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Sus líderes fabricaron las independencias y nos dejaron en las nuevas dependencias

Con la batalla de Iñaquito se desconoció a la corona española

Las alianzas entre los partidarios de la corona y los nativos indígenas o entre estos y los chapetones ayudaron a lograr triunfos en batallas estratégicas que dieron un rumbo distinto a los acontecimientos que hoy se leen en la historia. Foto: Cortesía.
Las alianzas entre los partidarios de la corona y los nativos indígenas o entre estos y los chapetones ayudaron a lograr triunfos en batallas estratégicas que dieron un rumbo distinto a los acontecimientos que hoy se leen en la historia. Foto: Cortesía.
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¿Pensamos cuántos mitos tenemos perpetuados? Hay algunos fundamentados en la Biblia y no se mueven por mentalidades dogmáticas.

Pero vinimos en pos de las celebraciones de las independencias. Actos que tienen derecho a festejar sus herederos, los fabricantes de las genealogías elitistas.

Debemos agradecerles porque nos hacen partícipes en la fabricación y perpetuamiento de héroes, ídolos, próceres y distinguidos miembros de las oligarquías.

Estas provienen, por ejemplo, según la terminología de Juan Marchena, de la ‘mercadocracia’, ‘sacarocracia’, ‘bananocracia’, ‘cacaocracia’ o la ‘armamentocracia’ que recorrió por América a finales de los 1700 y principios de los 1800. Sus líderes fabricaron las independencias y nos dejaron en las nuevas dependencias.

Muy tempranamente en Quito, apenas en 1546, en los primeros años de la conquista, se libró la Batalla de Iñaquito, en la que “el clero, el cabildo, los encomenderos y el pueblo quiteño desconocieron la administración española y nombraron como capitán general a Gonzalo Pizarro.

¿A quién invoca la historia cuando dice “el pueblo quiteño”? ¿Se nos querrá decir que los indios, como parte de ese pueblo, querían a Pizarro?

En este ‘conflicto’ aparece un ideario manipulador. El Rey de España, para sofocar este levantamiento, envió a Quito a Blasco Núñez de Vela.

En la llanura de Iñaquito se enfrentaron las tropas de la corona con las de Pizarro y murió en los campos de batalla el virrey Núñez de Vela. Posteriormente, llegó a Quito Pedro de la Gasca, quien hizo un acuerdo con Pizarro.

¿Qué pasó con los indígenas frente a este suceso? ¿Por qué se quedaron tan solo de espectadores? Según dicen: ¿Se aniquilaron las huestes de Rumiñahui?

Se dice que en este suceso se enfrentaron fuerzas realistas, en contra de las rebeldes que son las gonzalistas, de Pizarro ¿Cuál fue la motivación? Que el virrey llegó para hacer cumplir las “Leyes Nuevas que abolían las encomiendas y prohibían el trabajo de los indios”.

Entonces, desde aquí, se llaman rebeldes a quienes quieren manejar por cuenta propia la explotación. ¿Qué revela este suceso? ¿Por qué las guerras de los intereses personales han pasado como importantes sucesos de nuestra historia? ¿Por qué con tanta ligereza se invoca el nombre del pueblo quiteño? Si este es un primer suceso, los que se dieron por 1809 en adelante, solo son réplicas con actores mejorados, sus propios descendientes, y mejor respaldados con economía e ilustración.

La frase de arenga que gritaba Pizarro para alentar a sus soldados era: “Caballeros, a pelear y defender vuestras libertades, vidas y haciendas”. Creo que la frase sirve para todos los tiempos.

Un importante detalle en la narración novelada de esta batalla es la actuación desmedida del virrey Núñez de Vela, quien “también se hizo odioso por sus arbitrariedades, llegando al extremo de asesinar con sus propias manos al importante vecino de la ciudad de Lima, Illán Suárez de Carvajal.

Vaya gentuza que llega al poder y de la que provenimos. Algunos buscan todavía genealogías en los virreyes. Al ejército y al clero en la Colonia se podía ingresar solo si se tenía limpieza de sangre y linajes que fueron comprados por los acaudalados enriquecidos criollos.

Conviene decir que cuando se dio la batalla de Iñaquito, Benito Suárez de Carvajal, hermano del asesinado estuvo allí, dispuesto a ultimarlo cuando lo encontró herido, pero se lo impidió Pedro de Puelles, “diciéndole que era una bajeza matar a un hombre ya caído…entonces mandó a un negro esclavo suyo a que lo degollase con un solo golpe de sable.

La cabeza fue clavada y alzada en una pica. No contento con ello, Benito Suárez hizo que le cortaran la barba y el bigote, poniéndolos en su sombrero a guisa de adorno o emblema; otros le imitaron…”.

¡Qué civilización a la que pertenecemos! Pero, ¿acaso los incas no hacían lo mismo? Y ya que acabo de mencionar a los incas, intuyo que este relato teatral está incompleto, puesto que no es gratuito que el virrey haya usado un ropaje inca para entrar en la batalla.

“Vestía el virrey un uncu o camiseta indígena de algodón que le cubría su armadura y sus insignias. Dicen unos que para no ser preferido por los disparos del enemigo y otros que por luchar como el más humilde de los soldados”.

¿Cómo se entiende esto? ¿Cómo es esto de que se colocara sobre las armaduras una ropa que le impidiera movimientos, si acaso fuera verdad? ¿Acaso no habrán puesto de carne de cañón a los indios que no aparecen para nada en este relato? De esto debemos sacar en limpio que el arrastre de cabezas en Quito empezó entre las cúpulas del poder.

La batalla fue el 18 de febrero de 1546. Los antecedentes de la inconformidad se dan desde 1543 cuando llega el virrey al Perú a sofocar la insurrección llamada de los Encomenderos. Y entiéndase que son peninsulares. En cuanto a los actores y al movimiento, se da entre Charcas (Bolivia) y Popayán.

Benalcázar respaldó al virrey, “con el apoyo de los curacas de la región de Popayán”. Por su parte Pizarro se alió con los indígenas de Quito que resultan ser los triunfadores. ¿Acaso aquí no está la razón del rompimiento y venganza de los norteños en contra de Atahualpa?

¿Los Pizarro no fueron los vencedores en Cajamarca por un entendimiento previo con los indígenas que querían librarse de los opresores incas?

Antes de la batalla, un cura superior franciscano le dijo al virrey que le ofrecía refugio en su convento, porque vaticinaba la derrota frente a Pizarro. El antecedente de este soporte lo podemos contrastar con lo que hizo en la rebelión de Manco Inca en 1536 con su panaca.

Estuvo entre los miles de atrapados en el Cuzco por los guerreros incas. Allí, al mando de la caballería y “con la ayuda de miles de auxiliares cañaris y chachapoyas, los españoles rompieron el cerco y asaltaron la fortaleza de Sacsayhuaman el 16 de mayo de 1536”. Está bastante argumentado el sentido independentista de los conquistadores, pero con el propósito de no dar cuentas a España.

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