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200 privados de la libertad del país audicionaron para grabar un CD en la cárcel

El primer grupo que se presentó en el patio del recinto penitenciario interpretó el vallenato ‘Qué bonita es esta vida’. Los internos estuvieron acompañados por la cantante Lila Flores, del grupo Las Chicas Dulces.
El primer grupo que se presentó en el patio del recinto penitenciario interpretó el vallenato ‘Qué bonita es esta vida’. Los internos estuvieron acompañados por la cantante Lila Flores, del grupo Las Chicas Dulces.
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Ricardo se despojó temporalmente del uniforme, color naranja, que lo identifica como una persona privada de la libertad. Para su primera vez en un escenario, viste un pantalón blanco remangado hasta la pantorrilla y una camisa del mismo color. El atuendo lo complementa con zapatos de lona, color negro.

En su cuello lleva una pañoleta verde y sobre su cabeza, un sombrero de paja. El joven mueve las manos ansiosamente, pues en pocos segundos anunciarán los nombres de cada integrante del grupo musical con el que cantará sobre una tarima el tema ‘Qué bonita es esta vida’, originalmente interpretado por Jorge Celedón y la número uno del disco compacto Sueños Libres, producido dentro de la cárcel por el Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos.

El CD, que incluye 8 covers, (canciones producidas por otros artistas) fue grabado en un estudio musical adecuado desde hace 2 años dentro del Centro de Rehabilitación Social Regional Guayas, levantado desde 2012 en el km 17 de la vía a Daule, y que tiene capacidad para más de 4 mil personas distribuidas en pabellones de mínima, mediana y máxima seguridad y atención prioritaria.

Ricardo escucha su nombre y —bajo un sol que calienta la ciudad a unos 35 grados centígrados— camina erguido hacia el escenario, entre policías y guías penitenciarios que forman un pasillo. Alrededor del área hay aproximadamente 50 agentes.

Los nervios los dejó en el frío camerino, que realmente es la sala en la que las visitas esperan cada día su turno para ingresar donde compartió con los miembros de las otras 5 agrupaciones que también participaron en la grabación. Su madre, está guarecida bajo carpas blancas en las que 200 personas (sobre todo parientes de los reclusos) esperan el gran momento.

“En ese grupo no está mi hijo. Ya quiero verlo”, decía una mujer de unos 70 años, que había viajado desde Cuenca, pues en la grabación intervinieron internos de 3 provincias.

Para la canción ‘Amor y control’ todos los artistas se reunieron en la tarima. Una madre se acercó a su hijo con quien compartió un sombrero.

La madre de Ricardo se levanta y grita eufórica, alza sus brazos para resaltar entre los asistentes y cuando capta la mirada de su hijo le lanza un beso y con los pulgares hacia arriba le muestra su confianza. Él sonríe y agachándose toma el micrófono que ya está encendido sobre las tablas, en tanto sus compañeros se ubican en sus lugares. Lila Flores también sube a la tribuna y ‘rompe el hielo’ para que todos bailen.

“La presentación superó mis expectativas. Toca tu sensibilidad ver cómo las personas privadas de la libertad, que en un momento cometieron un error, quieren reivindicarse consigo mismas y con la sociedad”, expresa Lila, quien por primera vez participa en este proyecto, en el que también colaboraron Jorge Luis del Hierro, Danilo Rosero, el dúo Paco y Juan Diego, Nelly Pazmiño y Luis Ernesto Pazmiño.

“Qué bonita es esta vida/ aunque no sea para siempre/ si la vivo con mi gente/ es bonita hasta la muerte/ con aguardiente y tequila”, cantan a diferentes voces. Los instrumentos dejan de sonar, y los ovacionados chicos empezaron a bajar para recibir el CD y tomarse fotos. Los parientes corrieron hasta la parte baja de la tarima para abrazarlos, para sentirlos por lo menos un instante.

La escena se repitió tras cada presentación. Mimos, besos, risas, fotos, pero sobre todo lágrimas. El momento más duro llegaba cuando los Agentes de Tratamiento Penitenciario (ATP) o funcionarios se acercaban a los presos a recordarles que debían regresar a la sala de espera.

La madre de Ricardo no pudo pronunciar nada, solo sonreía y lloraba. Su otra hija, Priscila, contó que hacía mucho tiempo no sentían tanta felicidad. “Es un orgullo ver a mi hermano superándose, encontrando una opción que lo ayudará a no caer de nuevo en actos ilícitos”.

Otra escena conmovedora sucedía a pocos metros. “Lo hiciste bien papi, te quiero. Ya regresa pronto a casa”, le decía sollozando una niña de unos 10 años a su progenitor, luego lo rodeó con sus brazos sin intenciones de soltarlo.

Lila Flores quedó impresionada. “La descripción más clara que puedo dar es que se me puso ‘la piel de gallina’. Cuando uno lleva la música en la sangre no puede dejar de emocionarse”.

La artista no solo cantó con el primer grupo de hombres, sino también con las mujeres del Centro de Rehabilitación de Latacunga. “Ellas son las próximas Chicas Dulces”, bromeó en la tarima antes de que interpreten ‘La vida es un carnaval’.

Las mujeres del Centro de Rehabilitación de Guayaquil cantaron con Paco y Juan Diego el tema ‘Las avispas’, de Juan Luis Guerra.

