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El espíritu manabita es el combustible de la reconstrucción
El terremoto dejó sin electricidad al sector Flavio Alfaro. Por cuatro noches seguidas los habitantes durmieron en la plaza central, atemorizados por las continuas réplicas.
En la oscuridad el pequeño José Barres veía fijamente una vela. La usaba para jugar y pasar las que, probablemente, fueron las noches más largas de su familia. Pero al cuarto día ya regresó la luz y con ella el agua potable. Lo peor había pasado.
La normalidad paulatinamente se retomó. Antonio Delgado faenó a una de sus reses y abrió su tercena, en su casa de caña. Es un pequeño negocio que tiene en el recinto San Pedro Suma.
Mientras que Augusto López, habitante del recinto de la Crespa, perdió su casa. Allí murió una niña aquel 16 de abril. Se repusieron y con sus familiares iniciaron las tareas de limpieza de los escombros. El objetivo es levantar la vivienda cuanto antes. (I)