Cuando la noche cae sobre Cuenca y la gente regresa a sus hogares, la Calle Larga se muestra con más movimiento del usual. Luces, música y diversos platos se mezclan en un sinfín de sabores. Desde el mercado 10 de Agosto hasta la av. Huayna-Cápac, un total de 97 locales abren sus puertas para la diversión.

Estos sitios ofrecen música en vivo con distintos géneros, cócteles en diferentes presentaciones, baile o simplemente un espacio para compartir entre amigos. Otra de las alternativas son los karaokes, que permiten sacar el artista que cada uno lleva dentro.

La llegada de nuevas culturas a este sitio también ha diversificado la cantidad y variedad de la oferta gastronómica; colombianos, peruanos, árabes, españoles, pakistaníes entre otros, ofertan una amplia gama de comidas y bebidas, cada una más novedosa que otra.

Uno de esos extranjeros es Shahid Iqbal propietario de Taj Mahal radicado desde hace 5 años en nuestro país, proveniente de Pakistán, “desde que llegamos a esta urbe, nos encantó por la tranquilidad y hospitalidad de su gente” comenta Iqbal.

Personas de diferentes edades frecuentan el local para saborear el shawarma, un platillo hecho generalmente con pechuga de pollo que se asa en su eje vertical y es servido en pan árabe o pita, dicho producto se sirve acompañado con ají y salsa de ajo. Mientras el producto queda listo, los clientes pueden degustar diversos bocaditos entre ellos ensalada de frutas, gulag yand (dulce de rosa suave) y variada oferta de entremeses. Alrededor de 70 clientes acuden diariamente al lugar.

Daniela López junto con un grupo de amigos, mientras disfruta del fin de semana, comenta que es un lugar mágico y de música suave. “Frecuento el local porque me encanta el shawarma y después de varios cócteles pedimos karaoke para amenizar la velada” menciona.

Una calle dentro del Centro Histórico

La calzada recubierta con adoquines en casi todo su recorrido, baja con una ligera pendiente desde la intersección de la calle Tarqui hasta el cruce con la Huayna-Cápac. Incluye veredas de diversas dimensiones para el tránsito peatonal. Los fines de semana, especialmente los viernes, bares, restaurantes y discotecas son los más concurridos.

Si de comida colombiana se trata, Javier Muñoz y Janeth Echeverry brindan una deliciosa oferta. Ellos llegaron hace 22 años a la capital azuaya, son propietarios desde hace 4 años del bar restaurante Moliendo Caf. Ofrecen platos como la bandeja paisa, el lomo montañero, las arepas con café colombiano y los dulces de guayaba. En cuanto a bebidas, una Postobón (gaseosa de manzana) o quizás el “refajo” que es una mezcla de cerveza y cola, son los productos más populares.

De piel trigueña y cabello ondulado, Camila Espín nos comparte sus experiencias. “Acostumbramos siempre a visitar el restaurante, principalmente cuando juega la selección de Colombia. Paisanos de diferentes ciudades nos reunimos para tomarnos un ‘tintico’ porque nos sentimos como si estuviéramos en casa”, señala.

Esperanza Villa trabaja desde hace 2 años como chef en este lugar, comenta que al momento de la preparación, el ingrediente principal es el cariño al trabajo.

Otro atractivo es Wunderbar que en su menú cuenta con ensaladas, platos especiales y comida alemana. Un ambiente al aire libre y mesas ubicadas en la parte superior junto a los billares, son las zonas preferidas de los visitantes.

Plasmado en fotografías se observa cómo fue el pasado de la Calle Larga, muy diferente al presente. En la actualidad este es un lugar principalmente turístico, cultural y de comercio. Es una vía con una intensa circulación vehicular desde su origen, en la calle Tarqui, hasta llegar a su fin, en el sector de Pumapungo.

Este lugar de amplia circulación vehicular fue escogido en diferentes épocas de la historia para sus asentamientos humanos por cañaris, incas y españoles. La Calle Larga, muy concurrida por la noche tiene varias leyendas populares, se mezcla su folclore con lo tradicional, y destaca la arquitectura de la iglesia de Todos Santos.

Entre historias personales, anécdotas y experiencias, los conocidos mochileros ‘adornan’ las escalinatas y comercializan manillas, collares y aretes. Para las parejas que acuden a los diferentes bares en busca de una divertida velada, las sorpresas están a cada paso. Mientras, la Policía hace guardia constante en todos los sitios. (I)