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El agility pone a prueba la movilidad y la rapidez

El agility pone a prueba la movilidad y la rapidez
25 de junio de 2018 - 00:00 - Mario Valiente Velásquez

Puentes, túneles, rampas, mesas y más obstáculos forman parte de la pista de agility, un deporte en el cual su principal protagonista es el mejor amigo del hombre, el perro.

El agility es una actividad para canes que tiene como objetivo recorrer, bajo la guía y órdenes de su dueño o entrenador, una serie de obstáculos, los cuales tienen que ser sorteados correctamente,  en un orden específico, en el menor tiempo posible.

Luis Díaz, entrenador de mascotas, explica que el agility es un juego en el que el perro se divierte, salta obstáculos, cruza balancines, atraviesa túneles, “pero sobre todo, se ejercita”.

Díaz apunta que para que un perro pueda practicar agility primero debe recibir adiestramiento básico, donde aprende a sentarse, dar la pata, acostarse y seguir órdenes; esto puede tomar alrededor de dos meses.

“Luego se le empieza a enseñar a superar los obstáculos uno a uno, premiándolo y felicitándolo cada vez que lo hace correctamente. Cuando ya domina todos los obstáculos por separado, se le empieza a premiar cuando pase dos seguidos, luego tres seguidos y así hasta que domine toda la pista y las órdenes”. El adiestrador pondera que no existen impedimentos de raza o tamaño para su práctica, pues los obstáculos son móviles y se pueden reemplazar por unos de menor tamaño o complejidad, dependiendo de la exigencia y habilidad del can.

Según explica Gustavo Ferrari, propietario del hotel canino Happy Puppy Tail, el cual tiene una pista para la práctica de agility en Guayaquil, en los torneos los perros compiten en diferentes categorías, dependiendo del tamaño y la habilidad. “Hay competencias para perros pequeños, medianos y grandes, con el fin de que sean más justas, pues a un perro grande se le va a hacer más fácil saltar un obstáculo de 30 pulgadas que a uno chico”.

Además, existen competencias con diferentes grados de dificultad, a las cuales solo pueden acceder las mascotas que han logrado certificar cierto nivel de pericia, que va desde cero hasta tres. “Todos los perros inician en nivel cero, para subir a nivel uno deben completar correctamente las cuatro pistas de una competencia, en un fin de semana. Entre más alto el nivel, el área de la pista, el número y complejidad de los obstáculos se incrementan”.

En Ecuador, la encargada de desarrollar estas competiciones es la Asociación Ecuatoriana de Registros Caninos (Aercan), la cual arma un calendario de competencias anuales.

En el hotel hay varios perros entrenados en este deporte, uno de ellos es Taka, un beagle de 5 años, que está en categoría uno y ha ganado algunas competencias a nivel local.

Geovanny Herrera, instructor a cargo de su adiestramiento, asegura que las claves para que un perro aprenda rápidamente son los premios y jornadas de prácticas cortas. “El perro tiene que aprender con premios, eso lo motiva a superar los obstáculos, basta con colocarse al final del túnel y mostrarle un puñado de croquetas para que el perro intente cruzarlo. Asimismo, los entrenamientos no deben pasar de unos pocos minutos diarios, pues los animales se aburren rápidamente y pierden el interés en el circuito”.

Si bien cualquier perro puede practicar agility, existen algunas razas a las cuales, debido a su mayor inteligencia y predisposición a obedecer órdenes, se les da mayor facilidad su práctica. “Los collies de la frontera son los mejores para el agility, está comprobado que son la raza más inteligente de todas y hace falta poca práctica para que entiendan y logren terminar los circuitos”, dice Díaz.

Prueba de esto es que en el campeonato mundial de la disciplina, realizado en octubre pasado en Liberec, República Checa, de los diez mejores clasificados, nueve fueron canes de la mencionada raza y un pastor belga (sexto lugar).

El actual campeón mundial es Explosive Essay junto a su entrenadora Tereza Kralova, que lograron recorrer un circuito de 199 metros y 22 obstáculos en un tiempo de 34,53 segundos. La velocidad máxima que logró Say, como lo llama su dueña, fue de 5,76 metros por segundo.

 Historia y masificación del deporte
Su origen se remonta a 1978, cuando al entrenador canino Peter Meanwell se le encargó el desarrollo de un show de entretenimiento para el intermedio entre las competencias de obediencia y conformación (grado de pureza del can con respecto al estándar internacional) de los Crufts, campeonato canino internacional de gran importancia, que se desarrolla en Reino Unido desde 1891.

Así, Meanwell presentó un espectáculo de saltos y obstáculos similar a los desarrollados en competencias ecuestres, adaptados para demostrar la velocidad y agilidad natural de los canes. El espectáculo llamó de inmediato la atención de los criadores, quienes se vieron seducidos por la velocidad y destreza desarrolladas por los animales, y deseaban que sus perros también aprendieran y participaran.

Una año más tarde, varios clubes ingleses de entrenamiento ya ofrecían capacitación en el flamante nuevo deporte, y para diciembre del mismo año se desarrolló la primera competencia oficial, en el centro de convenciones Olympia, en Londres. Con el pasar de los año, el agility conoció tal popularidad que pasó de ser una práctica local a nacional y posteriormente mundial.

En sus primeros años el agility era un deporte reservado para perros medianos y grandes. No fue hasta 1987 que se organizó la primera competencia para razas pequeñas, que tenía como principal variante la reducción de la altura de los obstáculos de 30 a 15 pulgadas. (I)   

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