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El parto es un ritual de vida en la cosmovisión indígena
El parto es un ritual ancestral en el que la partera cumple un papel fundamental, pues es quien, de acuerdo con sus saberes y tradiciones, da la bienvenida al recién nacido.
Al iniciar el ritual, la partera se encomienda a seres supremos, según sean sus creencias. Después se encarga de adecuar el ambiente para recibir al niño, por ejemplo, prende un fogón y varias fogatas para que la habitación se abrigue. Cada partera conserva su tradición de cómo ambientar el cuarto, algunas hacen un círculo de fuego en torno a la parturienta, otras lo hacen con humo de sahumerio, entre otras formas.
Según Enrique Cachiguango, conocedor de las tradiciones indígenas, la partera está pendiente de cómo las contracciones —‘pujos’— van en aumento. Si el parto se demora, saca un diagnóstico haciendo una limpia con huevo de gallina a la parturienta. Luego coloca el huevo en el fogón, si hay sudor en él antes de reventarse significa que hay frío en el organismo de la madre, pero si el huevo se revienta enseguida es que la mujer está próxima a dar a luz. Si el calor es lo que falla, se utilizan aguas, como de canela o de pepa de chirimoya, para calentar el cuerpo de la embarazada y preparar los músculos para el alumbramiento.
Apenas nace el bebé, la partera lo coge en sus manos y le dice las palabras de bienvenida. Cachiguango recuerda estas: “Señora de Cotacachi, Imbabura, ven hijo de Dios, aquí vamos a vivir, en esta comunidad, en esta casita, con esta familia, comidos o no comidos, pero aquí vamos a vivir. Siempre estaremos juntos, aquí vas a crecer, vas a ser grande, vas a tener hijos, vas a tener tu pareja, aquí en esta comunidad bajo mama Cotacachi, bajo taita Imbabura, bajo Dios, bajo la Virgen, aquí vas a vivir”.
Se cree que si no se da una adecuada bienvenida al recién nacido, él se sentirá rechazado. Según la medicina ancestral tradicional, de acuerdo a cómo venga el niño al mundo será como actuará en él mientras viva. Después de las palabras de bienvenida, se corta el cordón umbilical y se le amarra un hilo de color rojo que simboliza el color de la vida.
Después de unos días el pedazo de cordón que quedó en el cuerpo del niño se cae, los padres suelen conservarlo colocándolo en algún lugar donde reciba humo. Para Cachiguango, esta costumbre es un modo de decir “tú naciste aquí”.
Después del alumbramiento, la partera atiende a la madre, comprueba la salida de la placenta e inicia un nuevo ritual. Sobre una manta, la partera da golpes a la placenta con ramas de chilca y dice: “No serás ocioso, no serás andariego, vivirás en la casa, atenderás tus roles, servirás a tu comunidad, servirás a tu familia, servirás a tu entorno.
No te olvides de la tierra donde naciste ni de la comunidad donde naciste, no te olvides de los que te ayudaron, de los que siempre están contigo”.
La placenta envuelta en la manta es enterrada junto al fogón de la familia o en las cercanías bajo un árbol. Según Cachiguango, este ritual ayuda a la persona a nunca olvidar de dónde viene y esta es la razón del porqué los pueblos indígenas son muy apegados a sus tierras.
Al día siguiente, al recién nacido se le realiza el primer baño ritual. En agua tibia se colocan pétalos de flores de color blanco, rojo y rosa, con hojas de romero y algunos centavos o granos de trigo. La partera baña al bebé en medio de arrullos, el primer roce del agua con las flores es como una limpia inicial para que no le afecten las ideas e influencias negativas del entorno; las monedas y granos de trigo, que se pueden colocar en las manos del recién nacido durante el baño, son para que siempre haya abundancia en su vida.
El agua que queda se la vierte suavemente, sin hacer ruido, en el piso para que el espíritu del bebé no se asuste. El agua fría —dice Cachiguango— fortalece el sistema inmunológico de las personas, por lo que las comunidades indígenas acostumbran a coger agua en una tina y exponerla al sol durante toda la mañana, con esa agua bañan al recién nacido.
Desde que nace, el bebé es envuelto con franelas y una faja, con el propósito de que sienta que está dentro del vientre de la madre. Según Cachiguango, esto le da seguridad interna al niño para que no se desmaye ante los problemas psicológicos que la vida le da. (VEC)
Datos
Para hacerse parteras las indígenas requieren -mínimo- 10 años de práctica, muchas empiezan su educación desde muy pequeñas. Es tanta su experiencia que pueden saber el sexo del bebé tan solo tocando el vientre de la madre.
Esta sabiduría ancestral es diversa. Dependiendo de la región, cada una maneja las plantas de su entorno y tiene otros saberes. Por ejemplo, en algunas comunidades del Oriente las madres dan a luz colgadas en una liana, en la Sierra lo hacen arrodilladas o en cuclillas.