Audiciones en las cárceles

Un mes antes de que los 50 internos grabaran ‘Sueños Libres’ pasaron por pruebas de selección. Alrededor de 200 privados de la libertad, entre hombres y mujeres, hicieron audiciones en los centros de rehabilitación, regionales de Cotopaxi, Azuay y Guayas. A escala nacional, hay 10 mil personas que están en talleres de rehabilitación relacionados con el arte y la cultura.

“Se buscó estilo, afinación, experiencia. Algunos tienen años cantando o entonando instrumentos en los grupos conformados en los talleres culturales dentro de los recintos”, precisó Luis Ernesto Pazmiño, funcionario del Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos, quien es profesor de música y hace un par de meses quedó en segundo lugar en un programa concurso de canto transmitido en un medio televisivo nacional.

El joven de 27 años considera que trabajar con privados de libertad es una bendición. “He crecido como ser humano. Uno aprende a moverse con más cuidado en la vida, porque un paso en falso te puede llevar a la cárcel, lejos de tu familia”.

Ruth Ramírez, colombiana, contó: “Ensayamos todos los días y desde hace 3 años, que estoy en el centro carcelario, me he dedicado al arte. Ensayamos todos los días para tener un trabajo de calidad”.

Para Pazmiño es gratificante que algunos de los que fueron sus alumnos y regresaron a las calles ya no se dediquen a actividades delictivas. “Lo más complicado de trabajar en un penal es que no puedes reunir al número de personas que necesitas para ensayar, pues hay que regirse a medidas de seguridad”.

Al final de cada presentación, los internos recibían el disco compacto y compartían un instante con sus familiares que salían de sus sillas para felicitarlos y abrazarlos.

El compromiso sobre la enfermedad

Jorge Luis del Hierro llegó después de unos 20 minutos de iniciado el evento. Su arribo no pasó desapercibido, pues mujeres emocionadas gritaron su nombre. No había pasado ni media hora de una intervención médica donde le aplicaron una anestesia general. Asegura que no se sentía del todo bien, pero no podía dejar de asistir al acontecimiento que para él es histórico. “Antes era impensable tener un evento así en una cárcel. Lo más fácil hubiera sido decir que no, pero creo muchísimo en el proyecto y si en algo mi presencia alegra no podía faltar”.

Del Hierro se sintió privilegiado en ser considerado para cantar con los privados de la libertad. “Uno siempre ve la cárcel desde afuera y lo único que hace es juzgar, pensar en bien hecho, se merecen lo que hacen. Pero cuando uno entra puede sentir la necesidad de oportunidades. Son increíbles los talentos que hay adentro; hay cantantes y bailarines de todo género. Esos chicos bien podrían ganarse la vida dedicándose al arte”.

El intérprete destacó que antes en las prisiones había narcotráfico y burdeles y que le complace conocer que las personas están buscando a Dios y cambiar sus vidas.

Débil y cansando, pero Jorge Luis igual bailó y cantó con los internos la canción ‘Date un chance’ del artista Luis Enrique. Los privados de libertad emitían cada palabra de la canción como si quisieran llegar con su mensaje a los internos que continuaban sus actividades normales en las celdas o en los patios de cada sección: “Toma mi mano viejo amigo y date un chance / dale la espalda a ese infierno delirante / rompe las cadenas que te atan, dile sí a la vida”.

“Las canciones son mensajes para los familiares de las personas privadas de la libertad (PPL) y para otros jóvenes y adultos, a fin de que no caigan en las redes de la delincuencia. Damos un mensaje de esperanza, para vivir la vida alejados del dinero fácil y de las cosas que hacen daño”, destacó Ledy Zúñiga, ministra de Justicia, Derechos Humanos y Cultos.

La funcionaria también bailó y cantó, a nadie parecía importarle el intenso calor. Al final hasta entonaron 2 veces la salsa ‘Amor y control’ para seguir celebrando sus firmes propósitos de cambio.

“El arte y la cultura también son claves para rehabilitarse. No solamente logramos la reinserción desde los centros, si no que necesitamos que la sociedad elimine los prejuicios. Agradezco a cada artista por creer en la población penitenciaria y dedicarle tiempo y cariño”, agregó Zúñiga.

Sin duda, la que más se movió es Nelly Pazmiño, cantante y dueña de la productora Music Time, quien coordina el proyecto y ha compartido el escenario con los privados de libertad.

“La música libera y los sueños nos llevan a trabajar por objetivos de ahí nace el nombre Sueños Libres. Uno tiene el concepto de que cuando una persona hace algo malo es un mal ser humano, pero no siempre es así; definitivamente no debemos juzgar. Al principio sí pensé un poco en qué pasaría, pero ahora conozco sus sentimientos, sus anhelos y sus necesidades, y la mayoría piensa que al salir les van a dar la espalda. La sociedad debe dejar a un lado los prejuicios”.

Pazmiño insiste en que la música es un lenguaje universal con el que los sentimientos fluyen con más facilidad. “Conozco de chicos que salieron y encontraron en la música un sustento para la vida”. (I)

Los momentos más difíciles fueron cuando debían regresar a una sala de espera, donde aguardaba cada grupo su salida al escenario. Los parientes no querían separarse.

DATOS

En la segunda mitad de septiembre iniciaron las audiciones en las cárceles de Guayas, Cotopaxi y Azuay.

Un profesor de canto del reclusorio de Guayaquil hizo la selección y además participó como artista invitado.

En el disco compacto, 4 canciones son interpretadas por hombres, 3 por mujeres y en una colaboran todos.

Al menos 2 grupos musicales hay en cada Centro de Rehabilitación Social (CRS).

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