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Tendencias
Hasta 10 kg suben los jóvenes durante su vida universitaria
Pasar del colegio a la universidad implica más independencia y cambios en la rutina diaria que impactan en la alimentación y el peso de los estudiantes de tercer nivel.
Resultados preliminares de un estudio realizado por la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Santo Tomás de Chile evidenció que los alumnos universitarios pueden subir entre 1 y 2 kilos por año producto de los malos hábitos que se adquieren en este período.
La investigación señala que, entre su primer año de carrera y el tercero, los jóvenes muestran una diferencia de peso de 3,3 kilos, es decir un alza promedio de 1,1 kilo por año como mínimo. Según el estudio, no hay diferencias entre hombres y mujeres, ni en el tipo de carrera que se estudia.
Claudia Encina, directora de la Escuela de Nutrición y autora del estudio, explicó durante una entrevista con un medio chileno que “durante el primer año llegan muchos alumnos con un estado nutricional normal, pero esa normalidad disminuye al tercer año, cuando aumentan los estudiantes con sobrepeso y obesidad”.
Son las 09:00 del último jueves y uno de los 12 puestos de comida rápida que hay en la intersección de las calles Madrid y Veintimilla, en el norte de Quito, está abarrotado de jóvenes universitarios que buscan saciar su apetito. Para muchos es la primera comida del día.
Pero lo que consumirán no se asemeja a un desayuno convencional. Sus pedidos son: salchipapa, hamburguesa, fritada, mote con chicharrón, papá rellena, shawarma y papipollo, entre otros.
La nutricionista María José Morejón indica que una hamburguesa que contiene carne, salchicha, queso y huevo puede aportar al menos entre 1.000 y 1.200 calorías.
Según la experta, para que una persona promedio se mantenga saludable debe llevar una dieta de entre 1.500 y 2.000 calorías al día. Esto incluye diariamente proteínas, frutas y verduras 5 veces.
Pero ¿qué pasa si se consumen todas las calorías necesarias en una comida única?
Ricardo Orellana, médico familiar, sostiene que los jóvenes suelen atravesar etapas de ansiedad, las cuales hacen que tengan hambre en exceso y busquen alimentos que les sacien y les proporcionen energía.
Si en el primer año, el peso promedio de los alumnos recién ingresados es de 64 kilos, en el tercer año ya sumaban 3,8 kilos más, llegando a 67,8 kilos promedio. “Pueden subir entre 1 y 2 kilos por año durante su permanencia universitaria”, indica el estudio de dicha universidad.
Encina refiere que un grupo que estaba en condición de peso normal (normopeso) cuando ingresó a la carrera, al tercer año pasó a tener sobrepeso. Otros seguían dentro del rango normal, aunque también habían subido. Con todo, los considerados con un Índice de Masa Corporal (IMC) normal, disminuían 8% al tercer año.
El grupo considerado con sobrepeso también aumentaba (alrededor de 5%), mientras que el considerado como obesos permaneció en él.
Existen varias razones que explican el aumento de peso en los jóvenes. Según Morejón, muchos universitarios salen de sus casas y ya no tienen los mismos horarios que el resto de la familia. Tienen menos disponibilidad para la alimentación y no creen que sea importante. Están casi todo el día en la universidad, no alcanzan a volver a su casa para almorzar y los productos que eligen no son los más nutritivos.
Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), en Ecuador, el 29,2% de la población de 5 a 59 años consume excesivamente carbohidratos y un 6% grasas.
La muestra fue de 92.502 personas. La prevalencia de sobrepeso y obesidad —señala este documento— es del 60% en hombres y el 65,5% en mujeres, que empieza a aumentarse desde los 19 años, cuando comienzan la universidad.
La nutricionista sostiene que la malnutrición se agrava durante el período universitario, aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta que el inicio del sobrepeso y la obesidad se da ya en la niñez.
Orellana señala que el sobrepeso y la obesidad desencadenan enfermedades peligrosas como la diabetes, la hipertensión y males cardiovasculares y de metabolismo.
