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El sabor de Atocha y Pinllo deleita a los abuelitos
Además de la literatura, la producción frutal y los jardines ornamentales, el buen comer es una de las características más destacables de Ambato.
En la urbe existen varios puntos reconocidos a escala nacional por la oferta de especialidades gastronómicas tradicionales elaboradas con recetas de antaño. Entre ellos destacan Izamba, Ingahurco, Terremoto, Ficoa y el barrio Obrero.
Allí los restaurantes reciben a diario a comensales de todas las edades quienes acuden a probar platos típicos como las empanadas de morocho, tortillas de maíz, chinchulines (intestinos de vaca asados), conejo y cuy asado y otras delicias.
Sin embargo, en la ciudad existen fondas y picanterías, cuyos clientes son en su mayoría personas mayores a 60 años. Para ellos no solo cuentan la sazón y la presentación de la comida, también se aseguran de que las recetas contengan poca azúcar, especias, sal y grasas.
Atocha, Pinllo y la Medalla Milagrosa son solo algunos de los barrios urbanos donde estos restaurantes abren sus puertas pese a tener más de 50 años.
Las coladas de Atocha
En el tradicional barrio de Atocha, ubicado al norte del casco urbano, los comedores atienden al público desde las 16:00.
Norma Saltos, dueña de un local de comidas, explica que allí las especialidades son en su mayoría coladas de granos, hortalizas y tubérculos andinos, entre ellas la colada morada, uno de los platos insignes de Ambato y que en el resto del país solo está disponible en noviembre.
“No así en Atocha pues hay más de 20 locales en los que este potaje, elaborado a base de maíz negro y arrayán, se expende a diario, así como coladas de haba, arveja y papa”.
Los comedores están ubicados a los costados de la avenida Rodrigo Pachano, a la altura del colegio Pío X, y en los alrededores de la capilla de Atocha.
Julián Morales, titular de la Asociación de Adultos Mayores: Tercera Estación, de Ambato, explica que además allí se practican juegos tradicionales.
“Cada tarde los aficionados a los cocos, las planchas, las canicas, los trompos y otros pasatiempos del siglo pasado se dan cita a fin de mantener viva esta tradición y compartir con gente de su edad. Tras el juego viene la degustación de las coladas, en especial la morada y la crema de arveja con carne o pollo”.
El precio de estos platillos, tanto salados como dulces, es de $ 1,50. Otras de las comidas allí disponibles son las tortillas de papa con chicharrón de cerdo, mote con tostado, habas con melloco y ceviche de chochos.
A 10 minutos de allí, por la carretera que conduce a Quisapincha, se encuentra Pinllo. El lugar es famoso por la excelente y tradicional producción de toda clase de pan, y la preparación de carne de aves de corral.
Pese a que los comensales son de todas las edades, los martes y jueves llegan decenas de personas mayores de 65 años tanto por la comida como para visitar el centro histórico.
Gisela Martínez, sexagenaria residente del centro de Ambato, contó que “al igual que ocurre en Atocha, en Pinllo se respira un aire de nostalgia que convoca a quienes nacimos entre los años 1945 y 1955. Esto porque hace 4 décadas allí se realizaban eventos culturales y artísticos múltiples y campeonatos de juegos tradicionales, como el trompo y las canicas”.
El plato preferido por los abuelitos es la carne asada de gallina con papas enteras, valorada en $ 4, y las habas con mellocos acompañadas con un vaso de chicha de quinoa, platillo que cuesta $ 3.
El parque, la iglesia y el mercado de Pinllo son puntos referenciales para este grupo de personas que además suele organizar bailes y rifas.
Pinllo además es conocido por conservar los tradicionales huertos de Ambato, en los que se cultiva manzana, durazno, albaricoque, capulí, guaytambo, peras y otros frutos.
Pese a que varios de estos espacios son privados, los propietarios permiten pasear a los visitantes por sus alrededores y beneficiarse de este ambiente.
Luis Enrique Núñez, de 78 años, aseveró que “esta es una de las mejores terapias para reducir el estrés. Además de activar el sistema circulatorio al caminar oxigenamos nuestro organismo con aire puro, alegramos la vista con los hermosos paisajes y compartimos experiencias con gente de nuestra edad”.
Otro de los puntos preferidos por los adultos mayores ambateños es el barrio Medalla Milagrosa. En el interior de la iglesia del mismo nombre se observa a diario a decenas de abuelitos, en especial mujeres, quienes después de la misa se dedican a alimentar a las palomas que llegan en grupos al parque.
En este sector se puede degustar el tradicional mote con chulpi, jucho de capulí y el tradicional chocolate ambateño. (I)