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Alzhéimer, cuando los recuerdos se borran y se depende de terceros para vivir

Alzhéimer, cuando los recuerdos se borran y se depende de terceros para vivir
Foto: Internet
17 de septiembre de 2017 - 00:00 - Redacción Séptimo Día

En el mundo, alrededor de 47 millones de personas padecen demencia y cada año se registran 9,9 millones de nuevos casos. La enfermedad de Alzheimer, que es la causa de demencia más común, acapara entre el 60% y 70% de los casos.

Así lo asegura la Organización Mundial de la Salud y agrega que es una de las principales causas de discapacidad y dependencia entre las personas mayores. Es un síndrome que implica el deterioro de la memoria, el intelecto, el comportamiento y la capacidad para realizar actividades diarias.

El alzhéimer hace que las neuronas se degeneren progresivamente. Se presenta normalmente a partir de los 65 años y no tiene cura.

Todas las personas tienen factores de riesgo de tener demencia con el paso de los años, pero quienes tienen un familiar con esta enfermedad corren más riesgo de padecerla, pues es altamente hereditaria.  

El neurólogo Iván Cruz explica que el alzhéimer avanza por etapas. Al inicio la persona se olvida, por ejemplo, de lo que comió, de una cita médica, de un compromiso social, el cumpleaños de su pareja, el nombre de algún familiar, números telefónicos; además, no tiene un correcto desarrollo oral en sus conversaciones, pierde habilidades para manejar cosas conocidas, como el teléfono, no puede llevar adecuadamente sus finanzas, entre otras.

En etapas posteriores aparecen los trastornos de ubicación temporoespacial: la persona se pierde en sitios conocidos. También tiene dificultad para encontrar y articular palabras.  

La situación empeora en casa. El adulto mayor no sabe dónde están las cosas, como tomar un simple vaso o ir al baño. En una etapa más avanzada, el paciente tiene problemas para reconocer a sus familiares, sobre todo a quienes no veía frecuentemente.

Al final de la enfermedad, la persona sufre alteraciones conocidas como afasia, apraxia y agnosia. La primera se refiere a la pérdida de su capacidad para expresarse, tiene un lenguaje muy reducido e incluso deja de hablar, hace solo ruidos con su boca. La segunda es cuando pierde sus habilidades para vestirse, para comer, bañarse, entre otras actividades comunes. Y finalmente la agnosia es cuando ya no reconoce su entorno ni a sus familiares cercanos y no se ubica en el tiempo.  

Esta enfermedad tiene etapas que pueden ser de días hasta de semanas en las que la persona está más lúcida y se acuerda de más cosas. Por lo general, explica Cruz, estos pacientes recuerdan las cosas de antaño, como su juventud o la infancia, es decir, su memoria pretérita está bien, lo que no funciona es su memoria reciente y su capacidad para aprender algo nuevo.

Sin embargo, en la cumbre de este mal la memoria desaparece completamente.  

Según Cruz, la enfermedad podría evolucionar en 8 años, depende de cómo se la combata para frenar su avance. Y el modo de hacerlo es con terapias que activan las neuronas.

Víctor Minango, coordinador terapéutico del Centro Alzheimer de la fundación Tase, explica que el mal no solo afecta a la memoria, a medida que avanza afecta la motricidad, la percepción y la cognición. La terapia ayuda a mantener las capacidades para llevar una buena calidad de vida.

Lo fundamental es que el adulto mayor con esta enfermedad realice actividades todo el día. Puede ejercitarse para mantener su tono muscular, la motricidad y el equilibrio. Por ejemplo, puede caminar o jugar.

Para el ámbito perceptivo puede hacer actividades que le estimulen todos su sentidos. Por ejemplo, cubiertos los ojos que pruebe diversos sabores para que los identifique.

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Según Minango, en cuanto a los sentidos, lo primero que pierden las personas con alzhéimer es su capacidad olfativa y del gusto. Por eso los accidentes en casa; olvidan que dejaron la hornilla de la cocina encendida y no perciben el gas.

Para su capacidad cognitiva pueden realizar evocación de imágenes. Se les muestran fotografías de sus familiares para que identifiquen quiénes son. También pueden hacer lecturas con análisis o juegos mentales, como sopa de letras.  

Es importante que el paciente comparta con más personas, que socialice y no se aísle. Eso le ayuda a trabajar su lenguaje, su memoria, de esa manera se les sube el ánimo.

Asimismo, se debe buscar que sean independientes en casa, ayudarlos solo si es necesario. “Hay que dejar que en su hogar haga todo lo que pueda hacer, aunque lo haga mal, eso  ya implica una actividad terapéutica. Motivarle que haga las cosas”, dice Minango.  

El paciente con alzhéimer no sabe que tiene esta enfermedad, y si en algún momento supo, lo olvidó. De ahí que, según Cruz, cuidar a una persona con esta afección desgasta mucho y puede hacer que su cuidador pierda la cabeza.

Para Katia Gordillo, entender qué es la enfermedad es fundamental para después aceptar que un familiar la padece. A su padre, de 92 años, se la diagnosticaron. Lleva alrededor de 7 años con este mal.

Para Gordillo, es importante que la familia permanezca unida, pues ayuda a que los cuidados sean más llevaderos. Hoy su padre camina lento, habla poco y ya no tiene muchos recuerdos.

“En ocasiones aparecen emociones fuertes, como miedo y preocupación de ver cómo mi papá se deteriora, pero estas emociones no superan el afecto, cariño, gratitud y solidaridad que tengo por él”, comenta Gordillo, quien añade que es agotador y demanda mucho tiempo velar por su padre.   

Así como los pacientes pueden asistir a centros de ayuda para frenar el avance de la afección, los familiares pueden participar en grupos de apoyo. Uno se encuentra en la iglesia de Iñaquito.

“Hay que disfrutar la presencia de estos familiares, así sea con la enfermedad; son seres humanos, son sus papás, abuelos, son familia, que necesitan de amor incondicional a cambio de nada”, dice el neurólogo.

La prevención de este mal empieza desde la niñez, el secreto está en mantenerse mentalmente activo.

Cecilia Ordóñez, directora del Centro Alzheimer de la fundación Tase, recomienda leer, aprender nuevas cosas, como idiomas; hacer ejercicios mentales, como crucigramas y sopa de letras; tener una actividad social activa, hacer ejercicios físicos, alimentarse saludablemente y llevar una vida tranquila, sin estrés ni ansiedad. (I)

Es importante que el familiar con alzhéimer se sienta útil, amado y escuchado. El mejor modo de ayudarlo es no dejarlo de lado e incluirlo en diversas actividades.
Foto: John Guevara / EL TELÉGRAFO

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