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El zoológico de Guayllabamba protege a sus visitantes

 EL zoológico de Guayllabamba es autosustentable: mantiene a sus animales con el ingreso de la venta de las entradas. El espacio le pertenece al Municipio. Existe un comodato de 30 años, lleva 15 funcionando.
EL zoológico de Guayllabamba es autosustentable: mantiene a sus animales con el ingreso de la venta de las entradas. El espacio le pertenece al Municipio. Existe un comodato de 30 años, lleva 15 funcionando.
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Dos hechos conmocionaron la opinión pública durante las últimas semanas de mayo y ambos ocurrieron en los zoológicos de Santiago de Chile (Chile) y Cincinnati (EE.UU.).

El 23 de mayo, los titulares de los diarios chilenos publicaron: “Dos leones son sacrificados para salvar la vida de un joven suicida”, “El intento de suicidio causó la muerte de dos leones en el zoológico de Santiago de Chile”, etc.

En Chile, Franco Ferrado, de 20 años, a las 11:00 logró violar la seguridad de la jaula de los leones e ingresó a su ‘hábitat’.

Según la directora del zoológico, el chico se quitó la ropa e instigó a los felinos para que lo atacaran. Minutos después los animales fueron abatidos por los miembros del zoológico, pues debían precautelar la vida del joven.

Cinco días después, en Estados Unidos, sacrificaron a Harambe, un gorila cuyo hogar era el zoológico de Cincinnati porque un niño, de solo 3 años, había conseguido ingresar al lugar donde habitaba el animal.

Las autoridades del centro señalaron que sus normas de seguridad les obligaron a disparar al gorila, pues temían por la vida del menor. Tras la muerte del animal, grupos defensores de los animales y ciudadanos, en general, firmaron una petición contra los padres del niño, a quienes los responsabilizaron por la negligencia. En las redes sociales —como era previsible— se dieron a conocer las reacciones de protesta de los cibernautas, quienes cuestionaron los sistemas de seguridad de los zoológicos, las medidas de prevención y las condiciones en las cuales viven los animales. Incluso se diseñó una campaña para promover el cierre de estos espacios, donde los animales viven en cautiverio.

José Antonio Campaña, director del Fondo Tueri de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), comentó que los protocolos de seguridad en los zoológicos son claros y siempre buscan salvaguardar la vida de las personas que los visitan.

Es partidario de fomentar otra visión en relación con el funcionamiento de los zoológicos para que estos promuevan la conservación de las especies, en lugar de sacar provecho de la exhibición de los animales. Dijo, además, que en Ecuador la ley a favor de la protección de los animales es clara, pero insistió que es necesario promover una cultura de preservación de la fauna silvestre.

En febrero de este año, la jaguar, Tiara, atacó a un cuidador del zoológico de Guayllabamba. Según voceros del zoológico este suceso fue un accidente laboral. El cuidador presentó heridas en brazos, pecho y espalda; pero su vida nunca estuvo en riesgo.

El accidente ocurrió en el área de manejo del jaguar, ubicada en la parte posterior del área de exhibición y que se dio por un exceso de confianza ya que no se observaron las medidas de seguridad establecidas.

El zoológico de Guayllabamba es un centro de rescate y conservación donde habitan más de 200 animales de 50 especies, recuperados de los circos, que nacieron en cautiverio o fueron víctimas del tráfico de especies.

Max Araujo, administrador del zoológico, comentó que el problema real es el tráfico de animales. Además, indicó que es necesario conocer la ley, puesto que La Constitución de 2008 otorgó derechos a los animales. “Lo que pasó en el zoológico de Estados Unidos fue un error humano, las personas son irresponsables con su seguridad”.

En Guayllabamba, el personal brinda una charla de precaución a los visitantes antes del recorrido, pero, en el caso de un accidente, solo el veterinario del centro es quien está autorizado para anestesiar al animal o sacrificarlo para precautelar el bienestar del ser humano.

El zoológico de Guayllabamba cumple, además, con las normas establecidas por el MAE. Así, por ejemplo, el área de los osos de anteojos tiene un espacio de 3 metros entre el sitio que habitan los animales con el de los espectadores.

Además, las barandas de exhibición están rodeadas por arbustos espinosos para evitar el contacto. En el caso de los pumas, leones y jaguares, se colocaron mallas de más de 3 metros de alto en todo el entorno y un cerco electrificado. (I)

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