En ese sentido, el diabetólogo Juan Carlos Borrero sostiene que el problema se inicia a edad temprana. “Una de las razones principales es la falta de actividad física. Las secuelas se evidencian en la adultez y en la vejez”.
Los especialistas consultados recomiendan que los jóvenes cuenten con un plan de enseñanza sobre nutrición y buenos hábitos alimenticios, tanto en sus casas como en las instituciones de educación superior a las que pertenecen.
Los universitarios tienen poco tiempo para comer
EL TELÉGRAFO realizó un recorrido por los alrededores de las universidades Católica, Salesiana y Politécnica Nacional. De 15 estudiantes consultados, 11 no regresan a casa a almorzar. La razón principal son los horarios de clases, pues estudian y trabajan.
Por sus obligaciones laborales y académicas tienen —en promedio— 30 minutos para alimentarse. Además del poco tiempo, los recursos económicos también son una limitación. La mayoría de los jóvenes indicaron que su presupuesto para alimentarse durante todo el día es entre $ 3 y $ 4.
“Muchos preferimos algo que te llene de una, por eso optamos por una hamburguesa completa”, dice Álex Campos, alumno de Ingeniería Eléctrica de la Escuela Politécnica Nacional (EPN).
Según el estudio, los universitarios tienen poco tiempo para comer y poco dinero para hacerlo. Incluso, dentro de las mismas instituciones la disponibilidad es compleja.
Hay largas filas en los bares o cafeterías y los precios no siempre son convenientes para ellos. Ante eso, prefieren la comida al paso, completos, empanadas, pizzas, algo que puedan comer en el camino y que no les demande un valor alto.
Morejón asegura que los estudiantes más jóvenes son los que tienen los peores hábitos alimenticios.
Cuando los chicos pasan los 22 o 23 años ya se alimentan de mejor forma. Son más conscientes de lo que consumen, lo que habla de un proceso de adaptación, según la nutricionista.
El almuerzo juega un rol importante
Rinat Ratner, nutricionista de la Clínica Alemana, participó hace 2 años en otro estudio con universitarios. La investigación recogió los patrones de alimentación, actividad física y antecedentes de patologías de 6.823 jóvenes de 54 universidades y centros de formación técnica.
El informe mostró que menos del 50% de los jóvenes toma diariamente desayuno, cerca de un tercio no almuerza todos los días y menos de un 20% come en la noche.
A juicio de Encina, es necesario que los centros de educación superior se preocupen por la nutrición de sus alumnos y los ayuden en esta etapa en la que se hacen más responsable de ellos mismo.
La especialista plantea que poner créditos académicos deportivos, instalar la actividad física en las mallas de las carreras y revisar la oferta del menú que tienen las empresas que se encargan del manejo de las cafeterías de los establecimientos puede ayudar.
Para Ratner, las universidades deben tener estrategias saludables como institución y no solo pensando en los estudiantes, sino también en los profesores y los funcionarios que laboran en el centro de educación superior.
Agrega que, además de bares y cafeterías saludables y espacios para comer, se debe incluir kioscos y expendedoras con productos más sanos que incluyan frutas de temporada y bebidas no azucaradas. (I)
Los jóvenes -siempre- acompañan su comida con bebida azucarada. Esto aumenta las calorías que consumen a diario, lo que provoca que el alza de peso sea rápida. Foto:John Guevara / EL TELÉGRAFO
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Tips para comer saludable durante la vida universitaria
Los nutricionistas sostienen que comer sano en el pregrado es difícil, pero no imposible. Uno de los consejos es realizar una buena elección en la cafetería. Es útil leer el menú, explorar las distintas barras de alimentos y elegir la que sea más adecuada.
Si el estudiante tiene clases hasta la noche se recomienda que no consuma comida rápida ni postres. Lo ideal es optar por una ensalada que contenga una proteína ya sea pollo o atún.
La hidratación es clave. Una persona debe consumir 8 vasos de agua al día. Además para acompañar las comidas es preferible optar por un jugo natural o agua, en lugar de una gaseosa. A esto hay que sumar el consumo de alimentos al menos 5 veces al día. Así no se acumula todo en una o 2 comidas. (I)