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¿Cuántas horas duermen los ecuatorianos?

¿Cuántas horas duermen los ecuatorianos?
Foto: AFP
23 de abril de 2017 - 00:00 - Andrea Rodríguez Burbano

El tiempo que dedican los ecuatorianos a descansar se ha reducido. Mientras hace tres o cuatro décadas se dormía a pierna suelta un promedio de 8 horas, hoy se alcanza una media de 6 a 7 horas, como máximo.

Si bien no existe un estudio desarrollado sobre el tema en el país, el médico neurólogo Guillermo Romero Suárez, especialista de Neurovida, Clínica del Sueño, centro de especialidades neurológicas, asegura que los ecuatorianos duermen cada vez menos porque las ciudades se complejizaron.

“Hay padres que se levantan muy temprano para despertar a sus hijos y prepararlos para las clases; hay otras personas que reducen su tiempo de descanso porque tienen que recorrer largas distancias para llegar a sus oficinas y, por supuesto, hay quienes trasnochan porque estudian y llevan trabajo a la casa”. Cada vez son más los especialistas que coinciden en que la invasión de la tecnología, el estrés y el ritmo de vida rápido y repleto de obligaciones inciden en la reducción de las horas dedicadas al sueño.

El médico advierte que los ecuatorianos no solo duermen menos, sino que también experimentan la sensación de no haber descansado bien. Aquello tiene su propia explicación.

“La falsa percepción de no descansar bien está relacionada con los ciclos del sueño, es decir, las personas no duermen bien porque no entraron a una fase profunda, en la cual realmente se descansa”.

Es así que la calidad de nuestro descanso es directamente proporcional a la profundidad del sueño, por lo tanto, el objetivo es conseguir más horas de sueño profundo.

Según Romero, los ecuatorianos han reducido sus horas de sueño respecto a generaciones anteriores, lo cual podría predisponerlos a sufrir obesidad, diabetes, problemas cardiovasculares, entre otras enfermedades.

A largo plazo, dormir poco o mal quebranta la salud, recorta nuestra longevidad y afecta a los sistemas inmunológico y nervioso. Según la Encuesta de Uso del Tiempo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), quienes tienen entre 32 y 46 años son los que menos tiempo dedican a dormir (07:39), mientras que las personas de 12 a 16 años emplean 08:18.

Para Martha Castro, especialista en relajación y meditación, el acelerado estilo de vida ha propiciado que se dé prioridad a otras actividades en detrimento de las horas de sueño.  

Si bien cree que es normal que alguna vez las personas se despierten durante la noche y no puedan volver a dormir, principalmente cuando existe alguna preocupación, el problema es cuando la privación del sueño es frecuente.

Para los especialistas, hay factores que inciden, como el dormir con música o con la televisión encendida. También afecta el uso de la computadora o del teléfono celular hasta altas horas de la noche.    

Para Castro, es fundamental prepararse para dormir y habla sobre la relajación, la cual se consigue si se establece un ritual que consista, por ejemplo, en preparar la ropa para el día siguiente, lavarse los dientes y leer un libro.

Sobre el tiempo dedicado a dormir, un estudio desarrollado por David Samson, investigador del sueño de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, revela que el tiempo total de sueño, a escala mundial, disminuyó de manera significativa con el transcurso de los años. “En 1970 dormíamos de 7 a 8 horas, y ahora entre 6 y 7. Si hacemos  los cálculos, en los próximos 40 o 50 años podría dormirse entre 5 y 6 horas”.

Samson indica, además, que los humanos hemos evolucionado a lo largo de milenios para reducir el número de horas que dormimos, pero la tecnología podría acelerar el proceso notablemente.

Hoy en día, hay más científicos interesados en descubrir el secreto para necesitar menos sueño, pero alterar la biología podría tener efectos negativos sobre la salud.

Aunque —según Samson— dormir menos en el futuro nos dejaría más tiempo libre para el trabajo y el ocio, hay que tener cuidado al manipular la naturaleza humana. “Una sociedad llena de gente que cree que no está cansada podría originar una tragedia para la salud pública”. La falta de sueño está asociada con defensas bajas. Puede que nos llevemos un susto muy grande antes de que la gente reconozca lo importante que es el sueño.

Según el investigador David Samson, el tiempo total de sueño, a escala mundial, disminuyó de manera significativa. Foto: Internet

¿Qué dice la evolución?

Un reciente trabajo publicado por la BBC de Londres evalúa el impacto que ha tenido el sueño sobre nuestra evolución.

