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¡Foch yeah!

La Plaza Foch es considerada el centro del barrio La Mariscal por la gran afluencia de gente que acude al lugar en busca de diversión. El sector también es conocido como ‘la zona’.
La Plaza Foch es considerada el centro del barrio La Mariscal por la gran afluencia de gente que acude al lugar en busca de diversión. El sector también es conocido como ‘la zona’.
Foto: Daniel Molineros / El Telégrafo
19 de junio de 2016 - 00:00 - Verónica Endara

Uno de los lugares de encuentro favoritos de los residentes de la capital, y esencial destino turístico de quienes la visitan es la Plaza Foch, la zona rosa más grande de Quito.  

Ubicada en La Mariscal, al norte de la ciudad, ofrece diferentes actividades de ocio y entretenimiento, pero no siempre fue así.      

La Mariscal fue el primer barrio moderno de Quito. El desarrollo de la ciudad empezó con la llegada del ferrocarril en 1908 que permitió traer maquinaria para las industrias, lo que atrajo a cientos de ciudadanos de otras provincias. Todos ellos llegaron a la capital en busca de trabajo, lo que provocó que la ciudad creciera.

Según Alfonso Ortiz Crespo, cronista de la ciudad, en 1922 la Junta del Centenario de la Batalla del Pichincha, en su afán por modernizar la ciudad y conmemorar la fecha, crea un parque público en el sector de El Ejido, que era un potrero en aquellos años. Oficialmente se lo denominó Parque 24 de Mayo, una obra que dio paso a la construcción de  residencias en los terrenos ubicados al norte del parque: La Mariscal.

De acuerdo con Ortiz, los jóvenes ya no querían vivir en el centro, por lo que empezaron a construir casas tipo villas de 2 pisos con jardines en el nuevo sector en desarrollo.

Ahí también se ubicó gente de clase media alta y empleados gracias a la financiación del Seguro Social que ofreció pequeñas casas adosadas ubicadas, por ejemplo, en la calle Foch, entre la Juan León Mera y Amazonas.   

Esta zona fue únicamente residencial hasta los años sesenta pues, con la expansión de la ciudad, varias instituciones de la banca y el comercio migraron del centro al norte.

De ahí que algunas casa fueron derribadas para levantar modernos edificios.

En el sector se crearon, además, 4 puntos de encuentro, uno junto al otro: La Fuente, un servicio de comida al auto; la Iglesia de Santa Teresita, cuya misa del domingo convocaba a la gente adinerada; La Favorita, el primer mercado moderno de Quito, y la gasolinera más concurrida del norte.

Esta dinámica hizo que proliferaran varios negocios que restaron tranquilidad al barrio, lo que obligó a varios residentes a buscar otro lugar para vivir.    

Además, las actividades nocturnas se concentraron, en especial en la Plaza Foch.

Actualmente, La Mariscal es considerada la zona rosa por excelencia de la capital. Todos los días hay una amplia oferta de diversión, pues varios locales atienden de lunes a domingo y otros hasta los sábados. El movimiento en esta zona, que acoge a personas de todas las edades, empieza cerca del mediodía y finaliza en la madrugada del siguiente.

José Holguín, administrador del restaurante Azuca, explica que los viernes y sábados el local está lleno.

Entre tanto, Irochi Díaz, cajero del restaurante Chick N’Grill, comenta que las ventas entre semana alcanzan  $200 diarios, mientras que el viernes o el sábado $400.  

Según Gabriela Sommerfeld, gerente de Quito Turismo, durante 2015 La Mariscal recibió a 71 mil turistas extranjeros.

En la zona hay 1.220 lugares de servicios para los visitantes: 1.073 son de alimentos y bebidas y 147 de alojamiento. Dentro de estas cifras hay 188 bares, 76 cafeterías, 82 discotecas, 126 fuentes de soda, 596 restaurantes y 5 salas de recepciones y banquetes.  

Gustavo Durán, doctor en Estudios Urbanos, dice que una de las características de las zonas rosa es que se da una economía de aglomeración que se convierte en un atractivo para las actividades nocturnas. El término ‘rosa’ posiblemente -explica- se le atribuye a que son sectores un poco más tranquilos que las zonas consideradas rojas.

Estas “se encuentran en la frontera de lo legal y lo ilegal”. Según Durán, uno de los efectos de estos sectores es que acogen actividades que en el mediano plazo son incompatibles con otro tipo de dinámicas urbanas, como la residencia y el estudio.

“En torno a las actividades legales gravitan actividades ilegales, como trabajo sexual y microtráfico, esto es lo que tiende a deteriorar estas zonas”, dice Durán, pero agrega que en la noche no necesariamente son zonas inseguras gracias a la afluencia de gente y a la iluminación. (I)

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