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En Quito, la formación de contaminantes es mayor

La contaminación atmosférica constituye, en la actualidad, por sí sola, el riesgo ambiental para la salud más importante del mundo, según lo ratifican diversos estudios.
La contaminación atmosférica constituye, en la actualidad, por sí sola, el riesgo ambiental para la salud más importante del mundo, según lo ratifican diversos estudios.
Foto: Mario Egas / El Telégrafo
27 de julio de 2016 - 00:00 - Verónica Endara

En las paradas de los buses se concentra al esmog; la mayoría de transeúntes se lleva las manos a la boca y a la nariz para protegerse   del humo negro con olor a azufre que se impregna en la ropa. Mientras unos se cubren, otros, ya acostumbrados al esmog, lo toleran y caminan apresurados.

De acuerdo a la Secretaría de Ambiente del Municipio del Distrito Metropolitano de Quito, los niveles de contaminación permanecen en un estado ‘deseable’. El problema es que lo deseable es poder transitar en una ciudad menos contaminada.

La Secretaría del Ambiente, a través de la Red Metropolitana de Monitoreo Atmosférico, es responsable de medir continuamente la concentración en el ambiente de los contaminantes más comunes: material particulado fino (PM2.5), óxidos de nitrógeno expresados como dióxido de nitrógeno (NO2), dióxido de azufre (SO2), monóxido de carbono (CO) y oxidantes fotoquímicos expresados como ozono (O3).

Los índices de la medición se  establecen en una escala numérica entre 0 a 500. Hay 6 niveles: deseable (0-50), aceptable (51-100), de precaución (101-200), de alerta (201-300), de alarma (301-400) y de emergencia (401-500).

Los contaminantes provienen de  procesos industriales, de la combustión de hidrocarburos y la madera, maquinaria para la construcción y el transporte aéreo. En la capital, el principal contaminante proviene de los tubos de escape de los vehículos. Según la Secretaría del Ambiente, la tasa de motorización se incrementó en los últimos años: de 61 por mil habitantes en 1992 a 123 en 2005 y a 190 en el 2011.

De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Censos, en 2014 se matricularon en el país 1’752.712 vehículos; 34.826 vehículos más en relación al 2013. En Pichincha, en 2014 se matricularon 429.537 vehículos, mientras que en 2013 la cifra fue de 387.858.

Según la Secretaría del Ambiente, la altura media de Quito en el límite urbano es de 2.810 m.s.n.m., por lo que la combustión se realiza con un 27% menos de oxígeno que a nivel del mar. Bajo estas condiciones, es menos eficiente y, en consecuencia, emite más contaminantes. Además, la ciudad está rodeada de montañas de la cordillera occidental (Pululahua, Pichincha y Atacazo), lo que dificulta su ventilación.

Asimismo, al encontrarse en la Mitad del Mundo, hay mayor insolación, lo que en teoría permitiría la formación fotoquímica de contaminantes atmosféricos en mayor grado que en otras latitudes.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2012 unos 7 millones de personas murieron –una de cada ocho del total de muertes en el mundo- como consecuencia de la exposición a la contaminación atmosférica.

Estas cifras confirman que la contaminación atmosférica constituye en la actualidad, por sí sola, el riesgo ambiental para la salud más importante del mundo. Pero la contaminación no solo está en el ambiente externo. También se da al interior del hogar. Según la OMS, más de 4 millones de personas mueren prematuramente por enfermedades atribuibles a la contaminación del aire de los hogares como consecuencia del uso de combustibles sólidos para cocinar. Se estima que  alrededor de 3.000 millones de personas cocinan y calientan sus hogares con fuegos abiertos y cocinas en los que queman biomasa (madera, excrementos de animales o residuos agrícolas) y carbón.

También causa contaminación interna el consumo de tabaco dentro de lugares cerrados.  

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, hay una estrecha relación entre la exposición a la contaminación atmosférica interna y externa y las enfermedades cardiovasculares, como los accidentes cerebrovasculares y las cardiopatías isquémicas.

Además de estas afecciones, la contaminación también ataca al pulmón y al sistema respiratorio. Según el neumólogo César Delgado, la tasa de personas con asma es mayor en poblaciones donde hay altos niveles de polución en el aire.

Además, la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) que estaba relacionada directamente con el consumo del tabaco, ahora está vinculada con la contaminación.

Esta polución no solo provoca enfermedades pulmonares crónicas como el asma y la EPOC, también causa enfermedades en la vía aérea respiratoria superior como sinusitis, faringitis, laringitis, rinitis alérgica, entre otras.

Según Delgado, la contaminación tiene componentes tóxicos que causan enfermedades metabólicas y cardiovasculares.

Lo preocupante es que las personas más expuestas a la contaminación tienen mayor riesgo de desarrollar algún tipo de enfermedad respiratoria, así como la gente que creció en ambientes poco contaminados y que se traslada a grandes ciudades, donde el esmog forma parte del día a día. (I)

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