La nueva investigación sugiere que los seres humanos han evolucionado para dormir menos, pero también más profundamente, y eso puede ayudar a explicar el éxito como especie. Un nuevo estudio publicado en la revista Antropología Evolutiva, explica que el paso de los árboles al suelo permitió a nuestros antepasados dormir más profundamente, lo que a su vez podría haber afectado la cognición.  

Una de las teorías que actualmente se maneja es que, aunque los seres humanos duermen menos horas que otros primates, el sueño que tiene es de alta calidad, por lo que no necesitan dormir tanto.

Para saber si el sueño humano es único, los científicos han comparado los patrones de sueño de 21 primates y examinado la cantidad de tiempo que pasaban con movimiento ocular rápido (REM). Todo indica que se produce cuando soñamos y cuando el cerebro consolida los recuerdos en el almacenamiento a largo plazo.

La comparación reveló que los seres humanos dormían menos. Los primates que más dormían eran los lémures ratón grises y los monos nocturnos, con 15 y 17 horas respectivamente. En contraste, los humanos pasaron la mayor proporción de su sueño en un estado REM: casi el 25%. En consecuencia, los seres humanos tienen el sueño más profundo frente a cualquier primate.

Para la médica neuróloga Lissette Duque, especialista del centro Neuromedicenter, en general, no hay un patrón estándar porque las horas de sueño requeridas varían según la edad.

La especialista recalca que el tiempo de sueño que cada ser humano precisa es variable y oscila entre 4 y 9 horas.

Aun así, podemos afirmar que se sitúa en torno a 7 u 8 horas, aunque debe ser cada persona la que sea consciente de cuántas horas requiere para estar distendida y operativa al día siguiente.

Según Duque, la edad también influye en la necesidad de sueño para sentirnos plenamente recuperados. Así, un bebé necesita muchas más horas que un adulto, mientras que es habitual que una persona mayor requiera  cinco o seis horas.

Con la edad, los patrones de sueño tienden a cambiar. La mayoría de personas encuentra que el proceso de envejecimiento las lleva a tener dificultades para conciliar el sueño. Se despiertan con más frecuencia durante la noche y se levantan más temprano por la mañana.

De todas maneras, lo cierto es que cada individuo lleva un ritmo de vida diferente y, por lo tanto, tiene necesidades de descanso distintas.

Un nuevo estudio del Deaconess Medical Center del centro médico Beth Israel y de la Universidad de Toronto presentó, por primera vez, una explicación neurológica para el hecho de que las personas mayores duerman menos.

El estudio señala que un agrupamiento de neuronas asociadas al sueño puede morir con el pasar de los años, incidiendo en el sueño de los adultos mayores.

Cuanto más grande es la pérdida de estas neuronas por el envejecimiento, es más difícil dormir. Además, cuando las personas sobrepasan los 70 años, tienen la costumbre de dormir una hora y media menos que personas de 20 años y, por el contrario de lo que se cree, no se sienten descansadas, solo se levantan porque no logran dormir más, pero se sienten cansadas durante el día, como un estado crónico de insomnio.

El médico Felipe Romero Carvajal, neurólogo del Hospital Metropolitano, indica que las extenuantes jornadas laborales inciden en la calidad del sueño. “Hay personas que duermen apenas dos o tres horas diarias. Es frecuente que esto ocurra con los guardias. Con el tiempo se acostumbran a dormir durante el día y a trabajar en la noche”.

El neurólogo precisa, además, que la falta de sueño es más perjudicial en las mujeres que en los hombres, ya que ellas —asegura— tienen un empaque  hormonal más complejo que ellos.

Es así que cuando las mujeres tienen dificultades para dormir presentan problemas menstruales y de infertilidad. Asegura, además, que el sueño femenino necesita más tiempo para ser reparador.

Sobre este aspecto, la ciencia ha demostrado empíricamente que el sistema operativo central femenino tiene más ramificaciones capaces de funcionar a la vez, sin detrimento de su rendimiento final.    

Esto entraña un mayor desgaste, así que el cerebro necesita más tiempo para recuperarse y eso solo se logra con el sueño profundo.

La ciencia también consiguió establecer que a medida que transcurre la noche el sueño de las mujeres se vuelve más liviano, lo que facilita que los ruidos de la casa, como el llanto de un niño o las alarmas,  puedan despertarlas con mayor facilidad que a los hombres.

