengan más largo alcance. Por eso, atendiendo a las ventajas de internet y de las nuevas prácticas de consumo y apropiación audiovisual de las audiencias, apuestan a generar una red de intercambio entre las obras, los agentes de la industria y los usuarios en el amplio territorio del ciberespacio.

A esta propuesta se suman más esfuerzos de difusión de contenidos locales dentro de los países de la región. En Ecuador, por ejemplo, la plataforma en continuo de la Corporación Nacional de Telecomunicaciones, CNT Play. Esta, durante su primer año de gestión, abrió de forma gratuita, igual que ahora lo hace Retina Latina, la posibilidad de ver 260 títulos, entre ellos alrededor de 20 películas y documentales nacionales.

Tras el primer año de gestión, la plataforma ha integrado, al estilo de Netflix, su propia producción. Este año lo hizo con el estreno de la serie web Kikirimiau, una producción de Touché Films y Beauty Line Producciones. Consta de 8 capítulos de 10 minutos promedio de duración.

Netflix no queda del todo fuera de la posibilidad de distribuir cine de América Latina. Dentro de la plataforma existen algunos títulos de producción independiente. Entre ellos están Ciudad de Dios, de los brasileños Fernando Meirelles y Kátia Lund o los documentales de la cantante argentina Mercedes Sosa, dirigido por Rodrigo H. Vila y Gimme the Power sobre el contexto en que nace Molotv. (I)