En varias localidades del país, el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap) está apoyando con asistencia técnica iniciativas cuyos objetivos no se limitan a fines productivos. Se trata del cultivo en ‘huertos integrales’ cuyos principales artífices y beneficiarios son personas de grupos sociales vulnerables.

En Sucúa, en la Unidad Educativa de Educación Especial Rosita Palacios, por ejemplo, 15 estudiantes cultivan tomate riñón, lechuga, albahaca, col, fréjol, cilantro, pepino, pimiento, cebolla, zanahoria y yuca.

En la comunidad shuar San Carlos, ubicada en la parroquia Diez de Agosto (Pastaza), 63 familias participan en un proyecto de huertos familiares realizado en un área de 200 metros cuadrados. Ellas recibieron semillas de tomate, cebolla, pimiento, col, fréjol, maní, maíz, zuquini, lechuga, cilantro, puerro y pepinillo. También accedieron a plástico, abono, cal, azadones y otros insumos.

En El Oro, 426 adultos mayores, niños y adolescentes con capacidades especiales o en situación de pobreza participaron también en agricultura integral. Además de capacitarse en la elaboración de abono orgánico,  aprendieron a sembrar hortalizas, plantas medicinales, plantas de ciclo corto y frutales.

En Santo Domingo de los Tsáchilas, 12 huertos son manejados por adultos mayores y 8 huertos por personas con capacidades especiales. Todos reciben gratuitamente semillas de  rábano, zanahoria, col, lechuga, remolacha, perejil, cilantro, acelga y apio. También se capacitan en riego y control de plagas y enfermedades.

La asistencia especializada da continuidad a la propuesta

En Morona Santiago, el proyecto inició a partir de la solicitud de un técnico para construir un huerto escolar  por parte de las autoridades de la Unidad Educativa de Educación Especial Rosita Palacios.

Una  vez  por semana, a través de la Dirección Agropecuaria de esa provincia, el Magap aportó con asesoría técnica especializada para el grupo objetivo. A través de capacitaciones lúdicas, los alumnos aprendieron a nutrir el suelo, elaborar sustratos, sembrar y controlar plagas.

Al respecto, Wilman Collaguazo, director de la Unidad Educativa, manifestó que la actividad constituye una herramienta de aprendizaje muy útil para la inclusión de los niños con discapacidad.

Silvana Cárdenas, técnica del Proyecto Nacional de Innovación Tecnológica y Productividad Agrícola (PITPPA), explicó que la siembra se realizó de forma asociativa para aportar ventajas al huerto ecológico y evitar la propagación de plagas y enfermedades.

En Pastaza, la asistencia es personalizada con una capacitación mensual donde se imparte todo lo relacionado al cultivo, como plagas, enfermedades, tipos y formas de siembra, que puede ser a campo abierto o bajo cubierta, de acuerdo al área que posee cada beneficiario.

El desarrollo de los huertos es parte del convenio de cooperación técnica interinstitucional suscrito entre el Magap y el Gobierno Autónomo Descentralizado (GAD) de la  parroquia 10 de Agosto. Su objetivo es mejorar la calidad de vida de los participantes del proyecto mediante capacitación y asistencia técnica, a la cual se suma el apoyo de la Comisión de Producción del GAD parroquial.

Ólger Paguay, docente en la escuela República Argentina de esa parroquia, indicó que el cultivo de plantas ofrece a los alumnos con capacidades especiales una oportunidad para desarrollar destrezas en matemáticas, contabilidad y poesía. “Cuando sea tiempo de cosecha haremos una microempresa con los estudiantes para vender en la parroquia, pues son productos cultivados orgánicamente”, agregó Paguay.

La actividad agrícola facilita lograr otros objetivos sociales

En El Oro se busca incluir a los grupos vulnerables en prácticas agrícolas dirigidas a fomentar la unión familiar, aumentar la autoestima y ampliar la soberanía alimentaria.

Al ser realizada de manera cooperativa y colectiva, la agricultura en los huertos crea también espacios para alejar a los niños y los adolescentes del trabajo infantil, del consumo de drogas o alcohol y del uso indebido de la tecnología.

Maritza Arias Brito, directora (e) del Instituto Especial de Ciegos y Sordos del Distrito 7, comentó que los chicos están muy motivados y felices por el trabajo en los huertos. “Incluso algunos padres han llevado las prácticas agrícolas en huertos a sus propios hogares”, agregó.

Este año, en Santo Domingo de los Tsáchilas, quieren establecer cien huertos familiares, dijo Cristina Martínez, técnica responsable de huertos orgánicos en San Jacinto del Búa. (I)