Los países donde la gente duerme más

Fue la Universidad de Oxford, en Inglaterra, la que dio a conocer que en la mayoría de los países el tiempo medio dedicado a dormir oscila entre 8 y 8,5 horas diarias, sumando un total de 56 a 60 horas de sueño a la semana.

Los más dormilones son los búlgaros y los franceses, que duermen cerca de 9 horas al día. El tercer puesto en el ranking es para los habitantes de Letonia (8,6 horas), seguidos de los holandeses y los estonios.

En el extremo opuesto se encuentran los japoneses y los coreanos, con 7,6 horas.

Los japoneses, según advierte un artículo publicado en el diario The New York Times, no hacen la siesta, hacen el inemuri, el arte japonés de estar presente mientras se duerme.

A pesar de que la persona que hace inemuri podría parecer mentalmente lejana, tiene que ser capaz de volver a la situación social cuando lo necesite.

Durante el trabajo no es mal visto el inemuri como método para reducir el agotamiento y mejorar la atención al puesto y el desempeño laboral. De hecho, está ampliamente justificado en reuniones ejecutivas largas y sesiones parlamentarias agotadoras de varias horas ininterrumpidas.

En Japón, el cumplir largas jornadas  de trabajo y entregarse a la labor son valores altamente apreciados por esta sociedad. Así que el inemuri no resulta vergonzoso. (I)

DURANTE EL SUEÑO

Los trastornos del sueño conducen  a cambios de humor, trastornos de la personalidad y otros, ligados a la hiperactividad; síntomas depresivos, disminución de la concentración y facultades de aprendizaje.

Si no consigue dormir bien, regrese a su cama solo cuando se sienta cansado. Puede repetir esto  las veces que sean necesarias, durante la noche. Evite la cafeína del café y los refrescos, y la nicotina, sobre todo en las últimas horas del día. (I)

La falta de concentración y el bajo rendimiento laboral son las primeras señales de los trastornos del sueño. Los síntomas más comunes que provoca la falta de descanso son cansancio extremo e irritabilidad.

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La electropolución puede ser la responsable de dormir mal

Hace 100 años, las habitaciones eran lugares tranquilos para dormir, pero con el paso del tiempo se han convertido en centros de entretenimiento, plagados de equipos electrónicos de todo tipo.

Son numerosas las familias que tienen un televisor frente a la cama, acompañado de otros aparatos que garantizan el cine en casa. En los dormitorios también suelen funcionar computadoras, radios y otros equipos que, en lugar de facilitar el sueño, lo perturban.

Según el médico Felipe Romero Carvajal, no es sano tener un radiorreloj a poca distancia de nuestra cabeza mientras dormimos, o un equipo de música o un televisor. Lo ideal, subraya el médico, es mantener un ambiente libre de tecnología, oscuro y, si es posible, silencioso. (I)

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Punto de vista

Marcelo Cruz
Médico neurólogo
Centro de Investigación Neurológico

El cerebro secreta dopamina para estar despiertos

No concuerdo con la afirmación de que en el futuro los seres humanos necesitarán dormir menos porque la estructura biológica es la misma, así el individuo sea de una civilización más avanzada. Los primates y los seres humanos tenemos dos líneas genéticas totalmente diferentes, lo que significa que en el caso de los humanos sean estos los que duerman más que los primates.

Además, hay que indicar que el cerebro del ser humano siempre necesitará dormir porque durante el sueño se recuperan los niveles de los neurotransmisores en el cerebro. Cuando una persona ha dormido bien, a la mañana siguiente tiene más energía para enfrentar el día. Al mismo tiempo, el sueño ayuda a fijar la memoria y, por supuesto, los recuerdos.

Es necesario entender que el sueño no es un fenómeno pasivo, sino activo, es decir, el cerebro durante el sueño permanece en actividad, no está apagado y para que se desencadene el mecanismo del sueño se activan ciertos núcleos  del tallo cerebral, estimulados por la secreción de un neurotransmisor llamado serotonina, diferente de aquellos que se generan para la vigilia. Para estar despiertos el cerebro secreta dopamina y  norepinefrina. De esta manera, cuando sube el nivel de serotonina, se activan, de manera significativa, estos centros del sueño y producen ciertas ondas en el cerebro.

Hay que indicar que existen determinados alimentos que ayudan a dormir bien, como los carbohidratos, como el pan y los fideos. Se sabe que los carbohidratos estimulan la liberación de insulina, que ayuda a sacar otros aminoácidos del flujo sanguíneo, dándole más chance al triptófano de llegar al cerebro. Aún se necesita investigar más esta área. (I)

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