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El Telégrafo
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Los Ciudadanos se quejan por retrasos en las frecuencias, pero también por la presencia de vendedores dentro de las unidades

El transporte urbano de Cuenca, entre el caos vehicular y la futura modernización

En Cuenca el transporte urbano trabaja desde las 6:00 hasta las 22:00. Según los directivos, las unidades trasladan más de 200 mil usuarios.
En Cuenca el transporte urbano trabaja desde las 6:00 hasta las 22:00. Según los directivos, las unidades trasladan más de 200 mil usuarios.
Fernando Machado/ El Telégrafo
23 de julio de 2016 - 00:00 - Redacción Regional Sur

El frío es intenso en la mañana (9 °C). Los usuarios del transporte urbano se apresuran para llegar a sus trabajos antes de las 8:00. Las 475 unidades que tiene la ciudad comenzaron su labor desde las 6:00; el trabajo finalizará a las 22:00.

Las obras del tranvía retrasan los recorridos, sobre todo de las líneas que pasan por el sector de El Arenal, el Centro Histórico y la Terminal Terrestre. “Ya nos estamos acostumbrando a ese problema”, señala una de las usuarias de los buses. Pero tiene razón, el presidente de la Cámara de Transporte de Cuenca, Wilmer Bravo, indica que en algunas líneas hay retrasos hasta de 30 minutos debido a los congestionamientos vehiculares. Pero la paciencia parece que se agota en algunos usuarios que deben llegar a tiempo y cumplir con sus compromisos.

En la parada de la Universidad del Azuay, al sur de la ciudad, algunos ciudadanos prefieren tomar un taxi. “Nunca cumplen con los turnos”, le dice una usuaria a una de sus acompañantes. Para quienes esperan impacientes, parece que la llegada del automotor es una bendición. Pero el ingreso a la unidad se detiene, algunos usuarios llevan monedas y eso retrasa la subida de los pasajeros, mientras que los que disponen de tarjetas pasan más rápido al interior. Según el presidente de la Cámara de Transporte, solo el 20% de usuarios en Cuenca dispone de dinero electrónico en sus tarjetas, y es por eso que piden al Concejo Cantonal que apruebe una reforma a la ordenanza para que en los buses de Cuenca solo se acepte tarjetas y no dinero en efectivo, “el que lleva monedas se tarda entre 5 y 7 segundos para subir al bus, pero los que tienen tarjeta, apenas entre 1 y 2 segundos, esa es la diferencia”, indica el directivo. En Cuenca, según la Cámara, se movilizan alrededor de 200 mil personas diariamente en sus unidades.

El viaje de los pasajeros se da entre los apretujones, la música y el silencio de los usuarios, pero esa ‘tranquilidad’ se interrumpe en una de las paradas de la avenida Solano, cuando sube un hombre de contextura gruesa, con acento costeño. En una de las manos sostiene una funda negra y con la otra se sujeta a uno de los tubos que tiene el bus para no caer.

“Buenos días, señoras y señores: no estoy aquí para molestar, tampoco para robar, solo quiero que me escuchen un momento y me den una ayuda...”, inicia su intervención. El discurso que sigue, es casi el mismo que muchos de los vendedores tienen cuando suben al bus para ofrecer sus productos o para pedir ayuda económica. La intervención dura más o menos 4 minutos, pero al hombre no le basta con hablar y tratar de convencer a los pasajeros: toma su camiseta y se la levanta, muestra que tiene un tumor benigno y que necesita la ayuda para una operación. Algunos lo siguen atentos a lo que señala, mientras que otros prefieren mirar lo que pasa al exterior del bus. Al final pasa por los asientos solicitando la colaboración, unos dan y otros no.

Este problema no es el único, es de todos los días y en las diferentes rutas que tienen los buses. Las denuncias en los medios radiales incluso dan cuenta de que algunos vendedores amenazan a los pasajeros para que les den la ayuda.

En la línea 5, apenas la unidad llega a la parada de la calle Presidente Córdova y Padre Aguirre, una persona que viste un terno oscuro sube, saluda y casi con el mismo discurso comienza a arengar a los usuarios para que le compren una cajita de mentol. Pasa asiento por asiento entregando estas pomadas e indica que cada una cuesta $ 0,50. El hombre habrá vendido unos 5 mentoles, se baja de la unidad y espera a que llegue otro bus para hacer el mismo trabajo. “¿Quién puede controlar esta situación?”, le pregunta una mujer a su acompañante.

Jaime Tenesaca, usuario manifiesta que no está en contra del trabajo, pero que este tipo de cosas no se deben dar en los buses y que las autoridades ya deben tomar cartas en el asunto. En los recorridos no pueden faltar los músicos. Argentinos, colombianos, chilenos y ecuatorianos se suben al transporte y aunque no los escuchen, ellos lo único que hacen es cantar para ganarse una moneda de las personas que utilizan este medio.

Las líneas que pasan por el sector de la Terminal Terrestre, el mercado El Arenal, el mercado 9 de Octubre y la Plaza de San Francisco, son las preferidas por estas personas que hacen sus negocios en los buses. “Nosotros no somos los únicos culpables. La mayoría de las veces estas personas se suben al bus pagando los $ 0,25, allí no podemos impedir a nadie su ingreso”, dijo el presidente de la Cámara de Transporte.

Por eso, para muchos tomar el transporte urbano en Cuenca resulta toda una sorpresa. “De todo hay en el bus”, dice Alex Carrión, mientras se dirige en la línea 16 hasta el centro de la ciudad.

Según el alcalde de Cuenca, Marcelo Cabrera, en el futuro, con la puesta en marcha del tranvía, el transporte tendrá un giro importante para la ciudad, también indicó que existen intereses de un grupo de empresas coreanas para impulsar buses eléctricos en Cuenca, lo que además de evitar la contaminación, también pasarán a ser un servicio de mucha importancia para la ciudad.
Según la Cámara de Transporte es importante este cambio ya que la mayor parte de sus unidades están al borde de cumplir su vía útil. (I)

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